/ KnoWhys

KnoWhy #532

¿Era Korihor realmente ateo?

octubre 23, 2019
KnoWhy #532
Imagen de “All Things Denote There Is a God” ("Todo denota que hay un Dios") a través de la Biblioteca Multimedia/Recursos del Evangelio
Imagen de “All Things Denote There Is a God” ("Todo denota que hay un Dios") a través de la Biblioteca Multimedia/Recursos del Evangelio
“Y entonces Alma le dijo: ¿Crees que hay un Dios? Y él contestó: No”
Alma 30:37–38

El Conocimiento

Korihor es conocido como el infame “anticristo” que predicó “contra las profecías… concernientes a la venida de Cristo” (Alma 30:6). Entre otras cosas, Korihor enseñó que “no habría ningún Cristo” (v. 12) y cuando Alma le preguntó si él creía en Dios, categóricamente contesto negativamente (vv. 37–38).

Debido a esto, los lectores modernos del Libro de Mormón están acostumbrados a describir a Korihor como un ateo o alguien que niega la existencia de Dios. Otros incluso han argumentado que Korihor es una figura anacrónica en el Libro de Mormón, ya que parece defender las enseñanzas que son congruentes con las filosofías de la Ilustración, como el deísmo y otras ideologías seculares.1

El primer punto a abordar es si el ateísmo o la negación de la existencia de entidades divinas o sobrenaturales es un fenómeno estrictamente moderno. En una monografía reciente, el historiador y clasicista Tim Whitmarsh argumentó extensamente que el “ateísmo”… es demostrablemente tan antiguo como las religiones monoteístas de Abraham, lo que significa que al menos es tan antiguo como el monoteísmo de Israel”.2 Esto, observó Whitmarsh, se ve claramente en las fuentes griegas antiguas.3

The Death of Socrates (La muerte de Sócrates) por Jacques-Louis David. Imagen vía Wikimedia Commons
The Death of Socrates (La muerte de Sócrates) por Jacques-Louis David. Imagen vía Wikimedia Commons

Sócrates fue acusado explícitamente por su oponente Meleto de ser literalmente ateo (“impío”4) y corromper a la juventud de Atenas con su nueva y audaz filosofía (Apología 26a –28a). El filósofo Epicuro más tarde sería acusado de ser un “cripto ateo” por sus oponentes porque, aunque reconoció la existencia de los dioses como quizás idealizaciones abstractas o “proyecciones del pensamiento humano”, sin embargo, “negó toda intervención divina en el funcionamiento del mundo, afirmando así liberar a sus seguidores del miedo a la ira divina”.5 (Varios siglos después, el epicureísmo llegaría a ser un término peyorativo en las fuentes rabínicas judías para un apóstata o religioso que se desvía.6)

Volviendo al mundo bíblico, el antiguo salmista reconoció al “necio” que “[d]ice… en su corazón: No hay Dios” (Salmo 14:1). Mas que ser un tonto o un bromista, el “necio” en este versículo se entiende mejor como un sinvergüenza sin percepción de la sensibilidad o ética religiosa adecuada (hebreo: nābāl). Al igual que los malvados del Salmo 10:3–7 que dice que “no busca[n] a Dios” (v.4; hebreo: ʾêyn ʾelōhîm), el necio en el Salmo 14 niega la existencia de Dios al cometer “obras abominables” (v.1) y “se han corrompido” por el pecado y los actos malvados.

Comentarios sobre estos versículos a menudo hablan de ellos como señales de “ateísmo práctico” en lugar de ateísmo teórico o ideológico dado que el necio que se describe está rechazando conscientemente obedecer los mandamientos de Dios como si Su poder fuera “inútil o ineficiente” para exigir justicia o retribución. 7

Además de cuestionar la existencia o intervención de Dios(es) en los asuntos mortales, algunas personas en la antigüedad también expresaban duda o escepticismo ante la idea de la vida futura. La canción del faraón Intef del antiguo Egipto, refleja un serio escepticismo hacia la supervivencia del alma humana después de la muerte. En un lenguaje que recuerda el libro bíblico de Eclesiastés, parte de la canción dice:

Generación va y generación viene,
mas la tierra siempre permanece.
Los dioses que vivieron antaño (ahora) reposan en sus pirámides.
Los nobles y los bienaventurados están enterrados en sus tumbas.
Habían construido casas cuyo
emplazamiento no existe ya.
¿Qué ha sido también de ellos?

Ninguno vuelve de allá abajo que
nos cuente cuál es su
suerte, que nos cuente lo que necesitan,
y tranquilice nuestro corazón
hasta que nosotros lleguemos a ese
lugar donde ellos ya han llegado.

¡Qué tu corazón regocije!
El olvido te es favorable. Obedece a
tu espíritu por tanto tiempo como te sea posible.
Unge tu frente con mirra,
vístete con lino fino,
perfúmate con las maravillas verdaderas que forman parte de la ofrenda divina.

Aumenta tu contento
para que tu corazón no languidezca.
Sigue tu deseo y tu felicidad,
colma tu destino sobre la tierra.
No expongas tu corazón a la inquietud hasta el día en que te alcance la lamentación fúnebre.
Aquel cuyo corazón está hastiado no oye su grito
Y su grito no salva a nadie de la tumba.8

Papiro de la XVIII Dinastía que contiene la Canción del arpista de la Tumba de Intef. Imagen del Museo Británico a través de ancient.eu
Papiro de la XVIII Dinastía que contiene la Canción del arpista de la Tumba de Intef. Imagen del Museo Británico a través de ancient.eu

Al comentar sobre este texto, Rosalie David aclaró:

Quien escucha [la canción] se anima a disfrutar de la vida mientras pueda, porque la existencia de una vida venidera es incierta e incluso una tumba bien provisionada no puede garantizar la supervivencia de una persona. La existencia terrenal se reconoce como transitoria, y no hay certeza sobre la vida humana. Los preparativos funerarios no duran y por lo tanto, son inútiles y ya que los muertos no regresan para informar a los vivos qué es lo que necesitan, todo el aprovisionamiento es inútil. Esto contrasta grandemente con el tradicional punto de vista de que una persona puede obtener una vida bendecida después de la muerte , siempre que estuviera moral y virtualmente preparada y haya hecho los arreglos necesarios para su funeral y preparación mortuoria.9

El “ateísmo” antiguo, entonces, puede tomar la forma de negar que Dios o dioses existen, pero también puede implicar redefinir la naturaleza de Dios o los dioses en algo radicalmente diferente de creencias típicas o negar el poder operativo de Dios o dioses en el cosmos, o conscientemente rebelarse en contra de Dios o los dioses o menospreciar ideas aceptadas de piedad al rechazar la obra de una deidad en una religión.10 No solo negaban la existencia de Dios o los dioses, sino que “fallaban en exhibir la postura religiosa adecuada hacia los dioses” lo cual podrían calificarlo como un “ateo” en el mundo antiguo.11

El por qué

Con este contexto antiguo en mente, podemos calificar qué tipo de “ateo” pudo haber sido Korihor al mirar nuevamente de cerca lo que él enseñó específicamente. Al leer Alma 30 cuidadosamente, es claro que la retórica de Korihor a menudo se daba a la exageración, el ridículo, la vaguedad y el exceso de confianza:

  • “¿Por qué esperáis a un Cristo? Pues ningún hombre puede saber acerca de lo porvenir” (v.13)
  • “estas cosas que llamáis profecías… no son más que insensatas tradiciones de vuestros padres” (v.14)
  • “Miráis hacia lo futuro, y decís que veis la remisión de vuestros pecados. Mas he aquí, esto no es sino el efecto de una mente desvariada” (v.16)
  • “[N]o se podía hacer ninguna expiación por los pecados de los hombres, sino que en esta vida a cada uno le tocaba de acuerdo con su habilidad; por tanto, todo hombre prosperaba según su genio, todo hombre conquistaba según su fuerza; y no era ningún crimen el que un hombre hiciese cosa cualquiera” (v.17)12
  • “[C]uando moría el hombre, allí terminaba todo” (v.18)

 

Además, es importante notar que Korihor de hecho reconoció la realidad de seres “supernaturales” como los espíritus, ángeles e incluso el diablo. Como Korihor mismo confesó: “[M]e ha engañado el diablo; pues se me apareció en forma de ángel, y me dijo: Ve y rescata a este pueblo, porque todos se han extraviado en pos de un Dios desconocido. Y me dijo: No hay Dios; sí, y me enseñó lo que había de decir” (v.53).

Lógicamente, otorgar la habilidad para que las personas vayan hacia un “dios desconocido” necesariamente presupone la existencia de algún otro dios o dioses conocidos y no conocidos. Como tal, la declaración del diablo a Korihor de que “no hay Dios” plausiblemente se puede interpretar como una declaración de ateísmo práctico (en oposición a lo teórico) al igual que el ateísmo que se encuentra en Salmos 10:4 y 14:1. En otras palabras, el diablo no estaba afirmando que no existe dios o dioses, sino que específicamente el Dios nefita, Jehová, con sus mandamientos, leyes, ordenanzas y estatutos estrictos no existía.

Korihor admitting that he knows there is a God (Korihor admitiendo que él sabe que hay un Dios) por Jerry Thompson. Imagen a través de Biblioteca del evangelio
Korihor admitting that he knows there is a God (Korihor admitiendo que él sabe que hay un Dios) por Jerry Thompson. Imagen a través de Biblioteca del evangelio

De hecho, cuando se vio presionado, Korihor admitió abiertamente: “No niego la existencia de un Dios, mas no creo [personalmente] que haya un Dios” (Alma 30:48) y después de que él se quedara sorprendido, finalmente admitió: “[S]iempre he sabido que había un Dios” (v.52). Al negar el poder operativo de Dios en el mundo y en los asuntos de los mortales, incluyendo la participación de Dios en la historia para desarrollar la expiación infinita y al insistir en que no había tales cosas como el juicio divino o los mandamientos divinamente ordenados, Korihor estaba enseñando el tipo de ateísmo práctico que se menciona y se condena en la Biblia hebrea.

El profeta Alma pudo refutar a Korihor apelando a su propia experiencia (vv.32-35), las Escrituras (v.44) y la naturaleza (v.44) como testigos contra su acusador (v.45). La preponderancia de esta evidencia le permitió a Alma declarar con confianza: “Yo sé que hay un Dios, y también que Cristo vendrá… [y] que hay un Creador Supremo” (vv. 39, 44). Como para poner un punto fino en su refutación del ateísmo práctico de Korihor, y para demostrar completamente la realidad y la operación del poder de Dios entre los mortales, Alma terminó el asunto dejando a Korihor mudo (vv.49/50). Sin otra forma de refutar la existencia de Dios, teórica o prácticamente, Korihor finalmente admitió que “siempre [supo] que había un Dios” (v.52). Cuando se enfrentó al asombroso poder sobrenatural de Alma, el verdadero Korihor quedó limpio.

Leer la contienda entre Alma y Korihor en un contexto antiguo como el que se presentó anteriormente ayuda a aclarar lo que Korihor realmente pensaba. También ayuda a los santos de los últimos días a reconocer mejor cuando surjan enseñanzas similares en el mundo de hoy. El élder Ulissess Soares enseñó cómo el Libro de Mormón proporciona varios ejemplos de aquellos que permitieron que el Adversario obtuviera poder sobre ellos y “terminaron confundid[o]s y hasta fueron destruid[o]s, como Nehor, Korihor y Sherem”. Advirtió: “Debemos estar alerta de ese peligro. No podemos dejarnos confundir por mensajes populares que el mundo acepta con facilidad y que contradicen la doctrina y los principios verdaderos del evangelio de Jesucristo”.13

Este KnoWhy fue posible gracias a las generosas contribuciones de Alan y Karen Ashton

Otras lecturas

Joseph Spencer, “Is Not This Real?” BYU Studies Quarterly 58, no. 2 (2019): 1–18.

John W. Welch, “The Trial of Korihor”, en The Legal Cases in the Book of Mormon (Provo, UT: Brigham Young University Press, Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2008), 273–300.

Gerald N. Lund, “An Anti-Christ in the Book of Mormon—The Face May Be Strange, but the Voice Is Familiar”, en The Book of Mormon: Alma, the Testimony of the Word, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1992), 107–128.

 

1. Robert N. Hullinger, Joseph Smith’s Response to Skepticism (Salt Lake City, UT: Signature Books, 1992), 144; Dan Vogel, Joseph Smith: The Making of a Prophet (Salt Lake City, UT: Signature Books, 2004), 235–236.
2. Tim Whitmarsh, Battling the Gods: Atheism in the Ancient World (Nueva York: Penguin, 2015), 6.
3. Whitmarsh, Battling the Gods, passim.
4. O a veces completamente ateísta por los traductores modernos.
5. David Sedley, “From the Pre-Socratics to the Hellenistic Age”, en The Oxford Handbook of Atheism, ed. Stephen Bullivant y Michael Ruse (New York, NY: Oxford University Press, 2013), 145–147, cita en 146.
6. “Epicureanismo”, en línea en www.jewishvirtuallibrary.org; “Apiḳoros”, en línea en https://www.jewishencyclopedia.com; Jenny R. Labendz, “‘Know What to Answer the Epicurean’: A Diachronic Study of the ʾApiqoros in Rabbinic Literature”, Hebrew Union College Annual 74 (2003): 175–214.
7. Carroll Stuhlmueller, “Psalms”, en Harper’s Bible Commentary, ed. James L. Mays (San Francisco, CA: Harper & Row Publishers, 1988), 441; Hans-Joachim Kraus, Psalms 1–59: A Continental Commentary, trans. Hilton C. Oswald (Minneapolis, MN: 1993), 221; Willem S. Prinsloo, “The Psalms”, en Eerdmans Commentary on the Bible, ed. James D.G. Dunn (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans Publishing, 2003), 376.
8. Vincent A. Tobin, “The Love Songs and the Song of the Harper”, en The Literature of Ancient Egypt, ed. William Kelly Simpson, 3rd ed. (New Haven, CT: Yale University Press, 2003), 332–333.
9. Rosalie David, Religion and Magic in Ancient Egypt (London: Penguin Books, 2002), 145. Compárese con John L. Foster, trans., Hymns, Prayers, and Songs: An Anthology of Ancient Egyptian Lyric Poetry (Atlanta, GA: Scholar’s Press, 1995), 154. “[La canción de Intef] celebra la vida en este mundo, tomando placeres mientras uno pueda; porque al final de la vida está la tumba, no una vida dichosa con [el dios] Osiris”. Es interesante notar que Sócrates expresó una ambivalencia similar hacia la existencia de una vida futura después de que el tribunal ateniense lo condenara a morir (Apología 40c– 41c).
10. Esta última razón es el por qué los primeros cristianos, debido a su rechazo de participar en el culto estatal adorando al emperador como un dios, fue en algunas ocasiones llamado ateísmo por los romanos. Joseph J. Walsh, “On Christian Atheism”, Vigiliae Christianae 45, no. 3 (1991): 255–277; Larry W. Hurtado, Destroyer of the Gods: Early Christian Distinctiveness in the Roman World (Waco, TX: Baylor University Press, 2016), 56–57; Jan N. Bremmer, “Atheism in Antiquity”, en The Cambridge Companion to Atheism, ed. Michael Martin (Cambridge: Cambridge University Press, 2006), 21. El apóstol Pablo recordó a los santos gentiles en Efesios que una vez fueron ateos o “sin dios” antes de aceptar el evangelio y ser adoptados en la casa de Israel (Efesios 2:11–12). A finales de la antigüedad tardía, el término ateísmo algunas veces fue utilizado por los cristianos ortodoxos para describir aquellos que practicaban paganismo politeísta o pertenecían a sectas cristianas heréticas. Véase Whitmarsh, Battling the Gods, 238–242; Bremmer, “Atheism in Antiquity”, 21–22.
11. Hurtado, Destroyer of the Gods, 57.
12. La definición principal de genio en el diccionario de Noah Webster 1828 es: “Entre los antiguos, un espíritu o demonio bueno o malo se supone debe presidir sobre el destino de un hombre en la vida, eso es, dirigir su nacimiento y acciones y ser su guardia y guía; una deidad tutelar; el poder gobernante y protector de los hombres, lugares o cosas. Esto parecer ser solamente una personificación o deificación de una estructura particular o inclinación de la mente que un hombre recibe de la naturaleza, la cual es el significado principal de la palabra”. American Dictionary of the English Language, s.v. “Genius”, en línea en www.https://webstersdictionary1828.com/Dictionary. Las definiciones secundarias y terciarias definen la palabra como se define ahora en día. Puede ser que cuando Korihor dijo que “todo hombre prosperaba según su genio” tenía en mente la idea de una entidad sobrenatural real que controlaba la vida y el destino de la humanidad. Si esto es así, descalificaría aún más a Korihor de ser un verdadero ateo en el sentido moderno.
13. Ulisses Soares, “Sí, ¡podemos ganar y ganaremos!” Liahona, mayo de 2015, 75.

Otros formatos

Compartir

Pinterest
Facebook
Twitter

Etiquetas de este KnoWhy

Referencias a las escrituras

Traducido por Central del Libro de Mormón