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KnoWhy #700

¿Por qué Jesús predicó a los muertos?

noviembre 29, 2023
KnoWhy #700
'Cristo en el limbo' de Fra Angelico
Detalle de "Christ in Limbo" (Cristo en el limbo), fresco del siglo XV de Fra Angelico.
“Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos; para que sean juzgados en la carne según los hombres, pero vivan en el espíritu según Dios”.
1 Pedro 4:6

El conocimiento

El 3 de octubre de 1918, el presidente Joseph F. Smith recibió una revelación profunda mientras leía el Nuevo Testamento1. De acuerdo con el presidente Smith, “el Espíritu del Señor descansó sobre mí, y vi las huestes de los muertos, pequeños así como grandes […] esperando el advenimiento del Hijo de Dios al mundo de los espíritus para declarar su redención de las ligaduras de la muerte” (Doctrina y Convenios 138:11, 16). A medida que esta visión continuaba, el presidente Smith vio al Salvador aparecer a los espíritus fieles, declarando el evangelio eterno y organizando una fuerza misional para predicar a aquellos que no habían podido aceptar el evangelio en sus vidas mortales (véase DyC 138:18, 30). Esta visión estableció firmemente lo que habían predicado otros apóstoles y profetas en años anteriores2.

Las Escrituras que el presidente Smith había estado leyendo en oración en ese momento eran 1 Pedro 3:18-20 y 1 Pedro 4:6, las cuales declaran que fue “predicado el evangelio a los muertos; para que sean juzgados en la carne según los hombres, pero vivan en el espíritu según Dios”. Aunque estos versículos son la referencia más explícita para estos eventos en el Nuevo Testamento, otros autores del Nuevo Testamento compartían esta misma creencia y ocasionalmente hacían referencia a ellas3. De la misma manera, esta idea parece estar estrechamente relacionada a las creencias del bautismos por los muertos de los primeros cristianos y los diferentes niveles de cielos y salvación4.

En los primeros siglos después de Cristo, varios textos de los primeros cristianos, analizaban estos eventos como un aspecto impactante e importante de la identidad de Jesús y su misión. De hecho, según explica el arzobispo ortodoxo griego Hilarión Alfeyev, cuando los primeros cristianos se basaron en estas referencias neotestamentarias al ministerio postmortal de Jesús, este acontecimiento ofrecía tres temas que eran “fundamentales para toda la literatura cristiana antigua”: (1) Cristo predicó realmente a los muertos, (2) el bautismo es una reminiscencia de este acontecimiento, y (3) al descender al Hades, Cristo conquistó la muerte y el infierno para siempre5.

Por ejemplo, el relato más detallado de este evento en la literatura cristiana podría encontrarse en el texto conocido como el Evangelio de Nicodemo. Aunque es probable que este texto encontrara su forma definitiva en el siglo V d. C., algunos eruditos han observado cómo contiene una tradición “que se remonta al menos parcialmente a la época apostólica” y que muchas partes de este texto eran conocidas por los cristianos de los siglos II y III6. Según este texto, Jesús descendió al mundo de los espíritus (Hades en griego), derribó dramáticamente las puertas de la muerte y resucitó a los justos de entre los muertos: “El Rey de la Gloria extendió su mano derecha, tomó a nuestro antepasado Adán y lo resucitó. Luego se volvió a los demás y dijo: ‘Venid conmigo todos los que habéis muerto por el árbol que este tocó. Porque he aquí, que yo os resucito a todos por el árbol de la cruz”7.

Otro texto cristiano antiguo conocido como el Evangelio de Pedro relata la Resurrección con una clara referencia al descenso de Jesús al mundo de los espíritus. Después de que Jesús saliera de la tumba con dos ángeles, “oyeron una voz desde los cielos que decía: ‘¿Has predicado a los que duermen? Y desde la cruz se oyó la respuesta: ‘Sí’”8. Otros himnos cristianos conocidos como las Odas de Salomón relatan esta predicación desde la perspectiva de Cristo: “El Seol me vio y se hizo añicos, y la Muerte me expulsó a mí y a muchos conmigo. He sido para ella vinagre y amargura, y he descendido con ella hasta el fondo”9.

Otros textos dejan claro que los santos justos también participaban en la redención de los muertos. Un famoso texto cristiano de finales del siglo I llamado el Pastor de Hermas, por ejemplo, describe cómo “apóstoles y maestros que predicaban el nombre del Hijo de Dios” enseñaban a los muertos que no habían podido oír el Evangelio en vida. Poco después de esto, los apóstoles y maestros vivos serían bautizados en su nombre10. De igual manera, el Apocalipsis de Sofonías, describe la manera en que los justos ya muertos oraron al Señor pidiendo misericordia en beneficio de aquellos que sufren en el Hades. Como señalan David L. Paulsen y sus coautores, “cuando los justos exaltados oran en nombre de todos los habitantes del hades, se entiende que todos… tienen la posibilidad de escapar de algún modo del hades o de aliviarse de sus tormentos”11.

El énfasis en estos textos sobre los muertos justos que toman parte activa en la salvación de los muertos se refleja en la revelación del presidente Joseph F. Smith: “[M]as he aquí, organizó sus fuerzas y nombró mensajeros de entre los justos, investidos con poder y autoridad, y los comisionó para que fueran y llevaran la luz del evangelio a los que se hallaban en tinieblas, es decir, a todos los espíritus de los hombres; y así se predicó el evangelio a los muertos” (DyC 138:30). Por medio del ministerio de los mensajeros designados por Jesús, toda la humanidad—en ambos lados del velo—puede aceptar Su evangelio y hacer convenios con Él.

La doctrina de la salvación por los muertos no surgió de la nada. Más bien, los primeros cristianos reconocieron que así lo habían enseñado los antiguos profetas y a menudo se basaron en las obras anteriores para demostrar que el Evangelio que predicaban era verdadero. Justino Mártir e Ireneo citaron una profecía ya desaparecida atribuida a Jeremías que decía: “El Señor Dios, el Santo de Israel, se acordó de sus muertos que dormían en (la) tierra de (la) tumba, y descendió a predicarles su salvación”12. Paulsen y sus coautores han señalado textos judíos anteriores como precursores de la elaboración cristiana de este acontecimiento, entre ellos 1 Enoc y 4 Esdras, que detallan brevemente la salvación de los muertos arrepentidos13.

En última instancia, se puede reconocer que el ministerio de Jesucristo al mundo de los espíritus ha sido un asunto de suma importancia para la Iglesia de Jesucristo antigua y restaurada14. Al descender al mundo de los espíritus y organizar esta obra, Jesús emprendió y completó otra parte crucial de Su expiación, abriendo el camino para que todos los hijos de Dios aprendieran de Él, se arrepintieran de sus pecados y realizaran convenios con Él, incluso cuando no tuvieron la oportunidad de hacerlo mientras estaban en la carne.

El porqué

Según el arzobispo Alfeyev, la predicación de Cristo a los muertos es “una parte inseparable de la tradición dogmática de la Iglesia. Fue compartida por todos los miembros de la Iglesia antigua, tal y como se refleja en el Nuevo Testamento, las obras de los primeros apologistas cristianos, los padres y maestros de la Iglesia, los escritores antiguos y posteriores tanto de Oriente como de Occidente, así como en los credos bautismales, los servicios eucarísticos y los textos litúrgicos”15. De hecho, sostiene que este acontecimiento tuvo una trascendencia universal cuyos efectos se extienden “no solo a las generaciones pasadas, sino también a todas las posteriores. … La enseñanza de que Cristo concedió a todos la posibilidad de la salvación y abrió para todos las puertas del paraíso debe considerarse también doctrina general de la Iglesia”16.

Además, al estudiar Hugh Nibley este importante acontecimiento, llegó a la conclusión de que los primeros cristianos “insisten, de hecho, en que la misión de Cristo [allá] abajo fue simplemente una continuación de su misión terrenal, a la que se asemeja en detalle. Los espíritus allí se unen a su iglesia exactamente como sus descendientes mortales, y por las mismas ordenanzas”17. Esta doctrina también cambia radicalmente la forma en que podemos entender la naturaleza de Dios en comparación con las concepciones modernas sobre Él y su plan. Como ha señalado Scott Peterson, “la existencia de un lugar donde se predica la buena nueva a quienes nunca tuvieron la oportunidad de aceptar a Cristo durante la mortalidad es una prueba de que el Dios del cristianismo es totalmente justo. … Es un testimonio de que el cristianismo es una fe universal y de que Dios ha proporcionado un medio para que todos sus hijos puedan aceptar la verdad18.

En última instancia, la revelación de los últimos días ha restaurado esta doctrina cristiana importante, ofreciendo a todos esperanza para sus seres queridos que han fallecido sin conocer el Evangelio. Porque Dios es misericordioso y justo, ha preparado un camino para que todos sus hijos oigan las buenas nuevas, asegurando que a nadie se le robará la oportunidad de volver a Él simplemente porque nadie le había hablado de Jesús.

Otras lecturas

Hugh Nibley, “Baptism for the Dead in Ancient Times”, en Mormonism and Early Christianity (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies [FARMS]; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1987), 100–167.

Hugh Nibley, “Two Ways to Remember the Dead”, en The World and the Prophets (Provo, UT: FARMS; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1987), 163–171.
David L. Paulsen, Roger D. Cook y Kendel J. Christensen, “The Harrowing of Hell: Salvation for the Dead in Early Christianity”, Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture 19, no. 1 (2010): 56–77.

David L. Paulsen, Judson Burton, Kendel J. Christensen y Martin Pulido, “Redemption of the Dead: Continuing Revelation after Joseph Smith”, Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture 20, no. 2 (2011): 52–69.

Hans A. Pohlsander, review of Rescue for the Dead: The Posthumous Salvation of Non-Christians in Early Christianity, by Jeffrey A. Trumbower, BYU Studies Quarterly 41, no. 2 (2002): 187–191.

1. El trasfondo histórico de esta visión fue discutido recientemente en honor del centenario de esta revelación por el difunto presidente M. Russell Ballard. Véase M. Russell Ballard, “La visión de la redención de los muertos”, Conferencia General de octubre de 2018; véase también George S. Tate, “‘The Great World of the Spirits of the Dead’: Death, the Great War, and the 1918 Influenza Pandemic as Context for Doctrine and Covenants 138”, BYU Studies Quarterly 46, no. 1 (2007): 4–40.2. Por ejemplo, Orson Pratt, George Q. Canon, James E. Talmage, John Taylor, Parley P. Pratt, Wilford Woodruff y Erastus Snow predicaron sobre este evento entre el martirio de José Smith y la recepción de esta gran visión en 1918. See David L. Paulsen, Judson Burton, Kendel J. Christensen y Martin Pulido, “Redemption of the Dead: Continuing Revelation after Joseph Smith”, Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture 20, no. 2 (2011): 54–57.
3. Véase Mateo 12:40; Romanos 10:7; Hechos 2:24–31; Efesios 4:8–10.4. Para una discusión sobre las creencias cristianas antiguas sobre los bautismos por los muertos y los múltiples niveles del cielo, véase Central del Libro de Mormón, “¿Cuál es el propósito del bautismo por los muertos? (1 Corintios 15:29)”, KnoWhy 687 (12 de septiembre de 2023) y Central del Libro de Mormón, “¿Cómo usa Pablo el quiasmo para enseñar la expiación de Jesús? (2 Corintios 12:2, 4)”, KnoWhy 689 (15 de septiembre de 2023).5. Hilarion Alfeyev, Christ the Conqueror of Hell: The Descent into Hades from an Orthodox Perspective (Crestwood, NY: St. Vladimir’s Seminary Press, 2009), 20.
6. Alfeyev, Christ the Conqueror of Hell, 30; véase también de manera general G. C. O’Ceallaigh, “Dating the Commentaries of Nicodemus”, Harvard Theological Review 56 (1963): 21–58 para conocer más sobre la fecha de este texto.
7. Gospel of Nicodemus 24:1.
8. Gospel of Peter 41–42.
9. Ode of Solomon 42:11–12.
10. Shepherd of Hermas, Similitudes 9.16. Este pasaje se analiza en Hugh Nibley, “Two Ways to Remember the Dead”, en The World and the Prophets (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies [FARMS]; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1987), 169–171.
11. David L. Paulsen, Roger D. Cook y Kendel J. Christensen, “The Harrowing of Hell: Salvation for the Dead in Early Christianity”, Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture 19, no. 1 (2010): 62.
12. Justin Martyr, Dialogue with Trypho 72:4. Justino Mártir e Ireneo afirmaron que esta profecía había sido “cortada” por escribas que no querían que los cristianos la usaran para apoyar su teología. Ambos también lo atribuyen a Jeremías, aunque Ireneo (que lo cita cinco veces) una vez afirmó que era de Isaías. Véase Darrell D. Hannah, “Jeremiah’s Prophecy to Pashhur”, en Old Testament Pseudepigrapha: More Noncanonical Scriptures, ed. Richard Bauckham, James R. Davila y Alexander Panayotov (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2013), 1:375. Para una discusión adicional sobre esta profecía y otras profecías sobre Jesús atribuidas a Jeremías, véase John A. Tvedtnes, The Most Correct Book: Insights from a Book of Mormon Scholar (Salt Lake City, UT: Cornerstone, 1999), 99–103.
13. Véase Paulsen et al., “Harrowing of Hell”, 58–60.
14. Para otro estudio importante de este evento, véase Jeffrey A. Trumbower, Rescue for the Dead: The Posthumous Salvation of Non-Christians in Early Christianity (New York, NY: Oxford University Press, 2001), 91–108. Este libro ha sido revisado en BYU Studies Quarterly por Hans A. Pohlsander, revisión de Rescue for the Dead: The Posthumous Salvation of Non-Christians in Early Christianity, por Jeffrey A. Trumbower, BYU Studies Quarterly 41, no. 2 (2002): 187–191.
15. Alfeyev, Christ the Conqueror of Hell, 203.
16. Alfeyev, Christ the Conqueror of Hell, 205, 208; cursivas en original. También señala en la página 205: “La idea de que todos los muertos recibieron la oportunidad de ser salvos está bastante extendida entre los escritores cristianos orientales, y fue solo en Occidente donde algunos autores la calificaron de herética”.
17. Hugh Nibley, “Baptism for the Dead in Ancient Times”, en Mormonism and Early Christianity (Provo, UT: FARMS; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1987), 119.
18. Scott R. Peterson, Do the Mormons Have a Leg to Stand On? A Critical Look at LDS Doctrines in Light of the Bible and the Teachings of the Early Christian Church (Orem, UT: Millenial Press, 2014), 243. Para una discusión más general de esta doctrina por Peterson, véase las páginas 231–244; véase también Barry Robert Bickmore, Restoring the Ancient Church: Joseph Smith and Early Christianity, 2da. ed. (Ben Lomond, CA: FAIR, 2013), 148–158.

Traducido por Central del Libro de Mormón