¿Por qué el nacimiento de Jesús representó nuevas de gran gozo?

¿Por qué el nacimiento de Jesús representó nuevas de gran gozo?

¿Por qué el nacimiento de Jesús representó nuevas de gran gozo?

diciembre 18, 2019
Post contribuido por: Equipo BMC

Hace más de dos mil años, unos ángeles aparecieron a los pastores para anunciar el nacimiento del Hijo de Dios. “Pero el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que serán para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10; énfasis añadido). En esta temporada, cuando celebramos ese acontecimiento, es bueno reflexionar por qué el nacimiento del Hijo de Dios es todavía una razón para que nos regocijemos.

Dios nos ama

Nos regocijamos porque el nacimiento de Jesús es un signo del amor de Dios para todos Sus hijos. ¡Qué maravilloso que el Creador del cielo y de la tierra bajara voluntariamente para tomar sobre sí un cuerpo mortal! Él se sometió voluntariamente a las dificultades de nuestra condición porque nos amó. El profeta Isaías predijo que Él sería “varón de dolores y experimentado en quebranto” (Isaías 53:3). Alma, un antiguo profeta americano, enseñó que el Hijo de Dios tomará “sobre sí, para que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las debilidades de ellos” (Alma 7:12). Él “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15). Habiendo experimentado lo que experimentamos en nuestras propias vidas, Él es capaz de entender cómo ayudarnos.

Jesús es nuestro Redentor

Nos regocijamos porque Jesús es nuestro Redentor. El profeta Lehi aprendió que “[el] poder [de Dios], y [Su] bondad y misericordia se extienden sobre todos los habitantes de la tierra; y porque eres misericordioso, no dejarás perecer a los que acudan a ti” (1 Nefi 1:14). Cada uno de nosotros puede venir a Jesús, quien sufrió por nuestros pecados e hizo posible que nos arrepintiéramos y cambiáramos.

El nacimiento de Jesús nos recuerda que todos pueden “nacer de Dios” y convertirse en nuevas criaturas por el poder de Cristo. Jesús sufrió voluntariamente por nuestros pecados e hizo posible que llegáramos a ser nuevos y sanos. No importa lo que hayamos hecho, si confiamos en Él y nos arrepentimos de nuestros pecados podemos ser “nacidos de Dios”. Todos pueden ser “cambiados de su estado carnal y caído, a un estado de rectitud, siendo redimidos por Dios, convirtiéndose en sus hijos e hijas” (Mosíah 27:25). Su poder puede sanar las heridas infligidas por nuestros propios pecados y el daño causado por otros. El poder sanador de Cristo no solo perdona, sino que también puede hacernos sanos.

Dios sigue siendo un Dios de milagros

El nacimiento milagroso de Jesús y los milagros que realizó a lo largo de Su vida mostraron Su amor por los que lo rodeaban, especialmente por los necesitados. Hoy, podemos regocijarnos al saber que Jesús aún vive y que Su obra no está terminada. Él sigue siendo un Dios de milagros y trabaja para bendecir y aliviar el sufrimiento de otros, tanto directamente como a través de los esfuerzos de aquellos que buscan servirle. La Navidad nos recuerda que debemos buscar siempre seguir Su ejemplo consolando y ministrando a los necesitados, y compartiendo lo que podamos con los demás. El servicio desinteresado trae alegría al corazón. El servicio desinteresado agranda el alma.

Jesús nos redimió de la muerte

Finalmente, nos regocijamos porque por medio de Cristo, habrá un final para la muerte. Jesús murió por nosotros y resucitó de entre los muertos. “Y al tercer día resucitará de entre los muertos; y he aquí, se presenta para juzgar al mundo; y he aquí, todas estas cosas se hacen para que descienda un justo juicio sobre los hijos de los hombres” (Mosíah 3:10). Él trajo la resurrección de todos los que han muerto y morirán. El conocimiento de que nuestros cuerpos después de morir serán restaurados un día a su forma perfecta debe traer gratitud a nuestros corazones. También podemos regocijarnos porque nuestro amigo y Salvador será nuestro juez y nos juzgará justamente. Él bendecirá y recompensará a aquellos que buscan servirle y seguirle. Las buenas nuevas que los ángeles declararon en el pasado todavía hoy resuenan y traen felicidad y paz a todos los que están dispuestos a buscar y seguir a nuestro Rey Celestial.

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