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KnoWhy #480

¿Por qué es tan importante la autenticidad histórica del Libro de Mormón?

diciembre 27, 2018
KnoWhy #480
"Mormon Abridging the Plates" (Mormón compendiando las planchas) a través de LDS Media Library
"Mormon Abridging the Plates" (Mormón compendiando las planchas) a través de LDS Media Library
“¿No os declaré mis palabras, que fueron escritas por este hombre, como uno que clamaba de entre los muertos, sí, como uno que hablaba desde el polvo?”
Moroni 10:27

El conocimiento

El Libro de Mormón se describe como “un compendio de los anales del pueblo de Nefi, así como de los lamanitas”, y que “[c]ontiene también un compendio tomado del Libro de Éter, el cual es una relación del pueblo de Jared”, que fue “[s]ellado por la mano de Moroni, y escondido para los propósitos del Señor, a fin de que apareciese en el debido tiempo por medio de los gentiles — A interpretarse por el don de Dios” (Portada del Libro de Mormón). La afirmación del Libro de Mormón de su procedencia antigua – sus presuntos autores, compiladores y editores, así como también su material de origen – está claramente delineada en todas sus páginas.1 También lo son sus antiguos escenarios históricos.2 Para citar solo un ejemplo, Mosíah 25 preserva un mensaje supuestamente entregado por un antiguo rey llamado Benjamín alrededor del año 124 a. C. en la tierra de Zarahemla y registrado por los escribas y “enviado” al pueblo (Mosíah 28).

José Smith, el “autor y propietario” y “traductor” del Libro de Mormón,3 proporcionó historias explícitas a lo largo de su vida sobre cómo produjo el libro.4 De acuerdo con su propia descripción, José fue visitado por un ángel en la tarde del 21 de septiembre de 1823. José identificó a este ángel en varias ocasiones como Moroni, el autor final y editor del Libro de Mormón.5 Moroni informó al joven José de un “libro… escrito sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los antiguos habitantes de este continente, así como del origen de su procedencia” (JSH 1:34).6 Estas planchas fueron entregadas a José por el ángel Moroni cuatro años más tarde a esa fecha (JSH 1:59).7 A través de piedras videntes divinamente preparadas, José pudo traducir el registro por “el don y el poder de Dios”.8

José Smith apostó mucho con su relato de la salida a luz del Libro de Mormón. Como un historiador reconoció, José “estableció sobre la existencia de las planchas su propia veracidad, la historicidad del Libro de Mormón, la realidad de su misión profética y la legitimidad de su iglesia”.9 En otras palabras, José Smith dejó claro e hizo afirmaciones acerca del ángel, las planchas y el método de traducción. Por lo tanto, si estas declaraciones no son ciertas, entonces su credibilidad como un profeta inspirado, así como también la credibilidad de su afirmación de haber restaurado la Iglesia de Jesucristo, es fatalmente indeterminada.10

Moroni Delivers the Plates to Joseph Smith (Moroni entrega las planchas a José Smith) por Jorge Cocco
Moroni Delivers the Plates to Joseph Smith (Moroni entrega las planchas a José Smith) por Jorge Cocco

La aparición del Libro de Mormón bajo circunstancias tan dramáticas y milagrosas invita a todos a decidir por sí mismos si aceptan el libro, y así también las declaraciones de José Smith, o no. “Las afirmaciones históricas sólidas del [Libro de Mormón] parecen permitir únicamente tres posibles orígenes”, observó el erudito Grand Hardy. “Como un documento histórico traducido milagrosamente, como un fraude (quizás uno piadoso) escrito por José Smith, o como un engaño (tal vez creído sinceramente) que se originó en el subconsciente de Smith”.11 Finalmente todos deben tomar una decisión en cierto punto acerca de si el libro es lo que afirma ser.

Con el propósito de evitar esta situación, algunos han propuesto que el Libro de Mormón se debe leer como un libro no histórico, pero sí como una escritura inspirada, eso es, como una ficción inspirada del siglo XIX.12 Uno que está a favor de este tema ha argumentado que “los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días deben confesar con fe que el Libro de Mormón es la palabra de Dios pero también deben abandonar sus afirmaciones de que es un registro histórico de los antiguos habitantes de las Américas. Debemos aceptar que es una obra de escritura inspirada por Dios igual que la Biblia, pero que tiene como autor humano a José Smith, hijo”.13

Otro proponente de la teoría de “ficción inspirada” del Libro de Mormón ha afirmado que José Smith utilizó muchas cantidades de material bíblico reelaborado para crear “nuevas ficciones santas”.14 De esta manera, este autor alega que José Smith fue el “autor inspirado” del Libro de Mormón porque creó una nueva escritura ficticia de la misma manera en que los antiguos autores bíblicos crearon la escritura ficticia.

Finalmente, otro defensor de leer el Libro de Mormón como una “ficción inspirada” ha argumentado que el libro fue producido por un método llamado “escritura automática”. La escritura automática es el fenómeno donde los textos se escriben supuestamente sin ningún esfuerzo consciente o deliberado y en su lugar es el resultado del subconsciente o poderes sobrenaturales del autor o escriba. Si el Libro de Mormón fue producido de esta manera, según el argumento, entonces José Smith no pudo haber atentado conscientemente engañar a nadie. Por lo tanto, su integridad puede permanecer intacta y el libro puede ser leído como una escritura inspirada sin tener ninguna autenticidad histórica.15

El porqué

Estos esfuerzos por leer el Libro de Mormón como una “ficción inspirada” pueden ser bien intencionados, pero son lógicamente incoherentes. Daniel Peterson ha presentado brevemente el problema lógico con esta teoría. “Si las planchas realmente existieron, alguien las hizo. Y si no existieron nefitas que los hayan hecho, entonces José Smith o Dios o alguien más parece haber estado involucrado en un simple fraude. El testimonio de [aquellos asociados con la salida a luz del Libro de Mormón] existe, creo, para forzar una elección dicotómica: ¿será verdadero o falso?”16 Fallar en proveer una explicación de esta dicotomía ignora un aspecto esencial del Libro de Mormón.17

Peor aún, en lugar de seguir su propósito y preservar las enseñanzas inspiradas del Libro de Mormón, la teoría de la “ficción inspirada” en realidad daña la credibilidad y el poder del testimonio que da el libro sobre Jesucristo. “Desde la portada hasta la declaración final”, escribió el élder Jeffrey R. Holland, “este testamento revela, examina, recalca e ilumina la misión divina de Jesucristo … El Libro de Mormón tiene muchos objetivos, pero hay uno que trasciende a todos los demás”.18

El Libro de Mormón busca persuadir a todos los hombres y mujeres que “Jesús es el Cristo, el Eterno Dios” (Portada) no solo al describir las enseñanzas inspiradas de los antiguos profetas que predijeron su nacimiento, vida, ministerio, expiación, muerte y resurrección, sino también al narrar la aparición del Jesús resucitado a los antiguos nefitas en el nuevo mundo (3 Nefi 11–26). Si estos antiguos profetas nunca existieron, y si un Jesús resucitado realmente nunca apareció a los antiguos nefitas, entonces el Libro de Mormón pierde toda su credibilidad como otro testamento de Jesucristo.

"Christ with Three Nephite Disciples" (Cristo con los tres discípulos nefitas) por Gary L. Kapp
“Christ with Three Nephite Disciples” (Cristo con los tres discípulos nefitas) por Gary L. Kapp

Este punto se refuerza por el hecho de que dos profetas diferentes del Libro de Mormón advierten a sus lectores que  un día estarán frente a ellos y serán responsables si aceptaron o rechazaron sus enseñanzas. “Y ahora bien, mis amados hermanos”, el profeta Nefi escribió en sus comentarios finales:

Cristo os manifestará con poder y gran gloria que [las palabras en el registro de Nefi] son sus palabras; y ante su tribunal nos veremos cara a cara, vosotros y yo, y sabréis que él me ha mandado escribir estas cosas, a pesar de mi debilidad… porque estas palabras os condenarán en el postrer día. Pues lo que sello en la tierra será presentado contra vosotros ante el tribunal del juicio; porque así me lo ha mandado el Señor, y yo debo obedecer. Amén. (2 Nefi 33:10–11, 14–15)

El profeta Moroni declaró de manera similar:

Y os exhorto a que recordéis estas cosas; pues se acerca rápidamente el día en que sabréis que no miento, porque me veréis ante el tribunal de Dios; y el Señor Dios os dirá: ¿No os declaré mis palabras, que fueron escritas por este hombre, como uno que clamaba de entre los muertos, sí, como uno que hablaba desde el polvo? Declaro estas cosas para el cumplimiento de las profecías. Y he aquí, procederán de la boca del Dios sempiterno; y su palabra resonará de generación en generación. Y Dios os mostrará que lo que he escrito es verdadero. (Moroni 10:27–29)

Pero si Nefi y Moroni no son personas reales y en su lugar son personajes ficticios creados por José Smith, entonces estas advertencias no tienen poder, dado que es imposible que personajes ficticios conozcan a las personas en la vida real.

Por esta y otras razones, los líderes proféticos de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días han enfatizado la profunda importancia de la autenticidad del Libro de Mormón.19 De hecho, como el mismo profeta José Smith lo aclaró: “Si quitamos el Libro de Mormón y las revelaciones ¿dónde queda nuestra religión? No tenemos ninguna”.20

Otras lecturas

Jeffrey R. Holland, Christ and the New Covenant: The Messianic Message of the Book of Mormon (Salt Lake City, Utah: Deseret Book, 1997), 343­–351.

Kent P. Jackson, “Joseph Smith and the Historicity of the Book of Mormon“, en Historicity and the Latter-day Saint Scriptures, ed. Paul Y. Hoskisson (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2001), 123–40.

Louis Midgley, “No Middle Ground: The Debate over the Authenticity of the Book of Mormon“, en Historicity and the Latter-day Saint Scriptures, ed. Paul Y. Hoskisson (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2001), 149–70.

Stephen O. Smoot, “Et Incarnatus Est: The Imperative for a Historical Book of Mormon”, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 30 (2018): 125–162.

 

1. Grant R. Hardy y Robert E. Parsons, “Book of Mormon Plates and Records“, en Encyclopedia of Mormonism, ed. Daniel H. Ludlow (New York, N.Y.: Macmillan, 1992), 1:195–201; Richard Lyman Bushman, “The Gold Plates as Foundational Text”, en Foundational Texts of Mormonism: Examining Major Early Sources, ed. Mark Ashurst-McGee, Robin Jensen y Sharalyn D. Howcroft (New York, N.Y.: Oxford University Press, 2018), 13–36.
2. Para conocer sobre el escenario histórico del viejo mundo, véase John W. Welch, David Rolph Seely y Jo Ann H. Seely, eds., Glimpses of Lehi’s Jerusalem (Provo, UT: FARMS, 2004); Warren P. Aston, Lehi and Sariah in Arabia: The Old World Setting for the Book of Mormon (Bloomington, IN: Xlibris, 2015). El escenario del nuevo mundo para el libro es mucho menos seguro, pero los intentos sistemáticos para situarlo pueden consultarse en John L. Sorenson, Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Provo, UT: Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2013); Brant A. Gardner, Traditions of the Fathers: The Book of Mormon as History (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2015).
3. La edición de 1830 del Libro de Mormón nombró a José Smith como el “autor y propietario” del texto. La siguiente edición publicada del libro lo nombró “traductor”. Para conocer el significado de esto, véase Miriam A. Smith y John W. Welch, “Joseph Smith: ‘Author and Proprietor’“, en Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Provo, UT: FARMS, 1992), 154–157; Royal Skousen, Analysis of Textual Variants of the Book of Mormon, Part One: 1 Nephi – 2 Nephi 10 (Provo, UT: FARMS, 2014), 35–36.
4. Véase Kent P. Jackson, “Joseph Smith and the Historicity of the Book of Mormon“, en Historicity and the Latter-day Saint Scriptures, ed. Paul Y. Hoskisson (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2001), 127–133; John W. Welch, “The Miraculous Timing of the Translation of the Book of Mormon“, en Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, 1820–1844, 2nd ed., ed. John W. Welch (Salt Lake City: Deseret Book; Provo, UT: Brigham Young University Press, 2017), 79–228; “The Gold Plates and the Translation of the Book of Mormon“, en línea en www.josephsmithpapers.org. Para conocer una síntesis narrativa de estas fuentes, véase Santos: La historia de la Iglesia de Jesucristo en los últimos días (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2018), 20–42, 54–75.
5. Véase “Ángel Moroni“, en línea en history.lds.org/santos.
6. Véase también “History, 1838–1856, volume A-1 [23 diciembre 1805–30 de agosto de 1834]“, 5, en línea en www.josephsmithpapers.org.
7. Véase “History, 1838–1856, volume A-1 [23 de diciembre de 1805–30 de agosto de 1834]“, 8, en línea en www.josephsmithpapers.org.
8. Véase por ejemplo “History, 1838–1856, volume A-1 [23 de diciembre de 1805–30 de agosto de 1834]“, 261, en línea en www.josephsmithpapers.org; “La traducción del Libro de Mormón“, en línea en Ensayos sobre Temas del Evangelio; Richard E. Turley Jr., Robin S. Jensen y Mark Ashurst-McGee, “Joseph the Seer“, Ensign, October 2015, 49–54.
9. Bushman, “The Gold Plates as Foundational Text”, 15.
10. Véase Richard Bushman, Joseph Smith and the Beginnings of Mormonism (Urbana, Ill.: University of Illinois Press, 1984), 187–188; Terryl Givens, By the Hand of Mormon: The American Scripture that Launched a New World Religion (New York, N.Y.: Oxford University Press, 2002), 64; The Book of Mormon: A Very Short Introduction (New York, N. Y.: Oxford University Press, 2009), 105; “Foreword”, en Sorenson, Mormon’s Codex, xiv; Paul C. Gutjahr, The Book of Mormon: A Biography (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 2012), 61.
11. Grant Hardy, Understanding the Book of Mormon: A Reader’s Guide (New York, N.Y.: Oxford University Press, 2010), 6.
12. Anthony A. Hutchinson, “The Word of God Is Enough: The Book of Mormon as Nineteenth-Century Scripture”, en New Approaches to the Book of Mormon: Explorations in Critical Methodology, ed. Brent Lee Metcalfe (Salt Lake City, UT: Signature Books, 1993), 1–19; Robert M. Price, “Joseph Smith: Inspired Author of the Book of Mormon”, en American Apocrypha: Essays on the Book of Mormon, ed. Dan Vogel y Brent Lee Metcalfe (Salt Lake City, Utah: Signature Books, 2002), 321–366; Scott C. Dunn, “Automaticity and the Book of Mormon”, en American Apocrypha, 17–46.
13. Hutchinson, “The Word of God Is Enough”, 1.
14. Price, “Joseph Smith: Inspired Author”, 347.
15. Dunn, “Automaticity and the Book of Mormon”, en American Apocrypha, 17–46.
16. Daniel C. Peterson, “Editor’s Introduction—Not So Easily Dismissed: Some Facts for Which Counterexplanations of the Book of Mormon Will Need to Account“, FARMS Review 17, no. 2 (2005): xxiv.
17. El intento más reciente de explicar que el Libro de Mormón es inspirado pero no histórico viene de Ann Taves, “History and the Claims of Revelation: Joseph Smith and the Materialization of the Golden Plates”, Numen: International Review for the History of Religions 61, no. 2–3 (2014): 182–207; reimpreso en The Expanded Canon: Perspectives on Mormonism and Sacred Texts (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2018), 93–119; Revelatory Events: Three Case Studies in the Emergence of New Spiritual Paths (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 2016); Revelatory Events: Three Case Studies for the Emergence of New Spiritual Paths (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 2016), 50–65. Taves, una profesora no miembro de la iglesia de estudios religiosos, hizo un intento de buena fe y caritativo de leer el Libro de Mormón como una escritura de ficción del siglo XIX. Sus argumentos, sin embargo, esencialmente equivalen a convertir a José Smith en un piadoso fraude, porque ella conjetura que José fabricó un juego de planchas como un tipo de placebo artificial o religioso para “materializar” lo que de otra manera serían experiencias visionarias intangibles. Aunque esta hipótesis sea un intento sincero de cerrar la brecha relacionada con la autenticidad del Libro de Mormón, en última instancia falla por las mismas razones que otras interacciones de la teoría. Véase más comentarios en Kevin Christensen, “Playing to an Audience: A Review of Revelatory Events”, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 28 (2018): 65–114.
18. Jeffrey R. Holland, Christ and the New Covenant: The Messianic Message of the Book of Mormon (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1997), 4.
19. “[L]a Iglesia permanece o cae en base a la veracidad del Libro de Mormón. Los enemigos de la Iglesia entienden esto claramente, y esa es la razón por la que luchan tan arduamente para tratar de desacreditar el Libro de Mormón, porque si pueden hacerlo, también descalificarían al profeta José Smith, así como nuestra afirmación de que poseemos las llaves del sacerdocio, revelación y la Iglesia restaurada. Asimismo, si el Libro de Mormón es verdadero… entonces uno debe aceptar las afirmaciones de la restauración y todo lo que la acompaña”. Ezra Taft Benson, El Libro de Mormón: La [piedra] clave de nuestra religión (Salt Lake City, Utah: Deseret Book, 1988), 18–19. “[C]ada uno debe decantarse hacia un lado u otro concerniente a la restauración del Evangelio de Jesucristo y los orígenes divinos del Libro de Mormón. La razón y la rectitud así lo exigen. José Smith debe ser aceptado bien como un profeta de Dios o como un charlatán de tomo y lomo, pero nadie debiera tolerar ninguna tibieza, risible o ridícula, sobre los esbozos imaginativos de este joven o sobre su considerable facilidad para el lenguaje literario. Esta posición es inaceptable tanto moral como literaria, histórica o teológicamente”. Holland, Cristo y el Nuevo Convenio, 345–46.
20. Véase “Minutes and Discourse, 21 de abril de 1834“, 44, en línea en www.josephsmithpapers.org, ortografía estandarizada.

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Referencia a las escrituras

Traducido por Central del Libro de Mormón