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KnoWhy #493

¿Por qué los santos de los últimos días deben cuidarse de los artefactos fraudulentos?

enero 24, 2019
KnoWhy #493
Imagen compuesta de artefactos forjados, por Book of Mormon Central
Imagen compuesta de artefactos forjados, por Book of Mormon Central
“Porque he aquí, amados hermanos míos, os digo que el Señor Dios no obra en la obscuridad”
2 Nefi 26:23

El conocimiento

La existencia del Libro de Mormón ha motivado a los santos de los últimos días desde los tiempos de José Smith a encontrar evidencia que corrobore las afirmaciones históricas del libro. José Smith, en algunas ocasiones, ofreció argumentos especulativos para la autenticidad del libro a partir de lo que se conocía en sus días acerca de las antigüedades de la América antigua.1 Al principio de la vida del profeta, la desafortunada creación y circulación de artefactos no comprobados, falsificaciones modernas y otros engaños comenzaron. Algunos han conectado unas de estas falsificaciones al Libro de Mormón o a los santos de los últimos días específicamente, mientras que otros falsificaron artefactos que habían sido asociados indirectamente con el Libro de Mormón.

Las planchas de Kinderhook

En mayo de 1843, José Smith recibió seis pequeñas planchas de bronce con forma de campana con grabados sobre ellas. Supuestamente, las planchas se encontraron en una excavación en la ciudad de Kinderhook, Illinois y fueron llevadas al profeta con la esperanza de que tradujera los grabados. El apóstol Parley P. Pratt creyó que las planchas contenían “la genealogía de uno de los antiguos jareditas que llegaba hasta Cam, hijo de Noé”.2 Un visitante que no era miembro de la iglesia en Nauvoo informó un rumor en la ciudad de que “las figuras o escritos sobre [las planchas] eran similares a las que estaban escritas en el Libro de Mormón” y que “con ayuda de la revelación [José Smith] podría traducirlos. Por lo que una secuela se podría esperar de este libro sagrado”.3

José Smith ofreció algunas observaciones preliminares acerca de lo que podrían contener las planchas, pero nunca se produjo una traducción.4 Por muchos años los santos de los últimos días pensaron que las planchas eran auténticas,5 aunque uno de los hombres involucrados en su “descubrimiento” admitió que eran fraudulentas.6 Muchos años después, estudios científicos demostraron que las planchas en realidad eran falsificaciones modernas. Esta ha sido la posición de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días desde entonces.7

Las reliquias de Michigan

Otro conjunto de falsificaciones relacionadas con la historia de los santos de los últimos días son las llamadas “reliquias de Michigan”. A principios de 1890, “cientos de objetos… se hicieron aparecer como restos de una civilización perdida. Los artefactos fueron producidos, enterrados, ‘descubiertos’, y comercializados por James O. Scotford y Daniel E. Soper. Por tres décadas estos artefactos se plantaron secretamente en montículos de tierra, retirados públicamente y elogiados como maravillosos descubrimientos”.8 Muchos de estos artefactos incluían descripciones claras de eventos bíblicos como la creación, el diluvio, el casi sacrificio de Isaac por Abraham y la vida de Cristo. “Debido a que las reliquias de Michigan supuestamente demostraban la presencia [de la cultura] del Cercano Oriente en la antigua América, obtuvieron la atención de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días así como también de la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”.9

Un ejemplo de las reliquias de Michigan, a través de michiganradio.org
Un ejemplo de las reliquias de Michigan, a través de michiganradio.org

El élder James E. Talmage se interesó en los artefactos a tal grado que la primera presidencia le pidió que investigara su autenticidad. El mismo Talmage vio la clara importancia que estos artefactos tendrían para el Libro de Mormón si eran genuinos, pero tuvo cuidado de no aceptarlos por su valor nominal y continuó su investigación. Finalmente, como la mayoría de los profesionales de la época, Talmage concluyó “después de considerables experimentos científicos y un poco de trabajo de detective” que los artefactos eran fraudulentos.10 Esta conclusión continúa siendo el consenso entre los eruditos tanto dentro como fuera de la iglesia.11

Las piedras sagradas de Newark

Los artefactos conocidos ahora en día como las piedras sagradas de Newark supuestamente fueron descubiertos en 1860 por un hombre llamado David Wyrick en un lugar cerca de Newark, Ohio. Los artefactos consisten de: (1) una piedra angular o una piedra con inscripciones hebreas en sus cuatro lados, (2) el Decálogo en piedra, la cual incluía una supuesta imagen de Moisés y un texto hebreo de los Diez Mandamientos que están a lo largo de sus lados, anidados en una caja de piedra arenisca, y (3) un recipiente de piedra.12

Las piedras sagradas de Newark, a través de ohio.org
Las piedras sagradas de Newark, a través de ohio.org

Casi inmediatamente después de su “descubrimiento” estos artefactos se veían con escepticismo.13 Los errores en el texto hebreo eran las principales señales de alerta por los expertos que examinaron las piedras.14 A pesar de que continuaron intentado autentificar a los artefactos,15 el escepticismo ha persistido entre los principales arqueólogos hasta el día de hoy.16

La piedra del decálogo de Los Lunas

Ubicado cerca de Los Lunas, Nuevo México se encuentra una gran piedra cubierta con “una versión abreviada de los Diez Mandamientos en una variante del antiguo alfabeto semítico”.17 Llamado Decálogo de la piedra de Los Lunas o La Piedra de los Mandamientos, el primer registro del encuentro con la piedra es de 1933 por el arqueólogo Frank Hibben,18 aunque es “plausible”, pero no confirmado, que se haya visto en la década de 1870.19

El debate alrededor de la piedra es si la inscripción semítica sobre ella es auténticamente antigua. Mientras que la inscripción “está tallada en una antigua forma hebrea… la identificación de quién la talló sigue siendo un misterio”.20 El arqueólogo y lingüista Cyrus Gordon aceptó la autenticidad de la inscripción y argumentó que era “fenicio antiguo/hebreo” y tal vez funcionó como un tipo de mezuzá o una caja ornamental inscrito con pasajes de la Torá y utilizada por judíos para marcar las entradas de las casas y las sinagogas.21

Esta teoría, sin embargo, no ha ganado la aceptación generalizada. La mayoría de los eruditos, incluyendo los eruditos santos de los últimos días, consideran la inscripción como fraudulenta.22 Al igual que las piedras sagradas de Newark, los problemas con el idioma y la preservación de las inscripciones se han señalado.23 Los escépticos también han mencionado la falta de testimonio arqueológico de una cultura hebrea en el área circundante.24 Curiosamente, algunos han sugerido, sin ninguna evidencia concreta, que ¡la inscripción fue fabricada por santos de los últimos días que viven en el área!25

La piedra de Bat Creek

Descubierta en 1889 durante una excavación que dirigió el instituto Smithsonian de los sitios nativos norteamericanos cerca de Bat Creek en la ciudad de Ludon, Tennessee, el artefacto conocido ahora como la Piedra de Bat Creek es “relativamente una pieza plana, pequeña de limolita ferruginosa, de aproximadamente 11.4 cm de largo y 5.1 cm de ancho”.26 Sobre la piedra hay una inscripción de por lo menos ocho caracteres escritos de manera horizontal en la superficie. En la publicación de sus apuntes de campo, el director de la excavación, Cyrus Thomas, declaró que la inscripción sobre la piedra es “más allá de cualquier duda el alfabeto Cheroqui [moderno]”.27

Fotografía de la piedra de Bat Creek por Scott Walker. Imagen a través de Wikimedia Commons
Fotografía de la piedra de Bat Creek por Scott Walker. Imagen a través de Wikimedia Commons

El entusiasmo sobre la piedra se incrementó cuando Cyrus Gordon publicó argumentos de que la inscripción sobre la piedra era del hebreo antiguo y que dice: “por Judea” o “para los judíos”.28 De acuerdo con Gordon, la inscripción le da credibilidad a la idea de que los antiguos judíos migraron al nuevo mundo.29

En los últimos años, la autenticidad de la inscripción se ha sometido al escrutinio crítico. John Emmert, asistente de Thomas, fue quien realmente excavó el montículo donde la piedra fue descubierta, ha sido acusado de forjar los caracteres en la piedra utilizando fuentes disponibles del siglo XIX.30 La afirmación de Gordon de que los caracteres son hebreo antiguo auténtico igualmente ha sido desafiado.31 Mientras que algunos han continuado defendiendo la autenticidad de la inscripción,32 el mismo instituto Smithsonian ahora lo considera fraudulento.33

El porqué

Los motivos detrás del por qué las personas forjan artefactos varían. En el caso de las planchas de Kinderhook, los forjadores buscaban avergonzar a José Smith engañándolo para que tradujera planchas falsas. En el caso de las reliquias de Michigan, la recompensa financiera parece haber sido el motivo detrás de su fabricación. En otros casos, los motivos pueden variar desde ganar notoriedad y fama hasta probar una teoría personal o una cosmovisión religiosa o política.34

Cualquiera que sea el caso, los estudiantes y defensores del Libro de Mormón deben rechazar los fraudes, engaños y los artefactos dudosos. No le ayuda en nada al Libro de Mormón el utilizar evidencia fraudulenta o cuestionable a su nombre y fácilmente puede ser contraproducente al crear una profunda desconfianza y sospechas en la parte de aquellos que pueden tener dudas sinceras o preguntas acerca de la autenticidad del libro.35 El uso celoso de evidencia fraudulenta para defender el Libro de Mormón es igualmente deplorable porque rebaja y le quita legitimidad a la excelente erudición real que ha sido producida sobre el libro.36

En un devocional para los educadores religiosos del Sistema Educativo de la Iglesia, el élder M. Russell Ballard ofreció “unas palabras de advertencia… que no transmitan rumores para promover la fe o que no tienen fundamento, ni creencias o explicaciones obsoletas del pasado con respecto a nuestra doctrina y nuestras prácticas”. También instó a “consultar obras de eruditos SUD fieles, reconocidos y reflexivos, para asegurarse de que no enseñan cosas que no sean ciertas, o que sean obsoletas, raras o extravagantes”.37

Este es un sabio consejo, que todo santo de los últimos días debe prestar atención cuando se le presentan artefactos cuestionables o no comprobados, especialmente cuando tales artefactos parecen “demasiado buenos para ser verdad” o cuando son presentados por individuos que tienen motivos ideológicos o financieros.

El profeta José Smith declaró que los santos de los últimos días “creemos en ser honestos” (Artículo de fe 1:13). Saber que se utilizan fraudes y engaños como evidencia para el Libro de Mormón no es solamente erudición pobre sino que, es deshonesto. Esto es diferente de los eruditos que debaten la importancia o el significado de los artefactos y las fuentes históricas reales. El acuerdo académico sobre temas en disputa sobre la historia y la arqueología es un lugar común y es parte del proceso de erudición.

Los santos de los últimos días naturalmente deben ser parte de las conversaciones académicas que rodean la historicidad del Libro de Mormón. Sin embargo, ellos no deben aceptar o promover enfáticamente el uso de fraudes, falsificaciones o artefactos dudosos, incluso si tales artículos parecen apoyar las afirmaciones del Libro de Mormón.

Otras lecturas

Mark Alan Wright, “Joseph Smith and Native American Artifacts“, en Approaching Antiquity: Joseph and the Ancient World, editado por Lincoln H. Blumell, Matthew J. Grey y Andrew H. Hedges (Provo, UT: Religious Studies Center; Salt Lake City: Deseret Book, 2015), 119–40.

Mark Ashurst-McGee, “Mormonism’s Encounter with the Michigan Relics“, BYU Studies 40, no. 3 (2001): 174–209.

Hugh Nibley, “Zeal Without Knowledge“, en Approaching Zion, The Collected Works of Hugh Nibley: Volume 9 (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1989), 63–84.

 

1. Véase Mark Alan Wright, “Joseph Smith and Native American Artifacts“, en Approaching Antiquity: Joseph and the Ancient World, editado por Lincoln H. Blumell, Matthew J. Grey y Andrew H. Hedges (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Religious Studies Center, Brigham Young University, 2015), 119–140.
2. Brian M. Hauglid, “‘Come & Help Build the Temple & City’: Parley P. and Orson Pratt’s May 1843 Letter to John Van Cott”, Mormon Historical Studies 12, no. 7 (Spring 2011): 155.
3. Charlotte Haven, “A Girl’s Letters from Nauvoo”, Overland Monthly 16, no. 96, diciembre de 1890, 630; carta escrita el 2 de mayo de 1843.
4. Para conocer un resumen del evento y las fuentes históricas, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Qué revelan las planchas de Kinderhook acerca del don de traducción de José Smith?” KnoWhy 454, (6 de noviembre de 2018).
5. Véase, por ejemplo, B. H. Roberts, New Witnesses for God, 3 vols. (Salt Lake City, UT: Deseret News, 1909), 3:58–64.
6. Wilbur Fugate a James T. Cobb, 30 de junio de 1879, en Wilhelm Wyl (Wymetal), Mormon Portraits (Salt Lake City, UT, 1888), 207–208.
7. Stanley B. Kimball, “Kinderhook Plates Brought to Joseph Smith Appear to Be a Nineteenth Century Hoax“, Ensign, agosto de 1981, en línea en lds.org.
8. Mark Ashurst-McGee, “Mormonism’s Encounter with the Michigan Relics“, BYU Studies 40, no. 3 (2001): 175.
9. Ashurst-McGee, “Mormonism’s Encounter with the Michigan Relics”, 175.
10. Ashurst-McGee, “Mormonism’s Encounter with the Michigan Relics”, 182–191, citado en 190.
11. Richard B. Stamps, “Tools Leave Marks: Material Analysis of the Scotford-Soper-Savage Michigan Relics“, BYU Studies 40, no. 3 (2001): 211–238; Kenneth Feder, Frauds, Myths, and Mysteries: Science and Pseudoscience in Archaeology, 8th ed. (New York, NY: McGraw-Hill, 2014), 170–171.
12. La descripción e historia de estos artefactos se pueden encontrar en Robert W. Alrutz, “The Newark Holy Stones: The History of An Archaeological Tragedy”, Journal of the Scientific Laboratories of Denison University 57 (1980): 1–57.
13. Alrutz, “The Newark Holy Stones”, 14–17, 39–47.
14. Véase a las autoridades citadas en Bradley T. Lepper, “Newark’s ‘Holy Stones’: the Resurrection of a Controversy”, en Newark “Holy Stones”: Context for Controversy, Public Symposium, Johnson-Humrickhouse Museum, Coshocton, Ohio, Saturday, November 6, 1999, ed. Patti Malenke (Coshocton, OH: Johnson-Humrickhouse Museum, 1999), 16.
15. J. Huston McCulloch, “An Annotated Transcription of the Ohio Decalogue Stone”, The Epigraphic Society Occasional Papers 21 (1992): 56–71; David Allen Deal, “The Ohio Decalog [sic]: A Case of Fraudulent Archaeology”, Ancient American 2, no. 11 (mayo/junio de 1996): 10–19.
16. Stephen Williams, Fantastic Archaeology: The Wild Side of North American Prehistory (Philadelphia, PA: University of Pennsylvania Press, 1991), 167–176; Bradley T. Lepper, “The Newark ‘Holy Stones’: The Social Context of an Enduring Scientific Forgery“, en línea; Bradley T. Lepper et al, “Civilization Lost and Found: Fabricating History”, Skeptical Inquirer, noviembre/diciembre de 2011, 50–52.
17. William R. McGlone et al., Ancient American Inscriptions: Plow Marks or History? (Sutton, MA: Early Sites Research Society, 1993), 18.
18. James D. Tabor, “An Ancient Hebrew Inscription in New Mexico: Fact or Fraud?” United Israel Bulletin 59 (verano de 1997): 1–3, en línea.
19. McGlone et al., Ancient American Inscriptions, 18.
20. Ferenc M. Szasz, “Pre-Columbian Contacts in the American Southwest: Theories and Evidence”, New Mexico Humanities Review 5, no. 1 (1982): 53.
21. Cyrus Gordon, “Diffusion of Near East Culture in Antiquity and in Byzantine Times”, Orient 30–31 (1995): 69–70.
22. Welby W. Ricks, “A Purported Phoenician Inscription in New Mexico”, en Papers of the Fifteenth Annual Symposium on the Archaeology of the Scriptures, ed. Ross T. Christensen (Provo, UT: Brigham Young University, 1964), 94–100; Hugh Nibley, The Prophetic Book of Mormon, The Collected Works of Hugh Nibley: Volume 8 (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1989), 63.
23. Keith Fitzpatrick-Matthews, “The Los Lunas Inscription“, en línea; Feder, Frauds, Myths, and Mysteries, 139–140.
24. Kenneth L. Feder, Encyclopedia of Dubious Archaeology: From Atlantis to the Walam Olum (Santa Barbara, CA: Greenwood, 2010), 161–162; Frauds, Myths, and Mysteries, 139.
25. H. W. Stowell, “Mystery Inscriptions”, New Mexico Magazine, 27 de agosto de 1961; David Allen Deal, Discovery of Ancient America (Irvine, CA: Kherem La Yah Press, 1984), 3; Szasz, “Pre-Columbian Contacts in the American Southwest”, 53; Fitzpatrick-Matthews, “The Los Lunas Inscription“.
26. Robert C. Mainfort, Jr. y Mary L. Kwas, “The Bat Creek Stone: Judeans in Tennessee?” Tennessee Anthropologist 16 (primavera de 1991): 3.
27. Cyrus H. Thomas, “Bat Creek Mounds”, en Twelfth Annual Report of the Bureau of American Ethnology to the Secretary of the Smithsonian Institution 1890–91, ed. J. W. Powell (Washington, DC: oficina de impresión del gobierno, 1894), 393.
28. Cyrus Gordon, “The Bat Creek Inscription”, en Book of the Descendants of Doctor Benjamin Lee and Dorothy Gordon (Ventor, NJ: Ventor Publishers, 1972), 5–18; “New Directions in the Study of Ancient Middle Eastern Cultures”, Bulletin of the Middle Eastern Cultural Center in Japan 5 (1991): 62–63; “A Hebrew Inscription Authenticated“, en By Study and Also By Faith: Essays in Honor of Hugh W. Nibley on the Occasion of His Eightieth Birthday, 27 de marzo de 1990, ed. John M. Lundquist y Stephen D. Ricks (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1990), 67–80.
29. Véase más adelante a Barbara Ford, “Semites First in America?” Biblical Archaeologist 41, no. 3 (septiembre de 1978): 43–53; J. Huston McCulloch, “Did Judeans Escape to Tennessee?” Biblical Archaeology Review, julio/agosto de 1993, 47–53.
30. Mainfort and Kwas, “The Bat Creek Stone: Judeans in Tennessee?” 1–19; “The Bat Creek Fraud: A Final Statement”, Tennessee Anthropologist 18 (otoño de 1993): 87–93; “The Bat Creek Stone Revisited: A Fraud Exposed”, American Antiquity 64 (octubre de 2004): 761–769.
31. P. Kyle McCarter, Jr., “Let’s be Serious About the Bat Creek Stone”, Biblical Archaeology Review 19, julio/agosto de 1993, 54–55, 82–83.
32. J. Huston McCulloch, “The Bat Creek Stone Revisited: A Reply to Mainfort and Kwas in American Antiquity“, en línea.
33. Correo electrónico fechado el 7 de febrero de 2014 de Jake Homiak, Director, Anthropology Collections & Archives Program, Smithsonian Museum Support Center, Suitland MD, a Barbara Duncan, Education Director, Museum of the Cherokee Indian, Cherokee NC, citado en “Bat Creek inscription”.
34. Esta última parece ser el motivo detrás de forjar las piedras sagradas de Newark. Véase Lepper, “Newark’s ‘Holy Stones’”, 14–15.
35. Un punto resaltado e ilustrado con un ejemplo trágico del mundo real se encuentra en J. Michael Hunter, “The Kinderhook Plates, the Tucson Artifacts, and Mormon Archaeological Zeal”, Journal of Mormon History 31, no. 1 (primavera del 2005): 65–70.
36. Hunter, “The Kinderhook Plates, the Tucson Artifacts, and Mormon Archaeological Zeal”, 63–65.
37. M. Russell Ballard, “Por el estudio y por la fe“, Liahona, diciembre de 2016, 28.

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Traducido por Central del Libro de Mormón