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KnoWhy #572

¿Por qué Dios sostuvo a los nefitas en la batalla?

agosto 6, 2020
KnoWhy #572
"There you shall meet them, on the East of the River Sidon" ("Allí los encontraréis, al este del río Sidón") por Caleb Williams. Ganador del tercer lugar del Concurso de Arte de Book of Mormon Central 2019.
"There you shall meet them, on the East of the River Sidon" ("Allí los encontraréis, al este del río Sidón") por Caleb Williams. Ganador del tercer lugar del Concurso de Arte de Book of Mormon Central 2019.
“Mas ya veis que el Señor está con nosotros, y veis que os ha entregado en nuestras manos. Y ahora quisiera que entendieseis que esto se hace con nosotros por causa de nuestra religión y nuestra fe en Cristo. Y ya veis que no podéis destruir esta, nuestra fe. Veis ahora que esta es la verdadera fe de Dios; sí, veis que Dios nos sostendrá y guardará y preservará mientras le seamos fieles a él, a nuestra fe y a nuestra religión; y nunca permitirá el Señor que seamos destruidos, a no ser que caigamos en transgresión y neguemos nuestra fe”
Alma 44:3–4

El conocimiento

La guerra moderna es un asunto complejo, que a menudo involucra ejércitos bien entrenados, armas poderosas y estrategias complejas. La victoria se considera el resultado de la habilidad militar: generalmente se espera que los ejércitos con los soldados más capacitados, las armas más mortíferas y las mejores ideas estratégicas tengan éxito a largo plazo, aunque la suerte, la geografía y la determinación también tienen una función importante. La guerra en la antigüedad, aunque típicamente se desarrollara a menor escala, podía ser igual de compleja. Sin embargo, en el mundo antiguo, nunca se pensó que la victoria estuviera determinada solamente por el poder militar de las grandes naciones e imperios. También se pensaba que había un elemento sobrenatural o divino en la guerra, y finalmente eran los dioses los que decidían el destino de la mayoría de los conflictos militares.

Como explicó Stephen D. Ricks, “cada conflicto en el antiguo Cercano Oriente fue enjuiciado bajo la dirección de los dioses o de Dios. Los hombres comenzaban una guerra por mandato de, o con la aprobación y ayuda de los dioses o de Dios… y los vencedores terminaban el conflicto con agradecimientos y ofrendas a sus divinidades”1. Ricks ilustra este punto recurriendo a los ejemplos de los acadios, egipcios y sirios2. Esta idea era desde luego compartida por Israel y se reflejó en el Antiguo Testamento, donde el Señor es descrito como un guerrero (Éxodo 15:3; Isaías 42:13). Los israelitas consultaban a Jehová sobre los asuntos de guerra (véase Jueces 20:23, 28; 1 Samuel 14:37), y cuando cumplían Sus mandamientos, Jehová ayudaba a los israelitas en la batalla (véase Josué 10:11; 24:12; 1 Samuel 17:45)3.

Tal manera de pensar no se limitaba al Viejo Mundo. Como ha señalado John L. Sorenson, “la religión, o el culto, era parte integral del comportamiento de la guerra en la cultura mesoamericana. La religión afectaba a todos los aspectos de la guerra”4. Según Lynn Foster: “Los mayas peleaban sus guerras bajo la protección de los dioses. … Los dioses estaban presentes en todo el mundo maya y especialmente en el campo de batalla”5. Otros investigadores explicaron que la guerra “era una obligación sagrada, ligada a los seres que crearon el mundo”. La victoria “demostraba a todos que los dioses estaban de su lado”6.

Los mayas tenían formas de consultar a los dioses sobre asuntos militares. Por ejemplo, Sorenson señaló que en Guatemala, los sumos sacerdotes nativos usaban la “brujería y encantamiento” para determinar si un ejército enemigo se acercaba, y adonde debían llevar a sus tropas7. Entre los mayas cachiqueles del altiplano guatemalteco, se enviaban adivinos especializados para consultar una “piedra de adivinación” sobre asuntos militares. “Según se informa, las campañas se iniciaban o retrasaban dependiendo del aspecto o la figura de la piedra”8. Además, “las estrategias de batalla eran formuladas por oficiales… que estaban impregnados del espíritu mágico de los dioses”9. Los cachiqueles se referían a esto como un “poder adivinatorio, poder transformador”, y en sus tradiciones creían que todos los grandes guerreros poseían este poder10.

El porqué

“El Libro de Mormón”, observó Ricks, precisamente “refleja una ideología sagrada de guerra similar a la que se encuentra tanto en Israel como en el antiguo Cercano Oriente”11. Por ejemplo, cuando los ejércitos de Moroni rodearon a Zerahemna y a los lamanitas, Moroni declaró: “Mas ya veis que el Señor está con nosotros, y veis que os ha entregado en nuestras manos” (Alma 44:3). Moroni mostraba su confianza diciendo: “Dios nos sostendrá y guardará y preservará mientras le seamos fieles a él” (Alma 44:4). “Lo sagrado era un elemento esencial de la guerra en el Libro de Mormón, como lo era en el antiguo Israel y en el antiguo Cercano Oriente”12.

Como se ha señalado anteriormente, lo divino o sobrenatural era igualmente una parte integral de las guerras antiguas mesoamericanas, y el Libro de Mormón también comparte una afinidad con las prácticas descubiertas entre los mayas. Por ejemplo, los capitanes nefitas Zoram y Moroni consultaron a Alma, el Sumo Sacerdote, sobre asuntos militares porque se sabía que poseía el “espíritu de profecía” (Alma 16:5–6; 43:23–24). Alma “preguntó al Señor” y recibió revelación sobre dónde dirigir a los ejércitos nefitas (16:6; 43:24). Alma pudo haber utilizado los intérpretes nefitas (dos piedras tocadas por la mano de Dios) en este proceso, muy parecido al uso que los adivinos cachiqueles hacían de una “piedra de adivinación”13. Unas pocas generaciones más tarde, se había convertido en una costumbre nombrar directamente a aquellos que tuvieran “el espíritu de revelación y también de profecía” como los capitanes principales de sus ejércitos (3 Nefi 3:19), práctica similar a la de los mayas, mencionada anteriormente, de tener oficiales militares con un espíritu o poder divino dado por los dioses.

Sin embargo, tanto en el Libro de Mormón como en los mundos antiguos (Viejo y Nuevo), la intervención divina no se limitaba a campañas militares exitosas. El fracaso era típicamente indicativo del desagrado divino. “Así como los nefitas preguntaron al Señor antes de entrar en batalla, [y] esperaban su ayuda… la partida del Señor de en medio de sus ejércitos presagiaba un desastre”14. Esto es más evidente en las terribles escenas de las últimas batallas de los nefitas, en las que Mormón proporciona una descripción de sus abominables pecados y su fracaso para volverse a Dios y arrepentirse. Como resultado, el Señor retiró su apoyo, y los ejércitos nefitas fueron invadidos, llevando finalmente a la desaparición de su pueblo (Mormón 2–6).

“Sin fe, toda la jactancia [de los nefitas] fue en vano: Dios no ofrece ninguna promesa de victoria a los ejércitos que no escuchan su palabra ni guardan sus mandamientos… La batalla final en Cumorah simplemente valida el principio ya dado a los antiguos israelitas: A través de la guerra, y por medio de los malvados, Dios castigará a su pueblo”15. Ricks señaló que la aniquilación de Ammoníah, que tuvo lugar siglos antes, puede proporcionar una enseñanza similar: “La implicación de la historia parece clara: mientras que los que persiguen a los justos (como los ammoniahitas) sufrirán, los que buscan el consejo de los profetas serán bendecidos y protegidos”16.

Aunque rara vez se considera o se reconoce en la sociedad secular de hoy, la mano divina de Dios está tan involucrada en los asuntos mundiales y en los desafortunados conflictos actuales como lo estuvo en la antigüedad. De esta manera, los relatos de guerra del Libro de Mormón ofrecen una lección muy profunda y relevante: una sociedad que ha rechazado al Señor y vive en la iniquidad no puede esperar beneficiarse de la protección divina.

Por supuesto, la máxima prioridad para los ciudadanos de todo el mundo debe ser evitar la violencia y el conflicto siempre que sea posible. Pero cuando todas las demás opciones fracasan y el conflicto militar parece inevitable, los individuos y las naciones pueden recibir más protección viviendo con rectitud17. Invocar la protección divina de Dios, que Él desea dar a todas las personas en todas partes, es seguramente el mejor tipo de defensa en estos últimos días, cuando las “guerras [y] rumores de guerras” profetizadas se están desarrollando ante nuestros ojos (Mormón 8:30; cf. Mateo 24:6). Entonces, cuando todos busquen seriamente alinear sus voluntades con la voluntad de Dios, la bendición final del Príncipe de Paz protegerá y prosperará a todos en todas partes.

Otras lecturas

Stephen D. Ricks, “‘Holy War’: The Sacral Ideology of War in the Book and in the Ancient Near East”, en Warfare in the Book of Mormon, ed. Stephen D. Ricks y William J. Hamblin (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1990), 103–117.

John L. Sorenson, Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Neal A. Maxwell Institute of Religious Scholarship, 2013), 387–389.

 

1. Stephen D. Ricks, “‘Holy War’: The Sacral Ideology of War in the Book and in the Ancient Near East”, en Warfare in the Book of Mormon, ed. Stephen D. Ricks y William J. Hamblin (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1990), 103.
2. Ricks, “Holy War”, 103–105.
3. Véase Ricks, “Holy War”, 105–107 para un estudio más detallado de los datos bíblicos.
4. John L. Sorenson, Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Neal A. Maxwell Institute of Religious Scholarship, 2013), 387.
5. Lynn V. Foster, Handbook to Life in the Ancient Maya World (Nueva York, NY: Oxford University Press, 2002), 155.
6. David Freidel, Linda Schele y Joy Parker, Maya Cosmos: Three Thousand Years on the Shaman’s Path (New York, NY: William Morrow, 1993), 323.
7. Sorenson, Mormon’s Codex, 388.
8. Judith M. Maxwell y Robert M. Hill II, trans., Kaqchikel Chronicles: The Definitive Edition (Austin, TX: University of Texas Press, 2006), 21. “The Wars of the Sotz’il and Tuquche’” [Las guerras de los Sotzíl y los Tuquche], un documento del siglo XVI que muy probablemente se basa en “escritos históricos tradicionales de pre-contacto” (pág. 17) menciona dos gobernantes con “poder adivinatorio” y uno que era “un gran adivino”, ambos “eran consejeros de guerra porque sabían cómo destruir barrancos” (pág. 689).
9. Foster, Handbook, 155.
10. Maxwell y Hill, Kaqchikel Chronicles, 32; para ejemplos de grandes guerreros o héroes militares que tienen “poder adivinatorio, poder transformador”, véanse las págs. 165, 203, 588, 675, 689.
11. Ricks, “Holy War”, 107.
12. Ricks, “Holy War”, 115.
13. Matthew Roper, “Revelation and the Urim and Thummim“, en Pressing Forward with the Book of Mormon: The FARMS Updates of the 1990s, ed. John W. Welch y Melvin J. Thorne (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1999), 281 señala que en la Biblia hebrea, la frase“preguntar al Señor” se utiliza frecuentemente para indicar el uso del Urim y Tumim, y por lo tanto, puede referirse al uso de los intérpretes en estos pasajes.
14. Ricks, “Holy War”, 109.
15. Ricks, “Holy War”, 110.
16. Ricks, “Holy War”, 113–114.
17.Guerra”, Leales a la Fe, en churchofjesuschrist.org, proporciona un resumen útil de la posición de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días sobre la guerra en los tiempos modernos.

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Referencia a las escrituras

Traducido por Central del Libro de Mormón