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KnoWhy #126

¿Cuál es la naturaleza y el uso de los carros en el Libro de Mormón?

junio 3, 2017
KnoWhy #126
Arte maya que representa una entrada real. Imagen a través de la base de datos Maya Vase
“Ahora bien, antes que salieran a abrevar sus rebaños, el rey había mandado a sus siervos que prepararan sus caballos y carros y lo llevaran a la tierra de Nefi”
Alma 18:9

El conocimiento

En la mente de la mayoría de la gente de hoy, la palabra carro, tal como se usa en el Libro de Mormón, evoca imágenes de coches de caballo, y tal vez de guerra. En el Libro de Mormón, sin embargo, los carros realmente nunca se mencionan de esa manera.1 Tamizando las referencias de las citas del antiguo mundo,2 solo hay tres ocasiones en que se mencionan carros en el Libro de Mormón:

  • Alma 18:9-12: Ammón “alist[ó] los caballos y los carros” (v. 12), de acuerdo con el mandato del rey Lamoni de que sus siervos “prepararan sus caballos y carros y lo llevaran a la tierra de Nefi” para que él pudiera asistir a “una gran fiesta” organizada por su padre, el rey soberano (o Halach Uinic en maya).3
  • Alma 20:4–7: Lamoni volvió a hacer que sus siervos “alistaran sus caballos y sus carros” (v. 6), esta vez para poder visitar a un aliado político4 y “congraciar[lo]” para liberar a los hermanos de Ammón (v. 4).
  • 3 Nefi 3:22: Los carros son incluidos como parte de una lista de ganado y provisiones tomadas por los nefitas cuando dejaron Zarahemla y se retiraron por siete años a un sitio más seguro como una táctica defensiva contra los ladrones de Gadiantón.

Estas pocas referencias ocurren dentro de un pequeño lapso de tiempo desde ca. 90 a. C. – 16 d. C., lo que sugiere que, en general, los carros no fueron amplia o frecuentemente utilizados entre los pueblos del Libro de Mormón.5 Solo dos de estos se encuentran en un contexto definible: En ambas ocasiones, cuando Lamoni pide que sus carros sean preparados, “la ocasión es una visita del estado oficial”.6 Mientras que los “caballos” se mencionan con los carros, los carros nunca son tirados explícitamente por los caballos ni por ningún otro animal.

Debido al uso limitado y referencia, es difícil estar seguro acerca de la naturaleza de los carros en el Libro de Mormón. Los vehículos con ruedas, como generalmente se supone que son los carros, hasta ahora no se ha atestiguado en ninguna parte de la América precolombina. Sin embargo, a fines del siglo XIX, el arqueólogo pionero Désiré Charnay informó haber encontrado lo que él llamó “carros” en el centro de México.7chariots en inglés) cuando se refería a las figurillas.8 Lo que encontró Charnay eran figurillas con ruedas o “juguetes”, nada en lo que realmente se podría montar. Se conocen unas 100 figurillas de este tipo,9 que en gran parte datan entre 600-1250 d. C.10

El estudio cuidadoso de estas figurillas “demuestra que al menos algunos mesoamericanos comprendieron no solo el concepto de la rueda, sino también el concepto de vehículos de ruedas reales”.11 Según un par de mesoamericanistas no-SUD, estas figuras demuestran que “el principio de usar ruedas para facilitar el movimiento horizontal era familiar en por lo menos algunos pueblos de la Mesoamérica precolombina”.12 En el antiguo Cercano Oriente, se sabe que figurillas similares habiendo “imitado los vagones a gran escala”,13 sugiriendo, tal vez, que lo mismo es cierto en Mesoamérica.14

Alternativamente, el uso poco convencional de Charnay de la palabra “carro” invita otras posibilidades. La rara palabra hebrea afiryon, que significa litera, palanquín, o silla de sedán,15 se traduce como “carroza” en la Versión Reina Valera (VRV) en Cantar de los Cantares 3:9. Este era un vehículo sin ruedas en el que una persona era llevada por sirvientes. Solo esas literas o palanquines eran conocidos entre los mesoamericanos precolombinos. “Los reyes mayas eran llevados en literas, a menudo hechas de juncos simples y llevados por solo dos portadores”.16 John L. Sorenson señaló: “Esta forma de transporte estaba reservada para la nobleza y otros niveles sociales superiores”.17

Estas literas fueron usadas para procesiones reales cuando nobles o dignatarios hacían una visita política. Por ejemplo, en 1542, después de la conquista española de la región maya, “una multitud de guerreros escoltando a un joven maya sentado en un palanquín” se acercó a unos centinelas españoles, “hizo señales de que había venido en paz” y que había traído comida en lo que aparentemente era una visita diplomática.18

Un jarrón clásico Maya que representa el sacrificio de prisioneros de guerra muestra a un “dignatario visitante” que fue “llevado al evento en una litera”.19 La primera descripción conocida de una litera mesoamericana es Izapa estela 21, que data ca. 300-50 a. C.20

Con una litera, siervos o portadores “llevarían [al rey] adelante” (Alma 18:9) en una procesión real. Aunque no se utilizó ningún caballo o animal para tirar o transportar la litera, se solía hacer la representación de un animal que viajaba cerca de la litera como parte de la procesión. Por ejemplo, el mesoamericanista SUD Mark Wright ha señalado que varios jarrones clásicos mayas representan un perro debajo de la litera que viaja como parte de la comitiva.21Gardner ha señalado que, en las escenas de guerra, el rey en su litera está acompañado por una feroz “fiera de batalla”, pensando típicamente en representar el alter ego del espíritu animal del rey. La pintura en Tikal, sin embargo, graba lo que los testigos en realidad ven durante el ritual, sugiriendo que las bestias eran más que solo una imaginación, y que acompañaban al rey en las procesiones de rituales, así como también en situaciones de tiempos de guerra. Véase Gardner, Traditions of the Fathers, 295–297; Gardner, Second Witness, 288–289.22

Brant A. Gardner propuso así: “El plausible transporte subyacente en la historia de Ammón era una litera real, en tiempo de paz, se acompañaba por el animal espiritual asociado con el rey”.23 En otras palabras, Ammón habría preparado “caballos” para viajar con el rey, mientras que los sirvientes “lo llevar[ían] a la tierra de Nefi” (Alma 18:9) en su litera.

El porqué

Representación de una procesión azteca en litera.Imagen vía myhistro.com

No siempre hay respuestas definitivas a las preguntas que algunos pueden tener sobre el Libro de Mormón. Estos rompecabezas sin resolver invitan a la fe y al aprendizaje adicional si son abordados con paciencia, una lectura cuidadosa y una mente abierta. Así como con la aparición de la palabra “caballo” en el texto, hay oportunidades de aprender, explorar, preguntarse y crecer en la fe.24

El estado actual de los conocimientos arqueológicos es limitado, 25 y se debe tener cuidado cuando se evalúa evidencia negativa. El arqueólogo Mesoamericano SUD John E. Clark una vez explicó: “La evidencia positiva y negativa no cuentan lo mismo”, porque, “[d]ados los medios actuales de verificación, los elementos positivos están aquí para quedarse, pero los elementos negativos pueden ser positivos escondiéndose”.26 Varias de las cosas mencionadas en el Libro de Mormón, una vez consideradas desaparecidas han demostrado estar en el lugar correcto en el momento adecuado desde el principio.27 “Es bajo esta luz”, concluyó Clark, “que debemos considerar muchos argumentos en contra del Libro de Mormón”.28

La arqueología actualmente muestra que algunos pueblos de la Mesoamérica precolombina sí entendieron los principios conceptuales detrás de los vehículos de ruedas, aunque no hay evidencia de que estos realmente fueron puestos en práctica. Sin embargo, durante un período de 600 años (aprox. 600-1250 d. C.), es probable que al menos algún intento, aunque limitado y de corta duración, habría sido hecho para poner la rueda en uso práctico.

Tal vez el breve periodo de tiempo (los primeros siglos a. C. y d. C.) en el que los carros son mencionados en el Libro de Mormón representa un intento limitado y de breve duración, aunque en un tiempo mucho más temprano que la evidencia actual de las figurillas con ruedas. Entonces los nefitas y los lamanitas abandonaron la tecnología porque carecían de ventajas prácticas.29 Un breve intento de utilizar la rueda que se abandona rápidamente sería muy difícil de encontrar en un registro arqueológico.

Explorar las posibilidades de los carros también refuerza la importancia de leer las escrituras con una mente abierta. Se necesita humildad y madurez para alejarse de las antiguas y prolongadas suposiciones y leer el texto de las escrituras desde una perspectiva fresca. No obstante, si se lee mientras se exploran preguntas en un contexto histórico puede proporcionar claridad y comprensión a los pasajes del Libro de Mormón. Como Charnay y la traducción de la VRV de afiryon demuestran, los “carros” o “carrozas” pueden tener un significado más amplio que lo que típicamente viene a la mente. Ese uso puede incluir vehículos sin ruedas como las literas usadas a lo largo de Mesoamérica que datan desde los tiempos del Libro de Mormón.

Aunque esto muestra una imagen muy diferente de lo que la mayoría de los lectores han llegado a esperar, el uso convencional de literas en Mesoamérica es consistente con los usos de los carros en el Libro de Mormón. Además, si Ammón esperaba ser uno de los portadores de la litera del rey Lamoni, para que lo “llevaran a la tierra de Nefi” sobre sus hombros (Alma 18:9), tal situación añade otro nivel de humildad a este gran misionero. Él estaba literalmente dispuesto a sostener y llevar a los que él había sido llamado a servir.

Otras lecturas

Libro de Mormón, véase en Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué se mencionan caballos en el Libro de Mormón? (Enos 1:21)”, KnoWhy 75 (Abril 5, 2017).

Daniel Johnson, “‘Hard’ Evidence of Ancient American Horses,” BYU Studies Quarterly 54, no. 3 (2015): 149–179, esp. 154–157.

Brant A. Gardner, Traditions of the Fathers: The Book of Mormon as History (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2015), 289–297.

John L. Sorenson, Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2013), 350–361.

 

 

1. Brant A. Gardner, Traditions of the Fathers: The Book of Mormon as History (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2015), 294: “Los carros nunca aparecen en el contexto de guerra en el Libro de Mormón”.
2. 2 Nefi 12:7, declarando que “sus carros son sin número” es una cita de Isaías 2:7; 3 Nefi 21:14 es una cita de Miqueas 5:10.
3. “Halach Uinic” es el término que los eruditos usan para los reyes de Mesoamérica que gobiernan sobre reyes subordinados. Véase Simon Martin and Nikolai Grube, Chronicle of the Maya Kings and Queens, 2nd edition (London, Eng.: Thames and Hudson, 2008), 20–21. Esta noción será discutida en gran detalle en el KnoWhy 128.
4. En el KnoWhy 131, la connotación política de la palabra “amigo” será discutida
5. Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical & Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 4:286, sugiere que los carros “parecen ser algo que se reserva para… ocasiones especiales”.
6. Gardner, Second Witness, 4:286.
7. Véase John L. Sorenson, Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2013), 350. Gardner, Traditions of the Fathers, 294 también señala y agrega el detalle que William Henry Holmes, un arqueólogo y antropólogo del Instituto Smithsonian a principios del siglo XX también usó el término “carros” (
8.
9. Sorenson, Mormon’s Codex, 351. Richard A. Diehl and Margaret D. Mandeville, “Tula and Wheeled Animal Effigies in Mesoamerica,” Antiquity 61, no. 232 (July 1987): 239 declara que había entre 60-70 conocidos por S.H. Boggs en 1973, y ellos reportaron que encontraron 79 fragmentos de por lo menos 27, probablemente más, en Tula (p. 241). Así, el total debería ser de por lo menos entre 87–97, acercándose a los 100, no incluyendo cualquier ejemplo adicional que haya sido encontrado desde 1987.
10. Diehl and Mandeville, “Tula and Wheeled Animal Effigies,” 240–241. John L. Sorenson, Images of Ancient America: Visualizing Book of Mormon Life (Provo, UT: FARMS, 1998), 59 reportó, “especímenes mexicanos datan ya en el primer siglo d. C.”, sin embargo, Diehl y Mandeville explicaron que algunos pueden preceder 600 años d. C. ninguno puede ser datado a este periodo con seguridad.
11. Sorenson, Mormon’s Codex, 352. Sorenson de manera similar declaró: “Los mesoamericanos conceptualizaron el uso de la rueda en ventaja de su capacidad tecnológica para tomar ventaja práctica de su idea” (pp. 354–355). Para la discusión completa de Sorenson sobre los datos de las ruedas en Mesoamérica, véase pp. 350-356.
12. Diehl and Mandeville, “Tula and Wheeled Animal Effigies,” 239.
13. Sorenson, Mormon’s Codex, 351.
14. Sorenson, Images of Ancient America, 59: “La interpretación usual de estos objetos por los eruditos mesoamericanos es que mientras los pueblos prehistóricos obviamente conocían el principio de la rueda, por razones desconocidas nunca trasladaron la idea en vehículos prácticos. Aún estos mismos eruditos celebran la capacidad inventiva de los primeros americanos. ¿Hubieran estado familiarizados con estas miniaturas por al menos 150 años sin intentar hacer un vehículo práctico?”1500 años es una sobreestimación, dado que las figurillas de rueda pueden solamente ser con seguridad fechadas al posclásico (ca. 900–1540 d. C.) y tal vez al periodo clásico tardío (600 d. C.), y no más tarde que 1250 d. C. Aún así, Sorenson crea un punto valioso. Parece ser improbable que una cultura que claramente comprendía la rueda de vehículos a nivel conceptual por aproximadamente 600 años, por lo menos nunca intentó usar vehículos de rueda más prácticos. Este tipo de argumentos, también se hace en Daniel Johnson, “‘Hard’ Evidence of Ancient American Horses,” BYU Studies Quarterly 54, no. 3 (2015): 154–157.
15. Ludwig Koehler and Walter Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, 2 vols. (Leiden and Boston: Brill, 2001), 1:80.
16. Mary Miller and Karl Taube, An Illustrated Dictionary of the Gods and Symbols of Ancient Mexico and the Maya (London, Eng.: Thames and Hudson, 1993), 107.
17. Sorenson, Images of Ancient America, 58.
18. Robert J. Sharer and Loa P. Traxler, The Ancient Maya, 6th edition (Stanford, CA: Stanford University Press, 2006), 771.
19. Dorie Reents-Budet, Painting the Maya Universe: Royal Ceramics of the Classic Period (Durham, NC: Duke University Press and Duke University Art Museum, 1994), 262. Dicho jarrón está bajo K767 en https://research.mayavase.com/kerrmaya.html.
20. Véase V. Garth Norman, Izapa Sculpture, Part 1: Album, NWAF Papers, no. 30 (Provo, UT: New World Archaeological Foundation, Brigham Young University, 1973), plates 33–34; V. Garth Norman, Izapa Sculpture, Part 2: Text, NWAF Paper, no. 30 (Provo, UT: New World Archaeological Foundation, Brigham Young University, 1976), 122–127. Parar las fechas de los monumentos de Izapan, Norman, Izapa Sculpture, Parte 1, 1 los data entre 300 a. C.– 250 d. C. Sin embargo, los excavadores argumentan que estos probablemente datan a principios de este periodo, más probablemente ca. 300–50 a. C., con alguna posibilidad que daten a finales de 100 d. C. Véase Gareth W. Lowe, Thomas A. Lee Jr., and Eduardo Martinez Espinoza, Izapa: An Introduction to the Ruins and Monuments, NWAF Papers, no. 31 (Provo, UT: New World Archaeological Foundation, Brigham Young University, 1982), 23.
21. Los comentarios de Mark Wright se encuentran en James Stutz, “Mesoamerican Art & the ‘Horse’ Controversy,” at Lehi’s Library, April 16, 2008, en línea en https://lehislibrary.wordpress.com/2008/04/16/65/. Los jarrones que representan a perros que viajaban con el palanquín se encuentran en K594, K5534 y K6317 en https://research.mayavase.com/kerrmaya.html.
22.
23. Gardner, Traditions of the Fathers, 297.
24. Sobre “caballos” en el Libro de Mormón, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué se mencionan caballos en el Libro de Mormón? (Enós 1:21)”, KnoWhy 75 (Abril 5, 2017).
25. Mark Alan Wright, “The Cultural Tapestry of Mesoamerica,” Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture 22, no. 2 (2013): 6: “Literalmente miles de sitios arqueológicos se presentan en el paisaje mesoamericano, la gran mayoría de los cuales no sabemos virtualmente nada al respecto, aparte de sus ubicaciones. Solo en el área maya están aproximadamente seis mil sitios conocidos, de los cuales poco menos de cincuenta han experimentado excavaciones arqueológicas sistemáticas… Los arqueólogos estiman que menos de uno por ciento de las antiguas ruinas mesoamericanas han sido descubiertas y estudiadas, dejando mucho por aprender”.
26. John E. Clark, “Archaeological Trends and the Book of Mormon Origins,” in The Worlds of Joseph Smith: A Bicentennial Conference at the Library of Congress, ed. John W. Welch (Provo, UT: BYU Press, 2006), 94.
27. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Cómo puede la cebada del Libro de Mormón alimentar la fe? (Mosíah 9:9)”, KnoWhy 87 (abril 19, 2017); Book of Mormon en Español, “¿Los antiguos israelitas escribieron en egipcio? (1 Nefi 1:2)”, KnoWhy 4 (diciembre 28, 2016). Para varios ejemplos, véase Matthew Roper, “Howlers Index,” in Ether’s Cave, (accedido el de mayo 24, 2016). Véase también Kevin Christensen, “Hindsight on a Book of Mormon Historicity Critique,” FARMS Review 22, no. 2 (2010): 155–194; Clark, “Archaeological Trends,” 93–95.
28. Clark, “Archaeological Trends,” 95.
29. Eruditos, hace mucho tiempo, han notado que la topografía de Mesoamérica y la falta generalizada de animales de tiro neutralizó los avances que la rueda ofrecía en otros ambientes antiguos. Véase Diehl and Mandeville, “Tula and Wheeled Animal Effigies,” 244–245. Véase también Sorenson, Mormon’s Codex, 354–356. Estas mismas razones explicarían por qué cualquier conocimiento de la rueda que los lehitas hubieran traído con ellos pareciera haber desaparecido rápidamente.

Traducido por Central del Libro de Mormón