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KnoWhy #253

¿Por qué Moroni incluyó la condena de Mormón sobre el bautismo infantil?

noviembre 21, 2017
KnoWhy #253
Recién nacido durmiendo, imagen vía LDS Media Library
“Mas los niños pequeños viven en Cristo, aun desde la fundación del mundo”
Moroni 8:12

El Conocimiento

Poco después de que Moroni comenzó su ministerio, recibió una carta de su padre que declaraba: “[S]i he sabido la verdad, ha habido disputas entre vosotros concernientes al bautismo de vuestros niños pequeños” (Moroni 8:5).1 Mormón explicó que esta situación lo “aflige en extremo, porque me aflige que surjan contenciones entre vosotros” (v. 4).

El hecho de que Mormón “inmediatamente… pregunt[ó] al Señor concerniente al asunto” sugiere que esta perversión teológica era una situación relativamente reciente entre su pueblo (Moroni 8:7). Una importante consideración es que los niños nefitas durante el ministerio de Mormón estaban en peligro de ser capturados por los lamanitas y los ofrecían como “sacrificio a sus ídolos” (Mormón 4:14).2 En este contexto, es entendible que los padres hayan tenido un incremento en la ansiedad por el bienestar de sus hijos.

También es plausible que el bautismo infantil inicialmente provino de fuera de la cultura nefita. Matthew Roper explicó que en la América precolombina, “las parteras aztecas bañaban ritualmente a los niños recién nacidos, invocando el poder purificador de la diosa Chalchiuhtlicue. En la práctica estaba implícito que los infantes podrían heredar la maldad e impureza al nacer”.3 Roper concluyó: “No es difícil imaginar que Mormón y Moroni estaban resistiendo tradiciones culturales similares que hacían penetrando peligrosamente en la iglesia de Cristo nefita”.4

De manera interesante, la controversia sobre el bautismo de niños entre los nefitas de alguna manera era similar a la situación en Europa y el Cercano Oriente, donde la “práctica del bautismo de niños emergió entre los cristianos en el siglo III d. C. y fue controversial por algún tiempo”.5 Orígenes, uno de los primeros padres de la iglesia que defendía la práctica “argumentó que el bautismo quita la contaminación del nacimiento”.6

En ambas situaciones, el problema no era que el creer en el poder de las ordenanzas del sacerdocio hubiera cesado completamente; en su lugar, fue porque el pueblo, como escribió Isaías: “[T]raspasaron las leyes, cambiaron la ordenanza, [y] quebrantaron el convenio sempiterno” (Isaías 24:5). Esto parece haber sido la misma situación en los días de Mormón, quien había mencionado que su pueblo “[pervertían] de esta manera las vías del Señor” (Moroni 8:16).7

En respuesta a la solicitud de Mormón, Jesucristo reveló que “los sanos no necesitan de médico sino los que están enfermos; por tanto, los niños pequeños son sanos, porque son incapaces de cometer pecado” (Moroni 8:8). Esta revelación llevó a Mormón a declarar con dureza: “[E]l que diga que los niños pequeños necesitan el bautismo niega las misericordias de Cristo y desprecia su expiación y el poder de su redención” (v. 20; compárese con Mosíah 3:11, 16).

El Porqué

En Mormón 8:35, Moroni se dirige directamente a los futuros lectores, declarando que “Jesucristo me os ha mostrado, y conozco vuestras obras” (Mormón 8).8 Con esto en mente, parece bastante posible que Moroni incluyera las cartas de Mormón porque entendía, ya sea por visión o por alguna otra manifestación espiritual, que el bautismo de niños sería un tema candente de debate entre las muchas denominaciones cristianas en los últimos días.9

Si es así, esta inclusión se puede considerar como el cumplimiento de un importante propósito del Libro de Mormón—unirse con la Biblia “para confundir las falsas doctrinas, y poner fin a las contenciones y establecer la paz” (2 Nefi 3:12).10 En este sentido, la carta de Mormón sigue el ejemplo de Jesucristo quien, al visitar el templo en la tierra de Abundancia, enseñó propiamente la manera correcta de bautizar. “De esta manera”, Él declaró, “bautizaréis; y no habrá disputas entre vosotros” (3 Nefi 11:22).11

La carta también demuestra cómo el Señor trabaja por medio de sus profetas escogidos para establecer los puntos doctrinales. Aparentemente Mormón, aunque lejos por la guerra, todavía tenía autoridad eclesiástica para declarar los pensamientos y voluntad del Señor para la iglesia. Él declaró: “He aquí, hablo con valentía, porque tengo autoridad de Dios; y no temo lo que el hombre haga” (Moroni 8:16).

Y sin embargo, Mormón también dejó claro que su decisión de guardar los mandamientos de Jesucristo fue hecha con amor. Él explicó: “[A]mo a los niños pequeñitos con un amor perfecto; y son todos iguales y participan de la salvación” (v. 17). Aunque es probable que hubiera padres que habrían sentido que sin el bautismo sus hijos estuvieran en un peligro espiritual o serían privados de las bendiciones, Mormón firmemente y aun amorosamente sostuvo el mandamiento que había recibido de Jesucristo.12 De esta manera, Mormón fue un ejemplo de “reprend[er] en el momento oportuno con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo; y entonces demostrando mayor amor” (DyC 121:43).

Por lo tanto, por incluir Moroni la carta de su padre, nos proporciona una aclaración doctrinal de las ordenanzas esenciales del sacerdocio, el modelo de un profeta recibiendo revelación para la iglesia y un ejemplo de cómo defender amorosa pero firmemente los mandamientos del Señor. Esta epístola no solo ofrece una plantilla importante para los primeros Santos de los Últimos Días, sino que sigue siendo relevante para las muchas disputas morales y las controversias doctrinales que surgen en las iglesias y las sociedades de hoy. Como Hugh Nibley explicó: “Los Santos de los Últimos Días siempre han sostenido que la guía, tanto en asuntos doctrinales como administrativos, puede llegar a la iglesia solo por revelación”.13

Otras Lecturas

Noel B. Reynolds, “Understanding Christian Baptism through the Book of Mormon,” BYU Studies Quarterly 51, no. 2 (2012): 3–37.

Tad R. Callister, The Inevitable Apostasy and the Promised Restoration (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2006), 221–230.

Matthew Roper, “The Baptism of Little Children in Pre-Columbian Mesoamerica,” Inisghts: A Window on the Ancient World 23 (2003): 2–3.

 

1. El tiempo de esta carta sigue siendo incierto. Después de desarrollar 13 criterios necesarios para evaluar la fecha de su composición, Alan C. Miner concluyó que tanto Moroni 8 como 9 fueron “escritos en algún momento dentro del año entre 375 y 376”. Véase Alan C. Miner, “A Chronological Setting for the Epistles of Mormon to Moroni,” Journal of Book of Mormon Studies 3, no. 2 (1994): 111. En un estudio diferente, Joseph M. Spencer propuso que “la primera carta de Mormón fue… producida en los años 345-50, mientras que su segunda carta se escribió entre los años 375-80”. Véase Joseph M. Spencer, “On the Dating of Moroni 8–9,” Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 22 (2016): 144.
2. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué los lamanitas sacrificaron a mujeres y niños a ídolos? (Mormón 4:14)”, KnoWhy 229 (Octubre 18, 2017).
3. Matthew Roper, “The Baptism of Little Children in Pre-Columbian Mesoamerica,” Insights: A Window on the Ancient World 23, no. 3 (2003): 2. Al revisar varias evidencias del bautismo de infantes en la América precolombina, Roper concluyó: “Así, la idea de que los niños pequeños que mueren no bautizados sufrirán tormento por su mal heredado o impureza no era peculiar del discurso estadounidense a principios del siglo XIX, como algunos detractores del Libro de Mormón han afirmado” (p. 2).
4. Matthew Roper, “Review of Mormonism: Shadow or Reality?Review of Books on the Book of Mormon 4, no. 1 (1992): 182–183.
5. Robert E. Parsons, “Infant Baptism, LDS Perspective,” Encyclopedia of Mormonism, 4 vols., ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992), 2:682.
6. Keith E. Norman, “Infant Baptism, Early Christian OriginsEncyclopedia of Mormonism, 2:682.
7. Para un estudio de cómo el Libro de Mormón arroja luz en el proceso de apostasía, véase John W. Welch, “Modern Revelation: A Guide to Research about the Apostasy,” en Early Christians in Disarray: Contemporary LDS Perspectives on the Christian Apostasy, ed. Noel B. Reynolds (Provo, UT: BYU Press and FARMS, 2005), 109: “El conocimiento y el beneficio de los convenios de Dios podrían perderse simplemente descuidando el cumplimiento de ordenanzas, o funciones del sacerdocio o convenios individuales como el Señor había enseñado. Cambiar y finalmente eliminar el aspecto del convenio del bautismo—por ejemplo, el pasar al bautismo de niños en lugar de la señal externa anterior del arrepentimiento de los adultos y la admisión del convenio en el redil de Dios—sería sintomático de la pérdida de uno de esos convenios”.
8. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué Moroni escribió tantas despedidas? (Mormón 8:1)”, KnoWhy 233 (Octubre 24, 2017).
9. Para una perspectiva SUD de las diversas visiones históricas del bautismo infantil, véase Tad R. Callister, The Inevitable Apostasy and the Promised Restoration (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2006), 221–230.
10. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Cuál fue el propósito de Mormón en escribir el Libro de Mormón? (Mormón 5:14)”, KnoWhy 230 (Octubre 19, 2017).
11. Debe notarse que la explicación que da Cristo acerca del bautismo fue entregada directamente a Nefi y a los otros discípulos a quienes el Señor eligió como líderes de su iglesia, y no a la congregación como un todo (véase 3 Nefi 11: 19-22). Este precedente ayuda a explicar por qué el Señor trabajó a través de Mormón, el líder de la iglesia que presidió en su tiempo, para resolver disputas doctrinales sobre el bautismo de infantes. Para un tratamiento de cómo el Libro de Mormón transmite la mente y la voluntad de Jesucristo, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Quién es el siervo del que habló Cristo? (3 Nefi 21:10)”, KnoWhy 215 (Septiembre 28, 2017).
12. Sobre la importancia de amar y cuidar a los niños, véase Neil L. Andersen, ” Cualquiera que los reciba, a mí me recibe“, Liahona, abril 2016, 49-52, en línea en lds.org.
13. Hugh Nibley, The World and the Prophets, The Collected Works of Hugh Nibley, Volume 3 (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1987), 97.

Traducido por Central del Libro de Mormón