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KnoWhy #694

¿Por qué Pablo cita un himno de los primeros cristianos?

noviembre 3, 2023
KnoWhy #694
Detalle de tallado en marfil que representa escenas de la vida de Cristo
Detalle de la tapa de la arqueta de Brescia, una caja de marfil tallado de finales del siglo IV, que representa escenas de la vida de Cristo, incluido el arresto en el huerto de Getsemaní y el juicio ante Pilato. Imagen de dominio público
“Cristo Jesús, el que, siendo en forma de Dios, no tuvo como usurpación el ser igual a Dios. Sin embargo, se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres”.
Filipenses 2:5-7

El conocimiento

Tanto la Biblia como el Libro de Mormón contienen importantes testimonios de la divinidad de nuestro Salvador, Jesucristo. Ambos son testigos antiguos del ministerio premortal, mortal y post-mortal de Jesús y cada uno enseña acerca de Su papel divino de maneras únicas.

Muy memorable es Filipenses 2:6-11, donde Pablo parece estar citando o parafraseando lo que podría haber sido un himno cristiano muy antiguo que resumía sucintamente todo el ser y el ministerio de Jesús, comenzando con su vida premortal y terminando con su glorificación celestial (véase Filipenses 2:5-11). En griego, este hermoso himno consta de dos estrofas de dos versos cada una, con una tercera estrofa formada por un quiasmo de siete partes. Pero lo más significativo es que cada uno de los tres puntos principales planteados en este himno—la divinidad premortal del Salvador, Su disposición a morir en nuestro favor y Su exaltación tras Su resurrección—también se pueden encontrar representados y reforzados en el Libro de Mormón y en otras escrituras de la restauración.

1. El ministerio premortal de Jesús

El himno comienza con una copla inicial que puede traducirse como:

Cristo Jesús, el que, aún siendo en forma de Dios,

no tomó de ventaja el ser igual a Dios (Filipenses 2:5-6)1.

A través de esta declaración inicial, aprendemos que Jesús estaba en la presencia de Dios y era como Él en la vida premortal. A pesar de su elevada posición, no buscó ningún beneficio propio.

Al decir que Jesús estaba en la “semejanza” o “forma de Dios”, este himno utiliza una palabra que significa “apariencia externa” o “forma”, implicando así que Jesús y el Padre se parecían el uno al otro2. Sin embargo, aunque esta palabra podría usarse para denotar la apariencia física, también fue utilizada por Pablo para denotar el estatus o papel de Jesús más tarde como “siervo” mientras estuvo en la mortalidad. Por ello, Frank Judd afirma que “cuando Pablo enseñó que el Salvador era ‘en forma de Dios’ e ‘igual a Dios’ en la existencia premortal, estaba enseñando que tanto Dios Padre como Cristo Hijo eran seres divinos, que compartían una semblanza de estatus y atributos, así como de apariencia”3. El estatus de Jesús como ser divino está fuertemente reforzado en las escrituras modernas. Por ejemplo, en el libro de Moisés aprendemos que Jesús estaba en el concilio premortal en el cielo antes de que el mundo comenzara. Mientras Satanás trataba de usurpar y aprovecharse de la gloria del Padre, Jesús no lo hizo. En lugar de ello, dijo con humildad: “Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre” (Moisés 4:1-2). Debido a la voluntad y el deseo de Jesús de obedecer al Padre, incluso cuando aún se encontraba en estado premortal, fue llamado a ser el Salvador del mundo.

Sin embargo, Jesús todavía era diferente del Padre Celestial en un aspecto importante: el Padre Celestial tenía un cuerpo, y Jesús no. Debido a esto, Thomas Wayment señaló que, a menos que se tomara alguna medida, Cristo “no puede ser plenamente igual a Dios, es un premio que no puede alcanzar plenamente”. El remedio para esta discrepancia entre el Padre y el Hijo sería, en última instancia, el “nacimiento y la mortalidad” de Jesús, unidos a su vida justa4.

2. La condescendencia mortal de Jesús

Como Salvador del mundo, Jesús nacería como mortal para poder entregar Su vida y volver a tomarla (véase Juan 10:18). Esto se expresa en Filipenses cuando el himno dice a continuación:

sin embargo, se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres;
y hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:7-8).

Jesús centraría su ministerio mortal en amar y servir a todos, al tiempo que nos invitaba a cada uno de nosotros a arrepentirnos de nuestros pecados y a ser como Él. Como parte de Su papel de siervo, el profeta Nefi contempló “a multitudes de personas que estaban enfermas y afligidas con toda clase de males, y con demonios y con espíritus impuros … Y fueron sanadas por el poder del Cordero de Dios; y los demonios y los espíritus impuros fueron echados fuera” (1 Nefi 11:31).

El Libro de Mormón también afirma que, a pesar de las buenas obras de Jesús, Él sería crucificado por los pecados del mundo. Nefi, por ejemplo, vio la crucifixión del Salvador en su visión (véase 1 Nefi 11:32-33), y Abinadí enseñó que Jesús sería crucificado de acuerdo con una profecía de Isaías (véase Mosíah 15:5-8)5. Incluso cuando otros se burlaban de Él o lo perseguían, Jesús “permite que su pueblo se burle de él, y lo azote, y lo eche fuera, y lo repudie” (Mosíah 15:5).

Resurrección, nuevo nombre y exaltación de Jesús

Habiendo sufrido la muerte en la cruz, como continúa el himno confesional:

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo,
y le dio un nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús
se doble toda rodilla
de los seres en los cielos, y los seres en la tierra y los seres debajo de la tierra;
y que toda lengua confiese
que Jesucristo es el Señor,
para la gloria de Dios Padre (Filipenses 2:9-11).

Habiendo regresado a la presencia del Padre, Jesucristo fue exaltado o elevado a la gloria de Dios Padre, siendo así semejante a Él.

La distinción entre la condición mortal y resucitada de Cristo queda clara cuando uno lee tanto el Nuevo Testamento como el Libro de Mormón. Así como Pedro enseñó que Dios exaltó a Cristo para convertirlo en “Príncipe y Salvador” (Hechos 5:30-31), el Padre presentó a los nefitas a Su Hijo declarando: “[H]e glorificado mi nombre” en Él (3 Nefi 11:7). Luego Jesús les dice a los nefitas y lamanitas en su audiencia allí que quería que ellos fueran “perfectos así como yo, o como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (3 Nefi 12:48), habiendo llegado a ser perfectamente como el Padre6.

Por último, a Jesús se le da un nuevo nombre por el que todos le reconocerán, postrándose ante él y confesándole con sus lenguas como su Señor redentor, con palabras que aquí se inspiran en Isaías 45:22-23. La bendición de un nuevo nombre se promete a todos los que guarden sus convenios con Cristo (véase Doctrina y Convenios 130:11; Apocalipsis 2:17). Como tales, todos podrán llegar a ser más semejantes a Él y ser exaltados como Él.

El porqué

Este significativo himno cristiano antiguo, algo parecido a nuestro himno actual Tan humilde al nacer, describía la condescendencia de Jesús en términos claros, abarcando Su voluntad premortal, Su condescendencia y sufrimiento mortales, y Su adoración postmortal, todo ello ilustrando que Su ministerio fue un acto de amor puro. De hecho, cuando se le preguntó a Nefi si sabía lo que significaba la condescendencia de Dios, contestó simplemente que no lo sabía, pero que estaba seguro “que ama a sus hijos” (1 Nefi 11:17). En ese momento, se le abrió la visión del ministerio y el amor del Salvador.

Como ha señalado Byron R. Merril, “la palabra ‘condescendencia’ implica ‘descenso voluntario’, ‘sumisión’ y ‘realización de actos que la estricta justicia no exige’. … El sacrificio desinteresado de Cristo merece una profunda gratitud y un amor entrañable por parte de todos los que son destinatarios de su ofrenda excelsa”7.A causa de su humilde condescendencia, Jesús fue exaltado por el Padre por encima de todos los demás, recibió un “nombre que es sobre todo nombre” y entró en la gloria del Padre (Filipenses 2:9)8. Aún más milagrosamente, Jesucristo ha abierto estas mismas bendiciones a todos los que le siguen y procuran obedecer sus mandamientos, de modo que “cuando él aparezca, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él se purifica, así como él es puro” (1 Juan 3:2-3).

Otras lecturas

Frank F. Judd Jr., “The Condescension of God according to Paul”, Shedding Light on the New Testament: Acts–Revelation, ed. Ray L. Huntington, Frank F. Judd Jr. y David M. Whitchurch (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2009), 171–192.

Richard D. Draper, “The Mortal Ministry of the Savior as Understood by the Book of Mormon Prophets”, Journal of Book of Mormon Studies 2, no. 1 (1993): 80–92.

Byron R. Merrill, “Condescension of God”, en Encyclopedia of Mormonism, 4 vols., ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992), 1:305.

1. La Biblia llamada la English Standard Version también traduce este versículo como “Christ Jesus, who, though he was in the form of God, did not count equality with God a thing to be grasped” (“Cristo Jesús, quien, aunque en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como cosa obtenible” o “algo a lo que aferrarse para sacar ventaja”). (Esta última traducción está tomada de las notas a pie de página del traductor de la ESV). Para comparar, la versión Reina Valera 2009 dice que Jesús “siendo en forma de Dios, no tuvo como usurpación el ser igual a Dios”. Las traducciones modernas de la Biblia, como la English Standard Version, traducen el griego de forma más literal. Además, el significado del verbo traducido como “grasped” en la KJV también podría implicar explotación, lo que lleva a los traductores de la RV2009 traducirlo como “[tener como] usurpación”.
2. Frank F. Judd Jr., “The Condescension of God according to Paul”, en Shedding Light on the New Testament: Acts–Revelation, ed. Ray L. Huntington, Frank F. Judd Jr. y David M. Whitchurch (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2009), 178.
3. Judd, “The Condescension of God”, 180.
4. Thomas A. Wayment, “‘Each Person Has a Hymn’: The Creator-Savior Hymns” en Thou Art the Christ: The Son of the Living God, The Person and Work of Jesus in the New Testament, ed. Eric D. Huntsman, Lincoln H. Blumell y Tyler J. Griffin (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City: Deseret Book, 2018), 199.
5. Véase también Central del Libro de Mormón, “¿Por qué Isaías profetizó un Mesías sufriente? (Isaías 53:10)”, KnoWhy 648 (5 de octubre de 2022).
6. Compare Mateo 5:48, donde Jesús simplemente instruye al pueblo a “Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
7. Byron R. Merrill, “Condescension of God”, en Encyclopedia of Mormonism, 4 vols., ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992), 1:305.
8. El nombre mencionado aquí, por el cual “se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10–11) es una referencia al nombre de Yahvé, o Jehová, como este himno cita de Isaías 45:23.

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Referencia a las escrituras

Traducido por Central del Libro de Mormón