Si Jesús nació en Belén, ¿por qué Alma dice que habría nacido en Jerusalén?
Aporte del Equipo de Central del Libro de Mormón

Si Jesús nació en Belén, ¿por qué Alma dice que habría nacido en Jerusalén?

Si Jesús nació en Belén, ¿por qué Alma dice que habría nacido en Jerusalén?

mayo 30, 2018
Por BMC Team

En una profecía acerca de la venida del Salvador, el sumo sacerdote nefita Alma dijo “Y he aquí, nacerá de María, en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados” (Alma 7:10, énfasis añadido). Después de un comentario publicado en 1831 por Alexander Campbell, algunos lectores han notado con no poca diversión que el Libro de Mormón parece decir que Jesús nació en la ciudad de Jerusalén, no en el pueblo de Belén.1 Pero en la declaración de Alma a las personas de Gedeón, él no se refería a un pueblo específico, sino que profetizó que Jesús nacería en la “tierra” de la cual venía la familia de Lehi.

La pequeña ciudad de Belén está a tan solo 8 millas del centro de Jerusalén, que era la capital política y religiosa de la tierra natal de Lehi. Belén era conocida como el hogar del Rey David, pero lo demás era visto como un lugar insignificante en los días de Lehi. De hecho, evidencia arqueológica actual sugiere que en o cerca del tiempo de Lehi, Belén fue un “asentamiento satelital” para Jerusalén.2 Una bula fiscal (impresión de sello de arcilla) encontrada en Jerusalén e inscrita con el nombre Belén fue descubierta y datada al siglo VII a.C,3 lo que indica que Belén estaba “vinculada a la ciudad cercana de Jerusalén” en este momento.4

Belén habría sido insignificante para la audiencia de Alma en la tierra nefita de Zarahemla. A los nefitas les importaba poco la monarquía davídica, y para el día de Alma habían estado lejos de la tierra de Israel por más de 500 años. Por lo tanto, Alma naturalmente se habría referido en general a la tierra donde nacería Jesús y no a un suburbio periférico oscuro.

Además, referirse a Jerusalén y sus alrededores como una “tierra” era un uso geográfico apropiado. Por ejemplo, se puede encontrar en las tabletas de El Amarna en Egipto, que datan del siglo XIV a.C. Estas tabletas eran desconocidas en 1829 y fueron descubiertas en el Alto Egipto en 1887, mucho después de que el Libro de Mormón fuera traducido y publicado. El antiguo escritor de estos textos conocía el acadio y los asuntos de las tierras de Jerusalén. Se refirió a “la tierra de Jerusalén” en un lenguaje similar al de Alma. La antigua tableta dice:

Y ahora en cuanto a Jerusalén – He aquí esta tierra pertenece al rey”

“Pero ahora, incluso una ciudad de la tierra de Jerusalén, Bit-Lahmi por su nombre, una ciudad perteneciente al rey, se ha pasado al lado de la gente de Keilah”.5

 

De acuerdo con el Profesor William F. Albright, quien tradujo este texto, Bit-Lahmi “es una referencia casi segura a la ciudad de Belén, que aparece así por primera vez en la historia”.6 Algunos estudiosos han cuestionado esta identificación, pero permanece ampliamente aceptada por los eruditos bíblicos hoy.7 El texto de Amarna no solo considera a Jerusalén como una “tierra”, sino que este texto también habla de Belén (el pueblo donde Jesús más tarde nacería) como perteneciente a la “tierra de Jerusalén”. Por lo tanto, el fraseo específico de la profecía de Alma se encuentra en excelente conformidad antigua.

Aporte del equipo de español

Sobre el uso del nombre propio, “Jerusalén”, en el mundo antiguo:

Y he aquí, nacerá de María, en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados (Alma 7:10)

¿Dónde nació Jesús?

Todos saben la respuesta: nació en Belén. Para algunos podrá ser difícil comprender por qué Alma dijo algo distinto. Alguien que quisiera en verdad entender Alma 7:10 preguntaría mejor, “¿Por qué habría dicho, Alma, que Jesús nacería en la tierra de Jerusalén?”, lo cual sí tiene respuesta. Un análisis del contexto de las Escrituras, la Biblia y el Libro de Mormón, revela que Alma estaba hablando de acuerdo con su cultura israelita. La Biblia usa el nombre propio de Jerusalén para referirse a no solo la ciudad cercada sino todo el reino de Judá.

Después de la muerte del rey Salomón, el reino de Israel se dividió en dos partes ( 1 Rey 12:17-20 ). La capital del reino del norte (conocido como Israel) era Samaria ( 16:23-24 ) y la capital del reino del sur (conocido como Judá) era Jerusalén ( 12:21 ). Durante siglos, se refería a los reinos por su capital. Incluso, muchas veces se hablaba de Jerusalén y Samaria como si fueran personas, y al hacerlo se hablaba también del pecado de cada pueblo. Esta personificación se ve en varios pasajes de la Biblia:

Isaías 10:10-11 (Escrito más de cien años antes del Libro de Mormón): Como mi mano ha hallado los reinos de los ídolos, y sus imágenes talladas excedían a las de Jerusalén y de Samaria; como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos?

Miqueas 1:1, 5 (Escrito cien años antes de empezar el Libro de Mormón): La palabra de Jehová que vino a Miqueas de Moreset en los días de Jotam, de Acaz y de Ezequías, reyes de Judá; lo que vio sobre Samaria y Jerusalén. … Todo esto por la rebelión de Jacob y por los pecados de la casa de Israel. ¿Cuál es la rebelión de Jacob? ¿No es Samaria? ¿Y cuáles son los lugares altos de Judá? ¿No es Jerusalén?

Ezequiel 23:4 (Poco después la derrota del reino de Judá, la tierra de Jerusalén, y después de empezar el Libro de Mormón): Y la mayor se llamaba Ahola; y su hermana, Aholiba. Ellas fueron mías y dieron a luz hijos e hijas. Y se llamaron: Samaria, Ahola; y Jerusalén, Aholiba

2 Reyes 21:13 (Puesto que relata la derrota de Jerusalén, fue escrito después del comienzo del Libro de Mormón): Y mediré a Jerusalén con el mismo cordel que a Samaria, y con la misma plomada que a la casa de Acab; y yo limpiaré a Jerusalén como se limpia un tazón que, después que se ha limpiado, se pone boca abajo.

En estos ejemplos, el nombre propio “Jerusalén” representaba todo el reino de Judá, no solo la ciudad.8 Para Jehová mismo, Jerusalén identificaba todo el reino del sur.

El Libro de Mormón sigue el mismo patrón. Dicho lo anterior, es importante notar que los mismos versículos de Isaías, también fueron citados por un profeta del Libro de Mormón:

2 Nefi 20:10-11 (véase Isaías 10:10-11 ): Así como mi mano ha establecido los reinos de los ídolos, y cuyas imágenes grabadas han sobrepujado a las de Jerusalén y a las de Samaria, ¿no haré con Jerusalén y sus ídolos como hice a Samaria y sus ídolos?

Si Nefi era originario de Jerusalén, es fácil deducir que él y su pueblo pudieron haber sabido hablar de Jerusalén como un reino, además de una ciudad. Estos dos pueblos (el del mundo nuevo y el del antiguo) parecen haber estado familiarizados con esa forma de referirse a las tierras del mundo antiguo. El nombre propio de “Jerusalén” se usaba para identificar todo un reino. Las mismas palabras de Alma apoyan esta conclusión.

Alma 7:10: Y he aquí, nacerá de María, en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados, y siendo ella virgen, un vaso precioso y escogido, a quien se hará sombra y concebirá por el poder del Espíritu Santo, dará a luz un hijo, sí, aun el Hijo de Dios.

Alma identifica que el lugar será “en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados”. No dice “la ciudad de nuestros antepasados” sino “la tierra de nuestros antepasados”. El Libro de Mormón está lleno de este uso del nombre propio de Jerusalén, o sea, de hablar del mundo antiguo como la “tierra de Jerusalén”.

Helamán 16:19 : Sí, ¿por qué no se ha de mostrar [Jesucristo] en esta tierra, así como en la tierra de Jerusalén?

Mormón 3:18-19: … sí, he aquí, escribo a todos los extremos de la tierra; sí, a vosotras, doce tribus de Israel, que seréis juzgadas según vuestras obras por los doce que Jesús escogió en la tierra de Jerusalén para que fuesen sus discípulos. Y escribo también al resto de este pueblo, que igualmente será juzgado por los doce que Jesús escogió en esta tierra; y estos serán juzgados por los otros doce que Jesús escogió en la tierra de Jerusalén.

Por lo tanto, para los nefitas, la “tierra de Jerusalén” era todo el mundo viejo que había dejado el padre Lehi. Ellos no conocían las ciudades y pueblos de los reinos de Judá e Israel. Solo sabían que sus padres habían abandonado “la tierra de Jerusalén”. En un pasaje de Helamán, la misma palabra se usa de dos maneras distintas:

Helamán 8:21: ¿Y negaréis ahora que la ciudad de Jerusalén fue destruida? ¿Diréis que los hijos de Sedequías no fueron muertos, todos salvo Mulek? Sí, ¿y no veis que la posteridad de Sedequías está con nosotros, y que fue echada de la tierra de Jerusalén?

De acuerdo con la Biblia, la ciudad de Jerusalén fue destruida ( 2 Rey 25:9-10 ) pero la familia de Sedequías, el rey, fue llevada del reino del sur, o sea, de la tierra de Jerusalén (2 Rey 25:7 ; Jeremías 52:10-11 ). Aquí vemos que el libro de Helamán habla tanto de la “ciudad” como también la “tierra” de Jerusalén.

Jerusalén era y es una cuidad. Es la cuidad de donde salieron Lehi y Nefi. Sin embargo, en la cultura israelita, Jerusalén era todo el reino del sur. Ya establecidos en el nuevo mundo, los nefitas empezaron a llamar toda la tierra de donde vinieron sus padres como la “tierra de Jerusalén”. Cuando Alma dijo que Jesús nacería “en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados”, hablaba como israelita y nefita, completamente envuelto en su cultura pasada y presente. No es posible que José Smith, de veinticuatro años y sin estudios, se haya podido preparar de antemano para incluir un concepto que no solo siguiera la costumbre de la Biblia sino que también estuviera cien porciento consistente con el resto del libro, supuestamente inventado.

1. Alexander Campbell, “Delusions,” Millennial Harbinger (Febrero 7, 1831): 93

2. Nadav Naʾaman, “Josiah and the Kingdom of Judah,” en Good Kings and Bad Kings: The Kingdom of Judah in the Seventh Century BCE, ed. Lester L. Grabbe (New York, NY: T&T Clark, 2005), 198–199 explica que Jerusalén en el tiempo de Josías pudo haber gobernado un distrito (o “tierra”) que abarcaría “asentamientos satélites directamente conectados con Jerusalén propiamente dicha.”

3. Ronny Reich, “A Fiscal Bulla from the City of David,” Israel Exploration Journal 62, no. 2 (2012): 200–205.

4. “Ancient Bethlehem Seal Unearthed in Jerusalem,” Phys.org, May 23, 2012, en línea en https://phys.org/news/2012- 05-ancient-bethlehem-unearthed-jerusalem.html (accesado el 6 de diciembre, 2017).

5. W. F. Albright, trans., “The Amarna Letters,” en The Ancient Near East: An Anthology of Texts and Pictures, ed. James B. Pritchard (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2011), 437–440.

6. Albright, “The Amarna Letters,” 440 no. 15.

7. Véase Edward F. Campbell Jr., Ruth: A New Translation with Introduction, Notes, and Commentary, Anchor Bible 7 (New York, NY: Double Day, 1975), 54; R. Dennis Cole, “Bethlehem,” en Eerdmans Dictionary of the Bible, ed. David Noel Freedman (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans, 2000), 172–173; Markus Bockmuehl, This Jesus: Martyr, Lord, Messiah (New York, NY: T&T Clark, 2004), 25; Eugen J. Pentiuc, Jesus the Messiah in the Hebrew Bible (New York/Mahwah, NJ: Paulist Press, 2006), 137 n. 67; Jerome MurphyO’Connor, Keys to Jerusalem: Collected Essays (New York, NY: Oxford University Press, 2012), 5.

8. Decir “Jerusalén” no pudo haberse referido solamente a ciudad amurallada. Apocalipsis 11:8, hablando de la muerte de dos testigos en los últimos días, dice: “Y sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado”. Esta es una referencia a la ciudad de Jerusalén. Jesucristo fue crucificado afuera de la ciudad (Lucas 23:26, 33). Por lo tanto, Jerusalén era más que la ciudad cercada.

Lecturas relacionadas

Neal Rappleye, “ Letters of ʿAbdu-Ḫeba (EA 285–290) ,” Nephite History in Context 2 (Diciembre 2017): 6–13.

Neal Rappleye, “ Bethlehem Bulla ,” Nephite History in Context 2 (Diciembre 2017): 14–17.

Hugh Nibley, Lehi in the Desert (Salt Lake City, UT: FARMS and Deseret Book, 1988), 6–7.

John W. Welch, ed., Reexploring the Book of Mormon (Salt Lake City: FARMS and Deseret Book, 1992), 170–172.

John W. Welch and Melvin J. Thorne, eds., Pressing Forward with the Book of Mormon (Provo: FARMS, 1999), 139–141.