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KnoWhy #665

¿Por qué son creíbles los relatos evangélicos de la resurrección?

abril 10, 2023
KnoWhy #665
Ilustración de la tumba vacía por Maryna Kriuchenko
Una ilustración acuarela de la tumba vacía por Maryna Kriuchenko
“[Y] como ellas tuvieron temor e inclinaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado”.
Lucas 24:5-6

El conocimiento

Para todo el cristianismo, antiguo y moderno, es muy importante los testimonios de que Jesucristo sufrió y murió por nuestros pecados, siendo crucificado y luego resucitado al tercer día. Según el profeta José Smith: “Los principios fundamentales de nuestra religión son el testimonio de los apóstoles y de los profetas concernientes a Jesucristo: que murió, fue sepultado, se levantó al tercer día y ascendió a los cielos; y todas las otras cosas que pertenecen a nuestra religión son únicamente apéndices de eso”1.

Para los cristianos de todo el mundo, es imposible eludir la importancia de este milagro, el mayor de todos. El apóstol Pablo también lo consideraba el mensaje central del Evangelio2. “Y si Cristo no resucitó”, escribió Pablo a los corintios, “vana es entonces nuestra predicación, y vana es también vuestra fe” (1 Corintios 15:14). Dada la importancia de tal milagro, no es de extrañar que los primeros cristianos se aseguraran de dejar relatos creíbles de la Resurrección como parte de los Evangelios canónicos.

Como observan N. T. Wright y Michael F. Bird: “Es importante pensar históricamente en cómo podrían haberse desarrollado las primeras tradiciones [sobre la resurrección]. Por sí solas, ni la tumba vacía ni las apariciones de la resurrección podrían haber generado la creencia en la resurrección de Jesús”3. Si no hubiera habido tumba vacía, las apariciones de Jesús después de la muerte podrían haber sido descartadas más fácilmente como manifestaciones visionarias de su espíritu o fantasma. Y si no hubiera habido ninguna aparición de Jesús a sus discípulos, el rumor de que el cuerpo de Jesús había sido robado habría proporcionado una explicación directa para la tumba vacía. Sin embargo, vistos en conjunto, estos dos acontecimientos históricos cruciales, registrados con gran detalle en los relatos evangélicos del Nuevo Testamento, proporcionan una sólida base para la fe.

La Tumba Vacía.

En primer lugar, Wright y Bird señalan cómo el descubrimiento de la tumba vacía, tal como se registra en los cuatro Evangelios, es una prueba valiosa de la Resurrección. “El entierro de Jesús y el descubrimiento de la tumba vacía”, observan, “pueden considerarse históricamente sólidos”4.
Aunque muchas víctimas de la crucifixión no recibieron un entierro adecuado, “se sabía que los funcionarios romanos entregaban los cuerpos de los criminales condenados a sus familias, sobre todo durante las fiestas” y “probablemente se inclinaban la mayoría de las veces por apoyar las costumbres de entierro judías” para evitar más conmoción5. Tal detalle está presente en los Evangelios, como se ve cuando José de Arimatea pidió el cuerpo de Jesús (durante una fiesta judía) y luego Pilato permitió que Jesús fuera enterrado adecuadamente6.
La sola mención de José de Arimatea también es digna de mención. Era un miembro del Sanedrín judío que, hasta este punto de los Evangelios, no se había mencionado en absoluto. Si la historia del entierro y la Resurrección se hubiera inventado en una fecha posterior, es poco probable que se hubiera mencionado a un líder judío de forma tan positiva, ya que podría haberse cambiado fácilmente por otro discípulo más conocido7.

Los primeros rumores registrados en Mateo 27:64 sobre una tumba vacía también dan credibilidad al relato de la Resurrección: “Si nadie había sugerido tal cosa” antes de que Mateo escribiera su Evangelio, explican Wright y Bird, “es difícil imaginar que los cristianos metieran la idea en la cabeza de la gente inventando cuentos que dijeran que sí”. Incluso en el siglo II d. C. se seguían relatando robos de este tipo, “lo que, por supuesto, supone que la tumba estaba vacía y que no se encontró el cuerpo”8. Basándose en estos detalles, los eruditos sostienen que la conclusión más creíble es que la tumba se encontró realmente vacía9.

Los testigos oculares del Nuevo Testamento

Sin embargo, los testigos más convincentes de la Resurrección proceden de quienes vieron personalmente a Jesús resucitado con sus propios ojos. Sin estos testigos clave, la tumba vacía podría ser fácilmente descartada como fantasiosa o como un robo.

Existen pruebas de que todos los Evangelios reflejan relatos directos de testigos oculares del descubrimiento de la tumba y de haber visto al Señor resucitado10. Por ejemplo, Wright y Bird señalan que estos relatos evangélicos “permanecen sin adornos bíblicos”11. Pero si estos relatos del Nuevo Testamento se hubieran inventado en una fecha posterior, es probable que apelaran a cualquier número de escrituras proféticas del Antiguo Testamento (como Ezequiel 37:2-6 o Daniel 12:2-3). “Algo más estaba dando forma a la narración: un encuentro personal del que se daba testimonio, un testimonio que, por tanto, estaba arraigado en la historia”12.

Las antiguas y sólidas tradiciones atribuyen el primero y el cuarto de los Evangelios del Nuevo Testamento a los apóstoles Mateo y Juan13. Estos apóstoles estuvieron entre los que vieron a Jesús resucitado en múltiples ocasiones: en Jerusalén (Lucas 24:36-43; Juan 20:19-29), a orillas del Mar de Galilea (Juan 21:1-14), en el monte designado en Galilea (Mateo 28:16-20), y en Su ascensión al cielo desde el Monte de los Olivos entre Jerusalén y Betania (Lucas 24:50; Hechos 1:10-12). Sus testimonios están sellados con autoridad apostólica basada en repetidas experiencias de testigos oculares.

La gran cantidad de testigos también es reveladora. Además de su propio testimonio, Pablo dijo a los corintios que Pedro, los Doce Apóstoles, Santiago el hermano de Jesús y un grupo de quinientas personas también habían visto y dado testimonio de que Jesucristo había resucitado (véase 1 Corintios 15:5-8)14. Pablo incluso señaló que “la mayor parte [de los testigos oculares] permanecen hasta el presente”, lo que permitía a quienes dudaban de su experiencia comprobarlo con los testigos aún vivos (1 Corintios 15:6). En resumen, la Resurrección seguía en la memoria viva de la Iglesia y no podía descartarse sin ignorar a multitudes de personas que habían visto y oído por sí mismas al Salvador resucitado.

También es significativo que, en los relatos evangélicos, los primeros testigos de la Resurrección fueran las mujeres fieles que acudieron al sepulcro de Jesús el domingo por la mañana15. A ellas les dijo el ángel: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado” (Lucas 24:5-6), y fueron estas mismas mujeres a las que Jesús se apareció personalmente poco después. En el mundo antiguo, las mujeres eran consideradas testigos poco fiables y, por tanto, no podían ofrecer un testimonio legalmente vinculante. Por lo tanto, es inverosímil que una historia inventada en la antigüedad se basara en mujeres como testigos iniciales clave16.

Además, tanto en el judaísmo como en el mundo grecorromano de la época existía una gran variedad de creencias sobre la vida después de la muerte. Cada tradición aceptaba la existencia de espíritus o fantasmas, pero los testigos oculares dejan claro que no tuvieron simplemente una experiencia visionaria en la que el espíritu de Jesús viniera a ellos17. El propio Jesús abordó esta preocupación cuando preguntó a sus discípulos: “¿Por qué estáis turbados y surgen dudas en vuestros corazones? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo” (Lucas 24:38-39, énfasis añadido)18.

Testigos oculares adicionales en la Escritura de la Restauración

Además de contar con estos importantes testigos bíblicos, los Santos de los Últimos Días son bendecidos con aún más testigos de la Expiación y Resurrección de Jesucristo. En el Libro de Mormón, una multitud de “unas dos mil quinientas almas” vieron, oyeron y tocaron a Jesús el primer día de Su ministerio postmortal en las Américas (3 Nefi 11:7-17; 17:25). Esta multitud luego corrió la voz de modo que al día siguiente cuando Él apareció de nuevo, “tan grande era la multitud, que hicieron que se dividiese en doce grupos” (3 Nefi 19:5)19. Jesús volvería a ministrar a los doce que había seleccionado (3 Nefi 27), y tres siglos más tarde, ministró a los profetas y registradores Mormón y Moroni (Mormón 1:15; Éter 12:39).

Otros testigos de la Resurrección aparecen en los tiempos modernos. José Smith vio a Dios el Padre y a Su Hijo Jesucristo en la Arboleda Sagrada (véase José Smith-Historia 1:15-20), y Cristo se apareció, en al menos diez ocasiones, a un total de al menos otras veintitrés personas en Kirtland, Ohio20. La realidad de la Resurrección del Señor ha sido declarada continuamente por los profetas y apóstoles de Jesucristo de los Últimos Días al mundo entero21.

El porqué

Debido a los muchos informes que se han dado sobre la Expiación y la Resurrección de Jesucristo, las personas de todas partes pueden reconocer y abrazar con gozo las poderosas y eternas consecuencias de estos dos acontecimientos que benefician a toda la familia humana. Como enseñó el presidente Dallin H. Oaks: “La resurrección nos da la perspectiva y la fortaleza para sobrellevar los desafíos terrenales que afrontamos cada uno de nosotros y las personas que amamos. Nos da una nueva manera de ver las deficiencias físicas, mentales o emocionales que tenemos al momento de nacer o que adquirimos durante la vida terrenal. Nos da la fortaleza para sobrellevar tristezas, fracasos y frustraciones. Gracias a que cada uno de nosotros tiene una resurrección garantizada, sabemos que esas deficiencias y oposiciones terrenales son solamente temporales”22.
El conocimiento de la Resurrección da a las personas “razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15). El profeta Abinadí enseñó: “Y si Cristo no hubiese resucitado de los muertos… no habría habido resurrección. Mas hay una resurrección; por tanto, no hay victoria para el sepulcro, y el aguijón de la muerte es consumido en Cristo”, consumido “en la esperanza de gloria” (Mosíah 16:7-8; Alma 22:14). Debido a que Jesucristo resucitó de entre los muertos, la promesa de la resurrección está garantizada para todos los hijos de Dios.

La Resurrección de Jesucristo nos da esperanza. Es la razón por la que podemos tener esperanza incluso cuando nos enfrentamos a desafíos y pruebas. Gracias a la Resurrección, podemos volver a ver a nuestros seres queridos. El padre que ha perdido a su hijo, el hijo que ha perdido a sus padres, aquellos que nunca han conocido a sus antepasados, todos ellos podrán tener la esperanza de una reunión gozosa con ellos y con el Señor en un día futuro.

En última instancia, la esperanza de la Resurrección es de paz y alegría: “[Jehová el Señor enjugará] toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra, porque Jehová lo ha dicho” (Isaías 25:8; cf. Apocalipsis 21:4)23. Tal es la promesa del Salvador Jesucristo: “En el mundo tendréis aflicción. Pero confiad; yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Otras lecturas

Julie M. Smith, “The Resurrection”, en New Testament History, Culture, and Society: A Background to the Texts of the New Testament, ed. Lincoln H. Blumell (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2019), 377–392.

Andrew C. Skinner, “In Praise of the Resurrection of Jesus Christ: The Culmination of His Saving Work”, en Thou Are the Christ, the Son of the Living God: The Person and Work of Jesus in the New Testament, ed. Eric D. Huntsman, Lincoln H. Blumell y Tyler J. Griffin (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2018), 26–48.

J. Peter Hansen, “Paul the Apostle: Champion of the Doctrine of the Resurrection”, en Go Ye into All the World: Messages of the New Testament Apostles, ed. Ray L. Huntington, Patty Smith, Thomas A. Wayment y Jerome M. Perkins (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2002), 13–26.

El Cristo Viviente: El Testimonio de los Doce Apóstoles.

1.Questions and Answers, 8 May 1838”, pág. 44, The Joseph Smith Papers, en línea en josephsmithpapers.org.
2. Julie M. Smith señala que “Pablo comienza [1 Corintios 15] diciendo que transmitió a la audiencia ‘primeramente’ (15:3) el mensaje de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. En este contexto, ‘primeramente’ señala la importancia (no necesariamente la cronología) de este mensaje y constituye así la creencia de Pablo en la relevancia primordial de la resurrección de Jesucristo”. Julie M. Smith, “The Resurrection”, en New Testament History, Culture, and Society: A Background to the Texts of the New Testament, ed. Lincoln H. Blumell (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2019), 378. Para un análisis más profundo de la predicación de Pablo sobre la Resurrección de Jesús, véase N. T. Wright and Michael F. Bird, The New Testament in Its World: An Introduction to the History, Literature, and Theology of the First Christians (Grand Rapids, MI: Zondervan Academic; London, UK: Society for Promoting Christian Knowledge, 2019), 296–315; J. Peter Hansen, “Paul the Apostle: Champion of the Doctrine of the Resurrection”, en Go Ye into All the World: Messages of the New Testament Apostles, ed. Ray L. Huntington, Patty Smith, Thomas A. Wayment y Jerome M. Perkins (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2002), 13–26.
3. Wright and Bird, New Testament in Its World, 321. Véase también N. T. Wright, The Resurrection of the Son of God (Minneapolis, MN: Fortress Press, 2003), 321–326.
4. Wright y Bird, New Testament in Its World, 317.
5. Wright y Bird, New Testament in Its World, 317–318.
6. Véase Mateo 27:57–60; Marcos 15:42–47; Lucas 23:50–56; Juan 19:38–42.
7. Wright and Bird, New Testament in Its World, 318.
8. Wright y Bird, New Testament in Its World, 318, 325. Véase Justino Mártir, Diálogo con Trifón, 108. Véase también William Lane Craig, “The Empty Tomb of Jesus”, en Gospel Perspectives: Studies of History and Tradition in the Four Gospels, 6 vols., ed. R. T. France y David Wenham (Eugene, OR: Wipf and Stock, 1981), 2:193–194.
9. Para otra discusión sobre la realidad de la tumba vacía, véase Craig, “Empty Tomb of Jesus”, 173–200.
10. Véase Richard Bauckham, Jesus and the Eyewitnesses: The Gospels as Eyewitness Testimony, 2da. ed. (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2017).
11. Wright y Bird, New Testament in Its World, 317.
12. Wright y Bird, New Testament in Its World, 317. Véase también Craig, “Empty Tomb of Jesus”, 191–192.
13. Los primeros padres de la Iglesia, como Papías, Ireneo y Eusebio, relacionaron estos dos Evangelios con el Apóstol correspondiente que les da nombre. Aunque la erudición moderna ha reexaminado muchos aspectos de la autoría bíblica, sigue habiendo muchos argumentos convincentes a favor de la atribución tradicional de cada relato. Para argumentos a favor de la autoría de Mateo y Juan, específicamente, véase W. F. Albright and C. S. Mann, Matthew (New York, NY: Doubleday, 1971), clxxvii–clxxxvi; and C. Wilfred Griggs, “The Testimony of John”, en Studies in Scripture, vol. 5 of 8, The Gospels, ed. Kent P. Jackson y Robert L. Millet (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1986), 110, respectivamente.
14. Para una breve discusión sobre los testigos de la Resurrección, véase Andrew C. Skinner, “In Praise of the Resurrection of Jesus Christ: The Culmination of His Saving Work”, en Thou Art the Christ, the Son of the Living God: The Person and Work of Jesus in the New Testament, ed. Eric D. Huntsman, Lincoln H. Blumell y Tyler J. Griffin (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2018), 43–47.
15. Véase Mateo 28:1–10, Marcos 16:1–11, Lucas 24: 1–11 y Juan 20:1–18.
16. Véase Wright and Bird, New Testament in Its World, 319: “El hecho de que el testimonio de una mujer careciera de valor legal en el mundo antiguo significa que no constituiría el motivo más seguro para fabricar una historia si se quería obtener una aprobación generalizada”. Véase también Craig, “Empty Tomb of Jesus”, 192.
17. Véase Wright and Bird, New Testament in Its World, 264–295, y N. T. Wright, The Challenge of Jesus: Rediscovering Who Jesus Was and Is (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1999), 133–137, para un análisis de las distintas creencias sobre la vida después de la muerte en tiempos del Nuevo Testamento. Wright and Bird, New Testament in Its World, 320, analiza los relatos de la Resurrección a la luz de las creencias sobre espíritus o fantasmas.
18. Para un análisis de la frase “carne ni huesos” en Lucas 24, especialmente contrastada con la frase “carne y sangre” en 1 Corintios 15:50, véase William Lane Craig, “The Bodily Resurrection of Jesus”, en Gospel Perspectives, 1:68–70.
19. Joshua Gehly ha observado, “si el Libro de Mormón es un milagro moderno e inspirado desde el cielo, entonces Jesucristo está definitivamente vivo y ascendió al cielo. La verdad del Libro de Mormón fortalecería abrumadoramente la veracidad de las proclamaciones del Nuevo Testamento. Documentaría una atestiguación intercontinental e independiente del Cristo resucitado. El Libro de Mormón … tiene las llaves de la evidencia más fuerte en apoyo de Jesucristo jamás ofrecida a la humanidad”. Joshua Gehly, Witnessing Miracles: Historical Evidence for the Resurrection and the Book of Mormon (Monongahela, PA: The Church of Jesus Christ, 2022), 15.
20. Véase Karl Ricks Anderson, The Savior in Kirtland: Personal Accounts of Divine Manifestations (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2012), para un análisis exhaustivo de estas apariciones milagrosas de Jesús.
21. Véase EL CRISTO VIVIENTE EL TESTIMONIO DE LOS APÓSTOLES para una declaración clara de la condición de un Jesús vivo y resucitado como Hijo de Dios.
22. Dallin H. Oaks, “¿Qué ha hecho nuestro Salvador por nosotros?” Conferencia general de abril de 2021.
23. Véase David Larson, “Death Being Swallowed Up in Netzach in the Bible and the Book of Mormon”, BYU Studies Quarterly 55, no. 4 (2016): 123–134; Evidence Central, “Book of Mormon Evidence: Swallowed Up in Netzach”, Evidence #0332, April 19, 2020, en línea en evidencecentral.org.

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Referencia a las escrituras

Traducido por Central del Libro de Mormón