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KnoWhy #675

¿Cómo se refleja el Día de la Expiación en el evangelio de Juan?

junio 15, 2023
KnoWhy #675
El Cordero Pascual. Pintura de Josefa de Ayala
"El Cordero Pascual" por Josefa de Ayala. Imagen de dominio público
“Pero Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba”.
Juan 18:4-5

El conocimiento

En el evangelio de Juan, muchos eruditos han reconocido profundas conexiones con el templo y sus rituales1. A lo largo de este evangelio, hace énfasis en la manera en la que podemos regresar a la presencia de Dios. Por lo tanto, de varias maneras, Juan se basa en representaciones de la fiesta principal del templo que celebraba el antiguo Israel y que permitía regresar a la presencia de Dios: el Día de la Expiación.

Los escritos rabínicos han ayudado a comprender la manera en que se practicaban los ritos del Día de la Expiación en el periodo del Segundo Periodo, basándose en los rituales desarrollados inicialmente del Antiguo Testamento2. De la misma manera, estos textos judíos han ayudado a comprender la manera en que Jesús y Sus discípulos inmediatos habrían entendido el Día de la Expiación y el evangelio de Juan parece reflejar muchos de esos temas3. Jackson Abhau ha señalado recientemente la manera en que estas fiestas sagradas se representan en el evangelio de Juan por medio de la vida y sacrificio de Jesucristo, principalmente con cuatro temas.

El Cordero de Dios

La primera imagen que Juan utiliza en su evangelio involucra la declaración de Juan el Bautista: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29). Si bien la imagen de Jesús como el cordero tiene claras conexiones con el sacrificio de la pascua en primavera, especialmente al final de Su vida, eruditos han señalado que “el cordero pascual no tiene una función de redimir pecados”4. Más bien, el único sacrificio animal que se entendía que perdonaba los pecados, eran los que se ofrecían en el Día de la Expiación.

De esta manera, Abhau señala que mientras “Jesús está claramente relacionado con el cordero pascual en otras partes de la narrativa de Juan”, el amplio concepto del Cordero de Dios parece ser una “figura compuesta” que permite varios hilos de simbolismos al mismo tiempo5. Ver al Cordero de Dios desde esta perspectiva demuestra la manera en que Jesús cumplió con toda la Ley de Moisés y enmarca Su muerte de manera apropiada en un contexto en que los israelitas de la antigüedad y los primeros cristianos habrían entendido más claramente.

2. El ritual del macho cabrío expiatorio

El relato del juicio de Jesús y su muerte subsecuente parecen estar enmarcados en Juan como una reflexión de dos cabras en Levítico 16, a saber, el sacrifico de una cabra y el macho cabrío expiatorio. Cada año, en el Día de la Expiación, se echaban suertes “sobre los dos machos cabríos, una suerte para Jehová, y otra suerte para el macho cabrío expiatorio” (Levítico 16:8). La cabra elegida para Jehová sería sacrificada y su sangre rociada sobre el arca del convenio, mientras que el macho cabrío habría sido expulsado al desierto, “[llevando] sobre sí todas las iniquidades [del pueblo]” (Levítico 16:22). Además, las tradiciones rabínicas posteriores afirman que el macho cabrío era llevado a un acantilado después de ser humillado por el pueblo6.
Si bien los cristianos modernos pueden ver a Jesús como el macho cabrío, llevando sus pecados hacia el desierto, no siempre fue de esta manera. Abhau señala que “los primeros exégetas vieron a Jesús, no como el cumplimiento del macho cabrio expiatorio, sino como el cumplimiento del macho cabrío [sacrificado]”7. Esto es evidente, especialmente en la epístola a los Hebreos, que ven a Jesús como el gran Sumo Sacerdote que “por su propia sangre, entró una vez y para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Hebreos 9:12). Este pasaje se refiere específicamente al ritual del macho cabrío sacrificado, realizado exclusivamente por el sumo sacerdote en el Día de la Expiación”.

Barrabas, quien fue liberado por Pilatos a manos del pueblo, entonces encaja en el papel de macho cabrío expiatorio (véase Juan 18:39–40). Basado en ambigüedades en el texto griego, algunos eruditos creen que, lejos de liberarse, “Barrabás no se perdona; mejor dicho, es linchado por la muchedumbre, humillado y maltratado como el chivo expiatorio en su salida de la ciudad”8. En cualquier caso, está claro que los dos machos cabríos de Levítico 16 estaban involucrados simbólicamente en Juan: el que era sacrificado y el otro que se llevaba las impurezas.

3. Intercesión Sacerdotal

Así como la epístola a los hebreos considera a Cristo tanto como el sumo sacerdote y el sacrificio, así también Juan representa a Jesús como el Sumo Sacerdote9. Esto se puede ver especialmente al final de su narrativa, cuando Jesús desarrolla una intercesión sacerdotal por Sus discípulos en Juan 1710.
Por ejemplo, Abhau observa que tanto la oración intercesora como la oración del sumo sacerdote de Jesús en el Día de la Expiación tiene una estructura tripartita y se “enfoca en la santificación”11. En Juan 17, Jesús ora por Sí mismo (Juan 17:1–5), por Sus discípulos con Él (Juan 17:6–19), y finalmente por todos los que creerán en las palabras de los discípulos (Juan 17:20)12. De la misma manera, el sumo sacerdote se habría sacrificado por sí mismo, por su familia y por la comunidad de Israel en el Día de la Expiación (véase Levítico 16:6, 15). La tradición rabínica registra una versión de las oraciones ofrecidas en preparación para el sacrificio. Inmediatamente antes de la expiación de Jesús en el Getsemaní y en la cruz, la oración intercesora parece ser una preparación para el sacrificio infinito y eterno de Jesús. Después de la muerte de Jesús, la escena cambia al Lugar Santísimo del sumo sacerdote cuando el velo del templo se rasgó de arriba a abajo, abriendo los reinos celestiales a todas las personas del mundo.

4. El nombre de Jehová

Por último, solo en el Día de la Expiación se utilizaba el nombre sagrado de Jehová. En el Día de la Expiación, el sumo sacerdote decía el nombre de Yavé (el cual probablemente era la pronunciación original de Jehová) en su oración, y la tradición rabínica afirma que todos los presentes se postraban sobre la tierra. A lo largo de los ritos del Día de la Expiación, el sumo sacerdote pronunciaría el nombre de Jehová diez veces13.
Esto se refleja en el evangelio de Juan por medio de la repetición de la frase “Yo soy” o egō eimi14. Por supuesto, esto es una referencia a Éxodo 3:14, en la que Jehová le diría a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY”. En el idioma inglés estas traducciones a menudo se obscurecen al dar la declaración de “Soy Él” o “Yo lo Soy”, los eruditos han señalado el uso repetitivo de esta frase, especialmente en todo el evangelio de Juan. Significativamente, Juan registra diez expresiones de esta frase que típicamente “evocan reacciones fuertes” de la multitud y “muestran las características de una fórmula fija” que identifican a Jesús como Jehová15.

Esta fórmula culmina en el Jardín de Getsemaní con las tres instancias finales de Jesús declarando: “Yo soy”. Solo en el evangelio de Juan se menciona que un grupo de soldados habían venido a arrestarlo y les pregunta: “¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo: Yo soy” (Juan 18:4–5). También resalta el hecho de que Juan registra: “Y cuando les dijo: Yo soy [egō eimi], retrocedieron y cayeron a tierra”, de la misma manera en que las personas se caían a tierra en el Día de la Expiación al escuchar al sumo sacerdote pronunciar el santo nombre (Juan 18:6). Jesús nuevamente dice “Yo Soy” antes de que sus arrestadores se recuperaran y lo capturaran.

Al proclamar “Yo Soy” a lo largo del evangelio de Juan, Jesús declaró dos aspectos más importantes de Su vida y ministerio, a saber, que Él es Jehová y que Él es el gran Sumo Sacerdote del templo celestial.

El porqué

Tal como se expresa en todo el Nuevo Testamento, Jesucristo es nuestro Salvador y el único que fue capaz de realizar el sacrificio expiatorio infinito y eterno que nos permite reconciliarnos o ser expiados con Dios. Solo Él es el Gran Sumo Sacerdote de nuestra salvación quien se sacrificó a Sí mismo para que podamos entrar en la presencia de Dios. Además, tal como se expresa en la epístola a los Hebreos, la expiación de Jesús nos permite tener la “libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos consagró, a través del velo, esto es, de su carne” (Hebreos 10:19–20). Podemos acercarnos “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).

Por medio de la expiación infinita de Jesús, podemos ser santificados, limpiados de todo pecado y ser dignos de entrar de nuevo a la santa presencia del Padre. Finalmente, a pesar de todos los problemas, enfermedades, tentaciones y pecados que experimentemos en esta vida, podemos mirar hacia adelante con confianza solemne a un futuro glorioso, recibiendo consuelo por medio de la garantía prometida por Jesús a Sus discípulos: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción. Pero confiad; yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Otras lecturas

Jackson Abhau, “Taking Away the Sin of the World: Egō Eimi and the Day of Atonement in John”, Studia Antiqua 19, no. 1 (2020): 43–58.

Jackson Abhau, New Testament Minute: John (Springville, UT: Scripture Central, 2023).

Donald W. Parry, “The Day of Atonement: Messianic Foreshadowing”, en The Jesus Christ Focused Old Testament: Making Sense of a Monumental Book (Springville, UT: Book of Mormon Central, 2022), 104–105.

1. Véase Central del Libro de Mormón, “¿Cómo Juan representa a Jesús y el Camino del Templo? (Juan 8:12)”, KnoWhy 668 (abril 25, 2023); John S. Thompson, “How John’s Gospel Portrays Jesus as the Way of the Temple”, en The Temple: Ancient and Restored, ed. Stephen D. Ricks y Donald W. Parry (Orem, UT: Interpreter Foundation; Salt Lake City, UT: Eborn Books, 2016), 309–335.
2. Debido a que estos escritos rabínicos son de fecha muy posterior, puede ser difícil determinar cuan exactos sean al representar los rituales y la adoración del Segundo Templo. Sin embargo, algunos aspectos de estas tradiciones rabínicas se encuentran en otros lugares, dando apoyo a su autenticidad e historicidad. Independientemente de su naturaleza, los escrítos rabínicos pueden ayudar a mostrar la manera en que se entendían estos rituales por las audiencias posteriores, por lo que son útiles para determinar el significado previo a los diferentes símbolos. Véase Jackson Abhau, “Taking Away the Sin of the World: Egō Eimi and the Day of Atonement in John”, Studia Antiqua 19, no. 1 (2020): 46–48, para conocer una disertación más detallada de la utilidad de la literatura rabínica en ese sentido.
3. Para conocer un breve análisis de estas representaciones utilizadas en el Día de la Expiación y la manera en que señalan a Jesucristo, véase Donald W. Parry, “The Day of Atonement: Messianic Foreshadowing”, en The Jesus Christ Focused Old Testament: Making Sense of a Monumental Book (Springville, UT: Book of Mormon Central, 2022), 104–105. Estos temas también se reflejan en el Libro de Mormón. Para conocer los rituales del Día de la Expiación, véase Terrence L. Szink y John W. Welch, “King Benjamin’s Speech in the Context of Ancient Israelite Festivals”, en King Benjamin’s Speech: “That Ye May Learn Wisdom”, ed. John W. Welch y Stephen D. Ricks (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 1998), 147–223.
4. Abhau, “Taking Away the Sin of the World”, 49.
5. Abhau, “Taking Away the Sin of the World”, 50 citing Leon Morris, The Gospel according to John (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1971), 147.
6. Abhau, “Taking Away the Sin of the World”, 51.
7. Abhau, “Taking Away the Sin of the World”, 51.
8. Abhau, “Taking Away the Sin of the World”, 51–52, señala: “Aunque la mayoría de los lectores suponen que Barrabás sale libre tras su liberación de la custodia romana, una lectura atenta sugiere otra posibilidad. Maclean observa que la combinación del verbo griego apolyō, ‘liberar’, con el dativo hymin, ‘a vosotros’, ‘abre nuevas posibilidades interpretativas, ya que liberar a un prisionero ‘a ellos’ o ‘a la multitud’ tiene matices bastante ominosos’. Ella continúa: “podríamos estar inclinados a ver la costumbre como una de dejar a un criminal a la mafia para que ellos tomen venganza”. Según la lectura de Maclean, Barrabás no es perdonado; más bien, es linchado por el pueblo, humillado y maltratado como el macho cabrío en su salida de la ciudad. Abhau cita a Jennifer K. Berenson Maclean, “Barabbas, the Scapegoat Ritual, and the Development of the Passion Narrative”, Harvard Theological Review 100, no. 3 (2007): 322.
9. Véase especialmente Hebreos 7-10 para una explicación de la función de Jesús como el Gran Sumo Sacerdote del templo celestial.
10. Véase Central del Libro de Mormón, “¿Cómo la oración intercesora de Jesús nos guía hacia el Templo? (Juan 17:1)”, KnoWhy 674 (junio 6, 2023); William J. Hamblin, “‘I Have Revealed Your Name’: The Hidden Temple in John 17”, Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship 1 (2012): 61–89.
11. Abhau, “Taking Away the Sin of the World”, 52.
12. Véase Abhau, “Taking Away the Sin of the World”, 53.
13. Véase Abhau, “Taking Away the Sin of the World”, 56. Para un ejemplo de esto en el Libro de Mormón, véase Central del Libro de Mormón, “¿Por qué Alma repitió el nombre del Señor diez veces mientras oraba? (Alma 31:26)”, KnoWhy 139 (19 de junio de 201).14. Estas diez logias absolutas se encuentran en Juan 4:26; 6:20; 8:18, 24, 28, 58; 13:19; 18:5, 6 y 8.15. Abhau, “Taking Away the Sin of the World”, 54–55. A lo largo del Evangelio de Juan, Jesús usa la frase egō eimi para introducir una imagen metafórica (como “Yo soy el buen pastor” en Juan 10:16) o para emplear esta fórmula absoluta que difiere en forma y contexto del uso de imágenes metafóricas de Jesús. Es esta segunda categoría, el uso de una fórmula absoluta sin ninguna imagen metafórica, que se encuentra diez veces y parece ser una referencia a Éxodo 3:14.

Traducido por Central del Libro de Mormón