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KnoWhy #682

¿Por qué hay diferentes relatos de la conversión de Pablo?

agosto 3, 2023
KnoWhy #682
La Conversión de San Pablo. Pintura de Bartolomé Esteban Murillo
Detalle de "La Conversión de San Pablo" de Bartolomé Esteban Murillo. Imagen de dominio público.
“[V]i una luz del cielo que sobrepujaba al resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros a tierra, oí una voz que me hablaba y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”.
Hechos 26:13-14

 

El conocimiento

Uno de los acontecimientos más importantes del libro de los Hechos es la dramática visión que recibió Saulo cuando iba camino a Damasco. Este acontecimiento marcó la vida y el ministerio de Pablo, al cual se referiría constantemente a su visión en sus defensas públicas y epístolas a lo largo del Nuevo Testamento.

Al igual que Pablo, José Smith tuvo una visión dramática en 1820 que marcó el resto de su vida y, al igual que Pablo, fue perseguido por hablar a otros de su visión. La persecución contra Pablo, por ejemplo, ocurrió casi inmediatamente después de que comenzó a predicar el evangelio, hasta el punto de que muchos judíos en Damasco “decidieron en consejo matarle”, lo que obligó a que Saulo escapara de la ciudad y de noche “le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta” (Hechos 9:23, 25). De manera similar, José Smith mencionó que “un espíritu de la más rencorosa persecución y vilipendio” se apoderó de muchos de los líderes religiosos de su época que se habían enterado de su visión (José Smith-Historia 1:23).

Tan similares fueron las vidas de estos dos hombres que José Smith encontró consuelo comparando su visión y experiencias con las de Pablo:

“He pensado desde entonces que me sentía igual que Pablo, cuando presentó su defensa ante el rey Agripa y refirió la visión, en la cual vio una luz y oyó una voz. Mas con todo, fueron pocos los que le creyeron; unos dijeron que estaba mintiendo; otros, que estaba loco; y se burlaron de él y lo vituperaron. Pero nada de esto destruyó la realidad de su visión. Había visto una visión, y él lo sabía, y toda la persecución debajo del cielo no iba a cambiar ese hecho; y aunque lo persiguieran hasta la muerte, aun así sabía, y sabría hasta su último aliento, que había visto una luz así como oído una voz que le habló; y el mundo entero no pudo hacerlo pensar ni creer lo contrario” (José Smith—Historia 1:21-24).

Curiosamente, tanto José Smith como Pablo dejaron varios relatos de sus visiones, contados en diferentes momentos a diversas audiencias a lo largo de sus vidas1. Cada relato de estas visiones muestra un notable nivel de coherencia a la vez que añade detalles nuevos y únicos. Al comparar los diferentes relatos de la visión trascendente de Pablo, se pueden apreciar mejor varios detalles2.

Por ejemplo, en cada relato de la visión de Pablo y Lucas, su converso y compañero, coinciden en describir el mensaje del Señor a Pablo. Aunque la colocación de algunas de las frases varía en cada relato, el Señor dice sistemáticamente: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”. Y, en los tres relatos, Jesús se identifica como “Jesús, a quien tú persigues”, con alguna variación en Hechos 22 para decir “Jesús de Nazaret”3.
Sin embargo, algunos relatos amplían las instrucciones del Señor a Saulo con más detalle que otros. En Hechos 26, Pablo relata cómo el Señor le instruyó con respecto a la voluntad del Señor para Pablo:

“Pero levántate y ponte sobre tus pies; porque para esto me he aparecido a ti, para ponerte como ministro y testigo de las cosas que has visto y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote del pueblo y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe en mí, remisión de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:16–18).

Este relato deja claro que una parte significativa de esta visión implicaba que Pablo viera al Señor resucitado, que se le apareció. En Hechos 9 y 22, la presencia real del Señor en la luz que vio Pablo da a entender, pero no se afirma explícitamente, hasta que Pablo habla con Ananías (véanse Hechos 9:17; 22:14). Este detalle también se confirma en las epístolas de Pablo, ya que este testifica repetidamente que ha “visto a Jesús el Señor nuestro” (1 Corintios 9:1)4.

Otro detalle clave es la posterior visita y bautismo de Pablo por parte de Ananías, que se mencionan tanto en Hechos 9 como en Hechos 22. Mientras que Hechos 9 menciona la preparación de Ananías para recibir a Pablo, Hechos 22 incluye un relato mucho más detallado de las palabras de Ananías a Pablo, incluidas sus instrucciones para ser bautizado (véase Hechos 22:13-16). Aunque la visita de Pablo a Ananías se menciona brevemente en Hechos 9:17-19, se comprende y aprecia mejor cuando se contempla junto con este relato más detallado. Del mismo modo, Pablo no menciona su visita inmediata a Damasco con gran detalle en Hechos 26, sino que pasa rápidamente a relatar su posterior servicio misional, lo que nos obliga a remitirnos a sus dos relatos anteriores para comprender la importancia de lo que ocurrió allí5.

Otro punto clave digno de mención se encuentra en los dos detalles más frecuentes en las visiones de Pablo: la gran luz y la voz que Pablo oyó. En los tres relatos de la visión de Pablo, estos elementos están presentes, e incluso “los que estaban conmigo vieron en verdad la luz y se espantaron, pero no oyeron la voz del que hablaba conmigo” (Hechos 22:9). Sin embargo, una posible discrepancia se encuentra en Hechos 9:7, donde se registra que “los hombres que iban con Saulo se detuvieron atónitos, oyendo a la verdad la voz, pero sin ver a nadie”.
Sin embargo, este detalle se aclara en la Traducción de José Smith, que aclara que los hombres vieron la luz, pero no oyeron la voz. Robert J. Matthews ha señalado: “Esta versión es seguramente la correcta, porque tanto el mensaje como la visión del Señor estaban destinados solo a Saulo. Sin embargo, sus compañeros vieron la luz y supieron por sí mismos que algo inusual estaba ocurriendo. Podían dar testimonio de este acontecimiento y ayudar así a apoyar la declaración de Saulo al respecto”6.

El porqué

En última instancia, los diferentes relatos de Pablo sobre lo que podría denominarse su “primera visión” muestran que, aunque existen algunas variaciones en cada relato, todos deben entenderse como relatos fiables de un acontecimiento real. Al igual que los múltiples relatos de la Primera Visión de José Smith, al final las diferencias en cada relato no son contradictorias, sino que se refuerzan mutuamente y nos ayudan a entender esta visión cuando se leen como complementarios entre sí.

Debido a que el Señor “habla a los hombres de acuerdo con el idioma de ellos, para que entiendan” (2 Nefi 31:3), Pablo y José Smith ofrecieron cada uno diferentes relatos de sus visiones a diferentes audiencias, destacando lo que era más importante para sus necesidades en ese momento. El Señor trabaja con Sus hijos de manera individual, y así Sus profetas de manera similar eligen trabajar con sus diferentes audiencias de maneras que serán mejor recibidas por cada audiencia.

Este hecho no cuestiona en modo alguno la historicidad de estas relevantes visiones de estos poderosos siervos de Dios. Más bien, nos ayuda a reconocer lo bueno que el Señor ha sido con todos nosotros en nuestras vidas y necesidades, y cómo Él está constantemente trabajando para ayudarnos a todos a venir a Él, personal y colectivamente.

Otras lecturas

John A. Tvedtnes, “Variants in the Stories of the First Vision of Joseph Smith and the Apostle Paul”, Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship 2 (2012): 73–86.

Richard Neitzel Holzapfel y Thomas A. Wayment, Making Sense of the New Testament: Timely Insights and Timeless Messages (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2010), 285–286, 307–308, 312–313.

Richard Lloyd Anderson, Understanding Paul, rev. ed. (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2007), 24–30.

Sidney B. Sperry, Paul’s Life and Letters (Salt Lake City, UT: Bookcraft, 1955), 13–20.

También vale la pena reconocer el hecho de que Alma, hijo, dio diferentes relatos de su visión a lo largo de su vida. Las circunstancias de Alma que condujeron a esta visión, así como el mensaje que Alma recibió, también pueden compararse con los de Pablo. Para un análisis de la visión de Alma y sus relatos, véase Central del Libro de Mormón, “¿Por qué hay diferentes versiones de las visiones de José Smith y Alma? (Alma 36:6–7)”, KnoWhy 264 (6 de diciembre, 2017). Para acceder a los cuatro relatos de primera mano de la Primera Visión de José Smith, consulte josephsmithpapers.org. Para un análisis detallado de estas historias, véase Dean C. Jesse, “The Earliest Accounts of Joseph Smith’s First Vision”, en Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, 1820–1844, 2nd ed., ed. John W. Welch (Provo, UT: BYU Studies; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2017), 1–36, y James B. Allen y John W. Welch, “Analysis of Joseph Smith’s Accounts of His First Vision”, en Opening the Heavens, 37–77.
2. Para ver un cuadro con todos estos detalles, consulte John W. Welch y John F. Hall, “Comparing Conversions: Paul and Alma”, en Charting the New Testament (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies), chart 15-17.
3. Véase Hechos 9:4–5; 22:7–8; 26:14–16. Citas tomadas del relato en Hechos 26.
4. Para una breve discusión sobre este detalle, véase Richard Lloyd Anderson, Understanding Paul, rev. ed. (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2007), 26.
5. Richard Neitzel Holzapfel y Thomas A. Wayment, Making Sense of the New Testament: Timely Insights and Timeless Messages (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2010), 312, señalan que esto se hizo probablemente “en un intento de evitar las acusaciones anteriores de que había sido un agitador entre los nazarenos”.
6. Robert J. Matthews, “‘Unto All Nations’ (Acts)”, en Studies in Scripture, vol. 6 of 8, Acts to Revelation, ed. Robert L. Millet (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1987), 33.

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Referencia a las escrituras

Traducido por Central del Libro de Mormón