/ KnoWhys

KnoWhy #455

¿Qué nos enseña Mary Whitmer acerca de soportar las pruebas?

noviembre 7, 2018
KnoWhy #455
"Mary Whitmer and Moroni" (Mary Whitmer y Moroni por Robert T. Pack
"Mary Whitmer and Moroni" (Mary Whitmer y Moroni por Robert T. Pack
“Por tanto, el Señor Dios procederá a sacar a luz las palabras del libro; y en la boca de cuantos testigos a él le plazca, establecerá su palabra; y, ¡ay de aquel que rechace la palabra de Dios!”
2 Nefi 27:14

El conocimiento

Los tres y ocho testigos de las planchas de oro destacan en la historia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Sus testimonios están entre las primeras palabras que muchos leen en el Libro de Mormón y mantuvieron sus testimonios hasta el fin de sus vidas a pesar de las pruebas y desacuerdos personales con José Smith.1

Pero hay testigos “no oficiales”,2 incluyendo algunas de las mujeres prominentes de la restauración temprana. También defendieron lo que vieron, oyeron y sintieron a través de desafectos, dificultades y juicios. Y sus nombres e historias deben ser recordados.

En honor a Lyne Hilton Wilson, Book of Mormon Central recientemente encargó este trabajo, "Mary Whitmer and Moroni" (Mary Whitmer y Moroni) por Robert T. Pack
En honor a Lyne Hilton Wilson, Book of Mormon Central recientemente encargó este trabajo, “Mary Whitmer and Moroni” (Mary Whitmer y Moroni) por Robert T. Pack

Entre estas mujeres, Mary Whitmer es única. Aparte de los tres y ocho testigos, que incluían a sus hijos, ella es la única persona que se sabe que vio las planchas de oro. Su experiencia fue increíble y su importancia, tanto para ella como para el trabajo de traducción, no debe ser subestimada.

José Smith y Oliver Cowdery comenzaron la traducción del Libro de Mormón en abril de 1829, pero la persecución se intensificó rápidamente. Finalmente, por seguridad, y para que el trabajo pudiera continuar sin interrupciones, José, Emma y Oliver se mudaron a la casa de la familia Whitmer en Fayette, Nueva York.

Aunque los milagros acompañaron su decisión de ayudar al joven profeta y su familia, la decisión de acoger y apoyar a tres adultos más no fue fácil.3 Peter y Mary Whitmer tenían una familia numerosa, y la carga recaería especialmente en Mary.4 Con José y Oliver concentrados en la traducción y contribuyendo un poco a su propio mantenimiento, a Mary le tocó el peso de “cocinar, limpiar y atender a las visitas”.5

David Whitmer dijo que su madre nunca se quejó de la carga, pero pudo haber sentido que el trabajo era demasiado.6 José y Oliver, quienes se cansaban durante la traducción, “a menudo tiraban rocas sobre el estanque”.7 Elvira Mills relató que “[Mary] pensó que ellos tal vez podrían llevarle un balde con agua o cortar un poco de leña en vez de tirar rocas sobre el estanque” y “[ella] estaba a punto de ordenarles que se fueran de la casa”.8

Sin embargo, un día, en el transcurso de sus tareas, fue al granero y conoció a un extranjero que llevaba una mochila. Aunque al principio estaba asustada por la presencia de esta persona, “él le habló con un tono amable y amistoso y comenzó a explicarle la naturaleza de la obra que se estaba llevando a cabo en su casa y fue llena de una alegría y una satisfacción inexpresable”.9

El hombre, un mensajero celestial, abrió su mochila y le mostró a Mary un paquete de planchas, y “dio vuelta a las hojas del libro de planchas, hoja por hoja y también le mostró los grabados sobre estas”. Él le dijo a ella que “fuera paciente y fiel en soportar su carga un poco más” y le hizo la promesa de que si Mary lo hacía, “ella sería bendecida; y su recompensa sería segura, si era fiel hasta el final”.10

“Desde ese momento”, relató su nieto décadas después, “mi abuela pudo realizar sus quehaceres domésticos con relativa facilidad y ella no sintió más inclinación de murmurar porque su situación era difícil”.11

De su testimonio, él dijo: “Sabía que mi abuela era una mujer buena, noble y veraz, y no tengo la menor duda de que su declaración con respecto de haber visto las planchas sea estrictamente verídica. Ella era una firme creyente en el Libro de Mormón hasta el día de su muerte”.12

El porqué

Sin el apoyo de Mary Whitmer, la traducción del Libro de Mormón se habría detenido en seco. La apariencia del mensajero con las planchas proveyó a Mary el consuelo espiritual y físico que necesitaba para ayudar a que la obra siguiera adelante.

Mary fue la única mujer de quien se sabe que realmente vio las planchas. Más allá de esto, el testimonio de la mamá Whitmer sobre la realidad de las planchas de oro llegó antes de que los tres y ocho testigos recibieran su propio testimonio.13 Esto es importante. Mientras que su testimonio no fue canonizado junto con los de sus hijos, su mera existencia—la realidad de la aparición del mensajero a ella con las planchas—sirve como un recordatorio importante de que el Señor está atento a las oraciones y necesidades de todos sus hijos, hombres y mujeres.

En nuestras vidas y pruebas personales, es posible que no tengamos un testimonio tangible como el que ella experimentó. En su lugar, podemos tener la bendición de las esposas de los hijos de Lehi, en medio de un desierto espiritual, de ser fuertes y cargar nuestros viajes sin murmurar (1 Nefi 17:2). Podemos recibir las bendiciones del pueblo de Alma, quienes en medio de sus persecuciones, escucharon la voz del Señor diciendo: “Alzad vuestras cabezas y animaos… aliviaré las cargas que pongan sobre vuestros hombros, de manera que no podréis sentirlas” (Mosíah 24:12-15). También podemos recibir la bendición de Abish, quien en medio del tumulto, pudo alcanzar la mano de una compañera hija de Dios, quien alivió su dolor (Alma 19:28-29). Podemos recibir la fortaleza de las madres de los dos mil jóvenes lamanitas, de no dudar de que Dios los liberaría (Alma 56:47-48).

Tal como lo hizo con Mary Whitmer y muchos hombres y mujeres a lo largo de las Escrituras, el Señor hablará a cada uno de nosotros en nuestros tiempos de necesidad. Cada uno puede recibir su propio testimonio de la veracidad de la obra.

Otras lecturas

Amy Easton-Flake y Rachel Cope, “A Multiplicity of Witnesses: Women and the Translation Process”, en The Coming Forth of the Book of Mormon: A Marvelous Work and a Wonder, ed. Dennis L. Largey, Andrew H. Hedges, John Hilton III y Kerry Hull (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Religious Studies Center, Brigham Young University, 2015), 133-53.

Richard L. Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses (Salt Lake City, Utah: Deseret Book, 1989).

Glenn Rawson, “Mother Whitmer and the Angel” en Signs, Wonders, and Miracles: Extraordinary Stories from Early Latter-day Saints, ed. Glenn Rawson y Dennis Lyman (American Fork, UT: Covenant Communications, 2015), 169–171.

Royal Skousen, “Another Account of Mary Whitmer’s Viewing of the Golden Plates”, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 10 (2014): 35-44.

Janiece Johnson y Jennifer Reeder, The Witness of Women: Firsthand Experiences and Testimonies from the Restoration (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2016), 29–31.

 

1. Para conocer más sobre los testigos y su papel profetizado, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Quiénes son los ‘pocos’ a los que se les permitió ver las planchas? (2 Nefi 27:12-13)KnoWhy 54, (8 de marzo de 2017).
2. Para conocer a otro testigo femenino fascinante de la traducción del Libro de Mormón, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Cómo fue Sally Conrad un testigo del Libro de Mormón? (Alma 37:23)“, KnoWhy 385, (27 de junio de 2018).
3. Richard L. Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1989), 30.
4. Amy Easton-Flake y Rachel Cope, citando un estudio sobre la agricultura de 1862, nos recuerdan que la esposa del granjero “trabajaba más duro y soportaban más que en cualquier otro tiempo”. Véase Amy Easton-Flake y Rachel Cope, “A Multiplicity of Witnesses: Women and the Translation Process”, en The Coming Forth of the Book of Mormon: A Marvelous Work and a Wonder, ed. Dennis L. Largey, Andrew H. Hedges, John Hilton III y Kerry Hull (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Religious Studies Center, Brigham Young University, 2015), 134.
5. Easton-Flake y Cope, “A Multiplicity of Witnesses”, 134.
6. Easton-Flake y Cope, “A Multiplicity of Witnesses”, 134-135.
7. Royal Skousen, “Another Account of Mary Whitmer’s Viewing of the Golden Plates”, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 10 (2014): 39.
8. Skousen, “Another Account”, 39.
9. Janiece L. Johnson y Jennifer Reeder, The Witness of Women: Firsthand Experiences and Testimonies from the Restoration (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2016), 30-31.
10. Johnson y Reeder, The Witness of Women, 30-31. Richard Lloyd Anderson identificó a este mensajero como el mismo hombre que apareció a David Whitmer mientras estaba ayudando a transportar a José y Oliver a Fayette, N.Y. Anderson relata lo siguiente en su diario: “Y un hombre de edad avanzada alrededor de metro y medio, con cosas pesadas y sobre su espalda una mochila antigua del ejército atada sobre sus hombros y caminó junto al carro y se secó el sudor de su rostro, sonriendo muy amablemente. David le pidió que montara y él respondió: ‘Voy a cruzar el cerro Cumorah’. Poco después de que pasaron, se sintieron algo raro y se detuvieron, pero no pudieron ver nada de él aunque estaba todo claro. Y le preguntaron al Señor acerca de eso. Dijo que el Profeta se veía tan blanco como una sábana y dijo que era uno de los nefitas y que él tenía las planchas”. Véase Edward Stevenson, Journal, 23 de diciembre de 1877 citado en Richard L. Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1989), 30.
11. Johnson and Reeder, The Witness of Women, 30-31.
12. Johnson y Reeder, The Witness of Women, 30-31.
13. Esto sigue un patrón que el Señor establece en el Nuevo Testamento, cuando apareció a María Magdalena en la tumba del jardín antes de que apareciera a sus apóstoles.

Otros formatos

Compartir

Pinterest
Facebook
Twitter

Referencia a las escrituras

Traducido por Central del Libro de Mormón