/ KnoWhys

KnoWhy #204

¿Por qué el Padre Nuestro es diferente en 3 Nefi?

septiembre 13, 2017
KnoWhy #204
Imagen vía Adobe Stock
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”
3 Nefi 13:9; Mateo 6:9; cf. Lucas 11:2

El conocimiento

Según Donald W. Parry: “En ninguna otra parte de todo el Libro de Mormón está el tema de la oración, enseñada y enfatizada de manera tan concentrada como lo está en 3 Nefi 11-20“. Aquí, entre las enseñanzas del Señor resucitado en este momento, “aproximadamente sesenta versículos son dedicados al tema de la oración y… fueron ofrecidas once oraciones”.1 Estas incluyen la enseñanza de la oración en el Templo (en 3 Nefi 13:5-13), donde Cristo dio a los nefitas una versión de lo que llamamos “El Padre Nuestro”.

Los evangelios del Nuevo Testamento incluyen dos versiones un poco diferentes del “Padre Nuestro”, una en el Sermón del Monte (Mateo 6:9-13) y otra en Lucas 11:2-4. El Didaché, uno de los primeros textos cristianos generalmente fechado al primer siglo d.C.,2 también tiene una versión de la oración (Didaché 8). Cuando la comparamos con las versiones encontradas entre los primeros cristianos, el Padre Nuestro en la tierra de Abundancia es única (véase la tabla).3 En la versión del Libro de Mormón no se encuentran dos frases clave e incluye un final extendido de alabanza que no se incluye en la versión de Lucas.

Lucas 11:2–4 Mateo 6:9–13 3 Nefi 13:9–13 Didaché 8
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Sea hecha tu voluntad en la tierra así como en el cielo. Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo;
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Danos hoy el pan nuestro de cada día. danos hoy nuestro pan cotidiano;
Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores. perdónanos nuestra deuda como nosotros perdonamos a nuestros deudores,
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; Y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. no nos induzcas en tentación, si no líbranos del mal,
porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, para siempre. Amén. porque tuyo es el poder y la gloria por todos los siglos

Venga tu reino

Cada versión del Padre Nuestro en el antiguo mundo incluye la petición, “venga tu reino”. El erudito del Nuevo Testamento Hans Betz explicó: “El reino de Dios… está establecido en el cielo, pero aun no, al menos no completamente, en la tierra”. Por supuesto, solamente “Dios mismo puede hacer que su reino venga”.4 Esta petición, sin embargo, se omite en la oración del Señor resucitado que dio a los nefitas.

El pan nuestro de cada día

Cada versión de la oración en el viejo mundo asimismo incluye una súplica por “el pan nuestro de cada día”. Mientras que la petición parece bastante sencilla, el significado exacto de esta frase en verdad es incierta, porque el término griego se traduce como “diario” (epiousion) y “es notoriamente difícil” de traducir.5 John W. Welch ha argumentado que en el contexto de “venga tu reino”, es “muy poco probable que sea una petición ‘de comida ordinaria’”.6 Existen varias posibilidades, pero una interpretación es que es “una referencia al banquete mesiánico esperado”.7

El himno de alabanza

El Padre Nuestro en la tierra de Abundancia incluye el final: “Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, para siempre. Amén”. Este final, llamado por los eruditos como “doxología” o “himno de alabanza, no está en la versión de Lucas, y en los primeros manuscritos en griego de Mateo. Por lo que, muchos eruditos han concluido que tampoco era parte de la versión original de Mateo.8 Si esto es verdad, entonces entre las versiones canónicas del Padre Nuestro, la versión en 3 Nefi puede ser única por incluir este detalle, aunque también está en la versión no canónica del Didaché.

El porqué

Lo particular de la versión nefita del Padre Nuestro puede pasar fácilmente desapercibida o subestimada. También muy seguido, los lectores asumen que las dos oraciones son idénticas o que las diferencias son mínimas, insignificantes o inconsecuentes. El análisis cuidadoso de las diferencias sugiere que es probable que fueron adaptadas por el Señor para adecuarlas a las circunstancias específicas de Su visita al pueblo de la tierra de Abundancia.

En un sentido importante, el reino de Dios vino justamente en ese momento

Como Heather Hardy cuidadosamente ha demostrado: “[C]on la llegada del Jesús resucitado en el templo de la tierra de la Abundancia, el reino de Dios se inauguró sobre la tierra”.9

John W. Welch explicó: “En la tierra de Abundancia no había necesidad para que Jesús instruyera a las personas a que pidieran ‘venga tu reino’… ya que el reino de Dios ya había llegado tanto en el cielo a través de la victoria de Cristo sobre la muerte y en la tierra en ese día que estaba en medio de ellos”.10

El pan de la vida se da

Si esta súplica original se refería al pan del banquete mesiánico, como algunos eruditos lo han propuesto, entonces esta omisión también podría deberse al hecho de que, para los nefitas, Jesucristo, es el pan de vida, que específicamente había venido. La exclusión de esta cláusula hubiera “reflejado la situación post resurrecional del Sermón en el Templo”.11 De hecho, el mismo Señor resucitado milagrosamente proporcionó pan para participar de los sacramentos (3 Nefi 20:3-7), tal vez tipológicamente imitando le banquete de pan celestial que se hará en los tiempos finales.

Un marco digno de alabanza

Hay alguna antigua evidencia que insinúa que, sin importar si se incluya en el texto de Mateo o no, Jesús probablemente incluyó un himno de alabanza cuando ofreció el Padre Nuestro al menos en unas ocasiones en Judea.12 Independientemente de esta inclusión o exclusión en la versión de Mateo, sin embargo, Welch ha propuesto que el establecimiento de los sacramentos en la tierra de Abundancia—en el templo—puede explicar su inclusión cuando el Señor hizo la oración allí.13 De acuerdo con Welch, “la larga doxología sería apropiada en un contexto sagrado con un círculo de seguidores interno”.14

Específicamente, la evidencia de fuentes rabínicas indica que un “conocimiento doxológico del reino y la gloria de Dios fue de uso regular en el templo en el tiempo de Jesús”.15 Cuando el sumo sacerdote hablaba en el nombre del Señor, “las personas respondían… no con un simple ‘amén’, sino también con alabanzas a Dios—mencionando tales atributos divinos como su gloria, poder, reinado y dominio eterno—antes de concluir con un amén”.16

De manera similar, un erudito sugirió: “Tal vez la función original de la ‘doxología’ en el Padre Nuestro fue esa en respuesta a la adoración de la congregación”.17 Tal cosa seguramente hubiera sido apropiada para el Padre Nuestro que el Señor resucitado dio en el templo.

Al estudiar las diferencias en la edición nefita del Padre Nuestro—y, de hecho, todo el Sermón en el Templo—los lectores pueden apreciar la sensibilidad del Señor a las circunstancias particulares en las que Sus enseñanzas sobre la oración y otros temas fueron dadas.18 En lugar de solo cortar y pegar un trabajo del evangelio de Mateo, el Señor cuidadosa y sutilmente adaptó Sus enseñanzas en maneras que son significativamente sofisticadas, situacionalmente apropiadas y espiritualmente inspiradoras.19

Individuos y comunidades que siguen al Señor pueden estar seguros de que Él también está al tanto de sus necesidades específicas y circunstancias únicas cuando vienen a Él y claman: “Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre”.

Otras lecturas

Robert L. Millet, “The Praying Savior: Insights from the Gospel of 3 Nephi,” in Third Nephi: Incomparable Scripture, ed. Andrew C. Skinner and Gaye Strathearn (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2012), 131–146.

John W. Welch, Illuminating the Sermon at the Temple and the Sermon on the Mount (Provo, UT: FARMS, 1999), 79–82, 206–208

Donald W. Parry, “‘Pray Always’: Learning to Pray as Jesus Prayed,” in  The Book of Mormon: 3 Nephi 9–30, This Is My Gospel  (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1993),  137–148.

John W. Welch, “The Lord’s Prayer,” Ensign, January 1976, online at lds.org.

 

1. Donald W. Parry, “‘Pray Always’: Learning to Pray as Jesus Prayed,” in The Book of Mormon: 3 Nephi 9–30, This Is My Gospel (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1993), 137. Véase también, Robert L. Millet, “The Praying Savior: Insights from the Gospel of 3 Nephi,” in Third Nephi: Incomparable Scripture, ed. Andrew C. Skinner and Gaye Strathearn (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2012), 134: “El Señor ofrece consejo precioso en cuanto a la oración en el Libro de Mormón.”
2. “Didache,” in The Oxford Dictionary of the Christian Church, 3rd edition revised, ed. F. L. Cross and E. A. Livingstone (New York, NY: Oxford University Press, 2005), 482: “Aunque en el pasado muchos eruditos ingleses y americanos tendían a ubicarla a finales del segundo siglo, la mayoría ahora la datan en el primer siglo”.
3. El texto de 3 Nefi 13:9–13 varía ligeramente de la versión actual, siguiendo en su lugar a Royal Skousen, ed., The Book of Mormon: The Earliest Text (New Haven, CT: Yale University Press, 2009), 601. La traducción del Didaché es de Roberts-Donaldson, en línea en earlychristianwritings.com
4. Hans Dieter Betz, The Sermon on the Mount, Hermeneia—A Critical and Historical Commentary on the Bible (Minneapolis, MN: Fortress Press, 1995), 390–391.
5. John W. Welch, The Sermon on the Mount in the Light of the Temple (Burlington, VT: Ashgate, 2009), 129. Véase también John W. Welch, Illuminating the Sermon at the Temple and the Sermon on the Mount (Provo, UT: FARMS, 1999), 145–146; Betz, The Sermon on the Mount, 397–399.
6. Welch, The Sermon on the Mount in the Light of the Temple, 129, citing Margaret Barker, Temple Themes in Christian Worship (London, UK: T&T Clark, 2007), 208.
7. Betz, The Sermon on the Mount, 398.
8. Véase Thomas A. Wayment, “How New Testament Variants Contribute to the Meaning of the Sermon on the Mount,” in The Sermon on the Mount in Latter-day Scripture, ed. Gaye Strathearn, Thomas A. Wayment, and Daniel L. Belnap (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Religious Studies Center, Brigham Young University, 2010), 306–307.
9. Heather Hardy, “‘Saving Christianity’: The Nephite Fulfillment of Jesus’s Eschatological Prophecies,” Journal of Book of Mormon Studies 23 (2014): 22–55, citado en p. 46.
10. Welch, Illuminating the Sermon, 128–129.
11. Welch, Illuminating the Sermon, 146. Welch comenta otras razones posibles para la omisión en las pp. 145-146.
12. El Didaché (ca. siglo primero) incluye la doxología, como lo hacen las traducciones de Mateo al latín (IV o V siglo) y al Sirio (V siglo). Para el latín, véase Wayment, “How New Testament Variants Contribute,” 306 citando el manuscrito K (p. 311 n. 17). K es la designación para el código Bobiensis, que data de ca. del 400 d. C. Véase Wikipedia, s.v., “Codex Bobiensis,” en línea en Wikipedia.org. Para Sirio, véase Bruce M. Metzger, The Early Versions of the New Testament: Their Origin, Transmission, and Limitations (New York, NY: Oxford University Press, 1977), 42. Welch, Illuminating the Sermon, 206, señaló: “En el tiempo de Jesús hubiera sido bastante irregular terminar una oración judía sin algunas palabras de alabanza a Dios”. Betz, The Sermon on the Mount, 414 señala a un erudito que pensaba francamente “impensable que una ejecución del Padre Nuestro debería de terminar abruptamente con la palabra ‘tentación’. Más bien, el orden litúrgico era terminar una oración con una alabanza espontánea que era citada de memoria”. Betz también notó que la doxología “no muestra un trazo de la teología cristiana”, sino que es “judía en su formulación y teología” (p. 414). Por lo tanto, cualquiera que fueran las primeras versiones escritas del Sermón del Monte, la doxología no parece ser un desarrollo cristiano posterior, sino que se remonta a las mismas raíces de la tradición cristiana. Por estas y otras razones, de acuerdo con Welch, Illuminating the Sermon, 206, “nadie parece dudar que Jesús probablemente pronunció una doxología de algún tipo al final de sus oraciones”.
13. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué Jesús enseñó una versión del Sermón del Monte en el templo de Abundancia? (3 Nefi 12:6)“, KnoWhy 203. La posibilidad de que el Sermón esté destinado como un texto del templo ha sido extendida al Sermón del Monte, para una audiencia académica que no es SUD. Véase Welch, The Sermon on the Mount in the Light of the Temple.
14. John W. Welch, “Approaching New Approaches,” Review of Books on the Book of Mormon 6, no. 1 (1994): 163.
15. Welch, Illuminating the Sermon, 81.
16. Welch, Illuminating the Sermon, 81.
17. Betz, The Sermon on the Mount, 414.
18. Millet, “The Praying Savior,” 134, explicó que Jesús instruyó a los nefitas “a modelar sus oraciones sobre el Padre Nuestro, con aquellas alteraciones que hubieran reflejado el hecho de que Él ahora está resucitado, un ser glorificado, el reino de Dios estaba ahora con ellos y pronto serían iniciados al santo orden de la consagración y la mayordomía”.
19. Welch, Illuminating the Sermon, 127–150.

Traducido por Central del Libro de Mormón