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KnoWhy #504

¿Qué podemos aprender de la trágica pérdida de las 116 páginas del Libro de Mormón?

marzo 19, 2019
KnoWhy #504
Imagen fija de "A Day for the Eternities" (Un día para las eternidades) a través de LDS Media Library
Imagen fija de "A Day for the Eternities" (Un día para las eternidades) a través de LDS Media Library
“Por tanto, benditos son aquellos que quieran arrepentirse y escuchar la voz del Señor su Dios, porque son estos los que serán salvos”
Helamán 12:23

El conocimiento

La primera vez que se trabajó en la traducción del Libro de Mormón tuvo lugar en Harmony, Pensilvania en el verano de 1828. Durante ese tiempo, los principales escribas de José Smith fueron su esposa Emma Smith y su amigo cercano Martin Harris.1 Martin, ante la insistencia de su esposa incrédula Lucy y por un deseo bien intencionado de convencer a otros de la veracidad de la obra, acosó a José Smith pidiéndole que le permitiera mostrar el manuscrito de la traducción (generalmente se piensa que fueron 116 páginas) a Lucy y a otros amigos cercanos.2

José se resistió y pidió dirección al Señor, quien le respondió prohibiéndole que prestara el manuscrito.3 Después de que José preguntara por tercera ocasión, el Señor finalmente permitió que el vidente de 22 años le diera permiso a Martin para tomar el manuscrito, pero le ordenó que le mostrara solo a cuatro personas específicas. Más tarde, José recordó que el lenguaje como de convenio fue invocado específicamente entre Martin y el Señor en esa ocasión.4 Martin dejó Harmony y regresó a su casa en Palmyra, Nueva York.

Después de un tiempo, sin tener noticias de Martin, José sintió la necesidad de viajar a Palmyra. Para el temor de José, descubrió que, a pesar del compromiso de Martin de mantenerlos a salvo, él había perdido el manuscrito. Cuando le confesó esto a José, Martin gritó: “¡He perdido mi alma!”5

José Smith dando a Martin Harris las 116 páginas del manuscrito. Imagen a través de lds.org
José Smith dando a Martin Harris las 116 páginas del manuscrito. Imagen a través de lds.org

Cuando José y Martin regresaron a Harmony, Moroni tomó las planchas de oro de José y lo reprendió por su insensatez.6 En una revelación del Señor también reprendió a José. “[C]on cuánta frecuencia has transgredido los mandamientos y las leyes de Dios, y has seguido las persuasiones de los hombres”, dijo el Señor. “Mas recuerda que Dios es misericordioso; arrepiéntete, pues, de lo que has hecho contrario al mandamiento que te di, y todavía eres escogido, y eres llamado de nuevo a la obra” (DyC 3:7,10). Moroni también prometió a José diciéndole que si era “suficientemente humilde y te arrepientes” de nuevo volvería a tener las planchas y la habilidad para traducir.7

Afortunadamente, José y Martin se humillaron a sí mismos y la obra se reanudó poco después. Emma, una vez más, actuó como escriba para José.8 El 7 de abril de 1829, Oliver Cowdery asumió el cargo de escriba y trabajó con José hasta finales de junio de ese año para completar la traducción.9

Al final de la traducción, José recibió otra revelación prometiendo que tres testigos especiales serían llamados para dar testimonio de la veracidad del Libro de Mormón (DyC 17).10 “[U]na mañana, Martin, Oliver y David [Whitmer] le rogaron a José que les permitiera ser los testigos. José oró, y el Señor le respondió, indicando que si confiaban en Él con todo su corazón y se comprometían a testificar de la verdad, ellos podrían ver las planchas”.11 Volviendo a Martin y dirigiéndose específicamente a él, José le advirtió diciendo: “Debes humillarte ante tu Dios en este día y obtener, si es posible, el perdón de tus pecados” si deseaba ser un testigo.12

An Angel Showing the Gold Plates (Un ángel mostrando las planchas) por Oro William L. Maughan
An Angel Showing the Gold Plates (Un ángel mostrando las planchas) por Oro William L. Maughan

Más tarde, ese mismo día, José se dirigió con los tres hombres al bosque que se hallaba cerca de la casa de los Whitmer. Se arrodillaron, y se turnaron para orar y pedir que les fueran mostradas las planchas, pero no sucedió nada. Lo intentaron una segunda vez, pero tampoco hubo respuesta. Finalmente, Martin se puso de pie y se alejó, comentando que él era la razón por la que los cielos seguían cerrados”.13 Cuando Martin se fue, José, Oliver y David comenzaron a orar de nuevo. Esta vez ellos “contemplaron una luz arriba sobre [ellos] en el aire de un brillo superior”.  Ellos de inmediato vieron que “un ángel se paró ante [ellos]” y “en sus manos él tenía las planchas”. Mientras ellos miraban con asombro, el ángel “daba vuelta a las hojas una por una, para que pudieran verlas y apreciaran los grabados claramente”.14

Una vez que esta visión se había terminado, “José se adentró más en el bosque y halló a Martin de rodillas. Martin le dijo que aún no había recibido un testimonio del Señor, pero que aún deseaba ver las planchas. Le pidió a José que orase con él. José se arrodilló a su lado y, antes de que pronunciaran palabra, vieron al mismo ángel, quien les mostró las planchas y los demás objetos antiguos”.15 El Señor había aceptado el arrepentimiento sincero de Martin y el hombre que previamente había sentido que había perdido su alma ahora pudo proclamar: “¡Es suficiente! ¡Es suficiente! ¡Mis ojos han visto! ¡Mis ojos han visto!”16

El porqué

Fotografía de Martin Harris a través de lds.org
Fotografía de Martin Harris a través de lds.org

Tanto José como Martin Harris aprendieron muchos principios importantes acerca del arrepentimiento con el episodio que involucra la pérdida de las 116 páginas.17 Considere solo cuatro de ellos. Primero, aprendieron que en ocasiones hay consecuencias dramáticas y duraderas para nuestras acciones pecaminosas—acciones que de otra manera podríamos pensar que no son muy importantes. La pérdida del libro de Lehi y el material adicional del Libro de Mormón ha dejado un impacto indeleble y negativo en la historia de la restauración.18 Afortunadamente, las planchas menores de Nefi cubrían algo del material perdido en las 116 páginas (Palabras de Mormón; DyC 10), y a José se le instruyó que no tradujera la porción perdida de las planchas de Mormón.19 Sin embargo, incluso a pesar de las consecuencias desastrosas de las pobres decisiones de José y Martin no se pudieron deshacer por completo, el Señor pudo perdonar y olvidar.

Segundo, tanto José como Martin aprendieron que cada hombre y mujer serían castigados por sus propias transgresiones y que serían individualmente responsables ante Dios por sus acciones. “José lidió con algunos errores de su juventud”, observó John W. Welch. “Él también aprendió algunas lecciones extraordinarias acerca de la responsabilidad, especialmente cuando Martin Harris perdió las 116 páginas del manuscrito del Libro de Mormón y, como resultado, el poder para traducir le fue quitado a José por esta razón. Por medio de estas experiencias, él aprendió de primera mano los principios fundamentales del albedrío, la elección y la responsabilidad.20 Él no pudo y no podía culpar a alguien más.

Tercero, mientras José y Martin aprendieron por medio de esta dolorosa experiencia personal el peso total del albedrío y la responsabilidad, ambos hombres aprendieron que es por medio de la obediencia que las leyes y ordenanzas del evangelio y por medio de la expiación de Jesucristo que el arrepentimiento funciona.

Después de obtener el perdón del Señor, José de nuevo fue bendecido para traducir el Libro de Mormón. Él aprendió de sus páginas el plan de salvación y la verdadera doctrina de la expiación de Jesucristo. En el tiempo en que se estaba imprimiendo el Libro de Mormón en el verano de 1829, José recibió una sublime revelación dirigida a Martin Harris y contienen las palabras del mismo Jesús con respecto a Su sacrificio eterno, el cual abre los poderes de la expiación para todos: “Porque he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten” (DyC 19:16).21

Cuarto, la pérdida de las 116 páginas nos enseña hoy, de una manera dramática, que incluso cuando “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), nunca estamos más allá del amor salvador de Jesucristo, quien nos concede una amplia oportunidad de arrepentirnos, regresar a él, ser sanados y reanudar la obra de edificar Su reino.22 Aunque José y Martin habían transgredido a los mandamientos del Señor, se les permitió regresar a su sagrado llamamiento de sacar a luz el Libro de Mormón después de un arrepentimiento sincero. Los pecados pasados y las transgresiones, cuando se arrepienten de ellos apropiadamente, no nos impedirán experimentar profundas manifestaciones divinas. Puede que no todos veamos visiones de ángeles como José y Martin lo hicieron, pero todavía podemos experimentar las manifestaciones del amor de Dios y la presencia de Su Santo Espíritu. El ejemplo de José y Martin por el resultado de la pérdida de las 116 páginas enseña que, como lo prometió el presidente Dallin H. Oaks: “Hay esperanza para cada uno de nosotros, incluso si hemos pecado y nos hemos desviado de una posición favorable”.23

 

Este KnoWhy fue posible gracias al generoso apoyo de la familia Bill y Linda Perry.

Otras lecturas

Susan Easton Black y Larry C. Porter, Martin Harris: Uncompromising Witness of the Book of Mormon (Provo, UT: BYU Studies, 2018).

Todo está perdido“, en Santos: La historia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2018), 44–53.

Matthew McBride, “La contribución de Martin Harris: DyC 3, 5, 10, 17, 19“, en Revelaciones en contexto: Las historias detrás de las secciones de Doctrina y Convenios, ed. Matthew McBride y James Goldberg (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2016), 1–9.

Larry E. Morris, “La experiencia de los Tres Testigos: DyC 17“, en Revelaciones en contexto: Las historias detrás de las secciones de Doctrina y Convenios, ed. Matthew McBride y James Goldberg (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2016), 25–32.

John W. Welch, “The Articles of Faith and the Life of Joseph Smith“, Ensign, diciembre de 2013, 70–75.

Richard E. Bennett, School of the Prophet: Joseph Smith Learns the First Principles, 1820-1830 (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2010).

Dallin H. Oaks, “El testigo: Martin Harris“, Conferencia General julio de 1999.

 

1. Véase Santos: La historia de la Iglesia de Jesucristo en los últimos días (Salt Lake City, UT: La historia de la Iglesia de Jesucristo en los últimos días, 2018), 49–51; Michael Hubbard MacKay y Gerrit J. Dirkmaat, From Darkness Unto Light: Joseph Smith’s Translation and Publication of the Book of Mormon (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2015), 85–92. El hermano de Emma, Reuben Hale, también fungió como escriba en parte de la traducción durante este tiempo. Véase John W. Welch, “The Miraculous Translation of the Book of Mormon”, en Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, 1820–1844, ed. John W. Welch, 2nd ed. (Provo, UT: BYU Studies; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2017), 90–91, 143.
2. Santos, 50; MacKay y Dirkmaat, From Darkness Unto Light, 93; Susan Easton Black y Larry C. Porter, Martin Harris: Uncompromising Witness of the Book of Mormon (Provo, UT: BYU Studies, 2018), 103–111.
3. Santos, 51, citando a History, circa Summer 1832, 5, en línea en www.josephsmithpapers.org; MacKay y Dirkmaat, From Darkness Unto Light, 93.
4. History, circa Summer 1832, 6, en línea en www.josephsmithpapers.org.
5. Santos, 52–53, citando a Lucy Mack Smith, History, 1844–45, book 7, [5]–[7], en línea en www.josephsmithpapers.org; Black y Porter, Martin Harris, 112–115; véase más adelante a J.B. Haws, “The Lost 116 Pages Story: What We Do Know, What We Don’t Know, and What We Might Know“, en The Coming Forth of the Book of Mormon: A Marvelous Work and a Wonder, editado por Dennis L. Largey, Andrew H. Hedges, John Hilton III y Kerry Hull (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2015), 81–102.
6. Santos, 54, citando a Lucy Mack Smith, History, 1844–1845, 9, bk. 7, en línea en www.josephsmithpapers.org.
7. Lucy Mack Smith, History, 1844–1845, 9, bk. 7, en línea en www.josephsmithpapers.org.
8. Santos, 56, citando a Lucy Mack Smith, History, 1845, 138, en línea en www.josephsmithpapers.org.
9. Véase la línea de cronología en Welch, “The Miraculous Translation of the Book of Mormon”, 79–120; “Timing the Translation of the Book of Mormon: ‘Days [And Hours] Never to Be Forgotten”, BYU Studies Quarterly 57, no. 4 (2018): 11–50.
10. Véase el comentario en Matthew McBride, “La contribución de Martin Harris: DyC 3,5,10,17,19“, en Revelaciones en Contexto: Las historias detrás de las secciones de Doctrina y Convenios, ed. Matthew McBride y James Goldberg (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2016), 1–9; Larry E. Morris, “La experiencia de los Tres Testigos: DyC 17“, en Revelaciones en Contexto, 25–32.
11. Santos, 73.
12. Santos, 73, citando a Lucy Mack Smith, History, 1844–45, book 8, [11], en línea en www.josephsmithpapers.org.
13. Santos, 73.
14. History, 1838–1856, volume A-1 [23 de diciembre de 1805–30 agosto de 1834], 25, en línea en www.josephsmithpapers.org.
15. Santos, 74.
16. Santos, 74, citando a Joseph Smith History, 1838–56, volume A-1, 25, en línea en www.josephsmithpapers.org.
17. Véase la esclarecedora discusión sobre este punto en Richard E. Bennett, School of the Prophet: Joseph Smith Learns the First Principles, 1820–1830 (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2010), 32–59.
18. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Qué había en las 116 páginas perdidas? (1 Nefi 9:5)“, KnoWhy 452, (1 de noviembre de 2018).
19. Como también se explica en el prefacio de la edición de 1830 del Libro de Mormón.
20. John W. Welch, “The Articles of Faith and the Life of Joseph Smith“, Ensign, diciembre de 2013, 71.
21. Welch, “The Articles of Faith and the Life of Joseph Smith“, 71.
22. Neil L. Andersen, “Arrepentios… para que yo os sane“, Conferencia General, noviembre de 2009.
23. Dallin H. Oaks, “El testigo: Martin Harris“, Conferencia General, julio de 1999.

Traducido por Central del Libro de Mormón